Analizamos la first season de Wilfred

La sorpresa indiscutible de la temporada


Muchas personas me preguntan a menudo cómo es posible seguir tantas series al mismo tiempo. Y la respuesta es bastante sencilla: robándole horas al sueño con un par de episodios antes de dormir (o alguno más si la serie dura 20 minutos). La pega es que este ritmo provoca que en momentos como el que acabamos de pasar, en el que las grandes series estadounidenses van aterrizando una a una en la parrilla tras las vacaciones, nos sintamos algo huérfanos por las noches.

Por eso la alternativa siempre es buscar en la lista de pendientes a ver si somos capaces de enfrentarnos a  la clásica serie que nos resistimos a seguir (en mi caso Sons of Anarchy) o alguna novedad no exenta de misterio en la que aventurarnos. Sin duda, este último caso ha sido el de Wilfred, que se ha descubierto como el estreno más refrescante de este período de relax.


Wilfred nos relata la tormentosa vida de Ryan, un exitoso abogado que cuelga la toga para intentar suicidarse y dejar sus problemas atrás. Tras un desafortunado y fallido intento, Ryan acaba conociendo a un personaje peculiar de  metro ochenta, que le da al alcohol y a las drogas y cuya esperanza de vida no supera los catorce años. En efecto, se trata de un perro o, dependiendo de lo abierta que tengáis la mente, de un hombre disfrazado del mejor amigo del ser humano.

Evidentemente, nada más ver a Wilfred lo único que puedes articular es un ¡Pero qué coño!, sin embargo, una vez que hemos superado el preámbulo y aceptamos a Wilfred por lo que es, entramos en la dinámica de la serie. Seguramente, a todos nos ha recordado a Brian Griffin, ese perro progresista y vanidoso que, aunque lo intente, no puede reprimir sus instintos más básicos. Desde luego, los instintos primarios de Wilfred provocan más de una carcajada (lo de las pompitas, por ejemplo), pero no hay que confundirse, ya que la serie de la FX dista mucho de ser una comedia al uso, de hecho ralla más el melodrama como pueda ser el caso de Nurse Jackie.


No hay que olvidarse de que Ryan es el eje principal sobre el que se sostiene el serial. Un sorprendente Elijah Wood da vida a un personaje reprimido por los complejos que a lo largo de su vida le han marcado desde su niñez; el carácter autoritario de su hermana, la inestabilidad de su madre… Ahí actuará Wilfred como la nueva conciencia de Ryan para poco a poco ir descubriendo una nueva faceta de sí mismo que hasta entonces no conocía. Es entonces cuando ambos inician un camino juntos donde la dialéctica entre la pareja es la auténtica protagonista de la serie.

Pero ¿Quién es Wilfred?¿Es Tyler Durden?¿Es el inquietante conejo de Donnie Darko? Una de las cosas más inteligentes que hacen en la serie es cómo juegan al despiste con el espectador y con la locura (o no) de Ryan. ¿Debe el espectador tomarlo como un personaje real? Desde luego, ese final tan descorazonador a más de uno nos habrá cogido por sorpresa, sobre todo sabiendo que Wilfred contará con una segunda temporada, afortunadamente. 

Wilfred es la prueba viva de que todavía se puede llegar a sorprender con un producto novedoso e inteligente. Se trata de una serie realmente adictiva donde en ocasiones la comedia no resulta un ingrediente necesario para una historia de superación y descubrimiento personal, gracias, fundamentalmente, a unos personajes a los que de inmediato se llega a coger cariño. Además, cuenta con un centenar de cameos como la histriónica madre de Malcolm, Nestor Carbonell (Perdidos) o Ethan Suplee (Me llamo Earl), entre otros muchos. No lo lamentaréis.

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1 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

Si vosotros la recomendáis habrá que verla

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