Nota: 7
Lo mejor: un humor negro de lo más efectivo.
Lo peor: que más allá de la comedia no hay nada.
Martin McDonagh es
dramaturgo, realizador, guionista, un cabrón irlandés, pero sobre todo,
un soñador. Ignoro si la causa es un talento enraizado en el teatro,
pero sus dos largometrajes hasta el momento comparten cierto
surrealismo, más profuso en Siete Psicópatas que en Escondidos en Brujas,
pero con el brillo en ambas de una idealización casi mágica escapada
del mundo onírico e infiltrada entre la crudeza de una humanidad
dominada por la delincuencia y el capital. Si la pequeña ciudad de
Bélgica fue en su primer largometraje ese elemento místico, en esta
última obra es la imaginación de los protagonistas la que añade
pinceladas de fantasía, sumiendo al espectador en el sueño del cineasta a
través de una neblina de arrolladora comedia descerebrada que funciona
como tal a las mil maravillas, pero erra en sus facetas menos tiernas
cuando se contonea entre el thriller y el crimen.
Esa simbiosis mal calculada de géneros parece haber nacido de una argamasa compuesta de dos ingredientes originales e independientes en forma de libretos, confeccionados por McDonagh. Uno de ellos, el descabellado, ha sido cultivado con mimo y alimentado de grandes dosis de humor, el otro se sirve de un tono más serio y se aparece como víctima del descuido de un artesano que no ha sabido moldear una segunda historia que complemente de manera efectiva a la cómica, lo cual, en la mezcolanza de ambos scripts, ha generado un regustillo amargo tras ese primer gran bocado de placer sarcástico. Ahora bien, afortunadamente, es esa vis cómica la que se impone con mayor fuerza y evita la gestación de una cinta nefasta en pos de una película ampliamente recomendable con algunas deficiencias.
Siete Psicópatas merece la pena no sólo por alzarse como una apuesta segura para pasar un buen rato a base de carcajadas, sino también por un elenco de actores verdaderamente sobresalientes que ofrecen lo mejor de sí mismos cuando se trata de hacer el humor en esta alocada trama sobre una pareja de pequeños estafadores, Hans y Billy (Christopher Walken y Sam Rockwell), que se dedica a robar perritos en los parques para, pasados unos días, devolverlos a sus dueños con el fin de cobrar una recompensa. Sin embargo, en una de las ocasiones se hacen con la mascota de un violento mafioso (Woody Harrelson), quien enviará a sus esbirros para que recuperen a su amado animal y se deshagan de los captores. En mitad de todo este marrón se encuentra el mejor amigo de Billy, Marty (Colin Farrell), un guionista irlandés estancado y alcohólico que pretende escribir una historia para Hollywood sobre un septeto de psicópatas, para lo cual su mentado colega roba-chuchos tratará de ayudarle.
Este argumento tan juguetón parece resuelto con influencias de la Snatch de Guy Ritchie o, yendo más allá, la Argo de Affleck, sin apartarse del todo de la línea de Escondidos en Brujas y con tintes, incluso, de esa versión "torrentiana" e independiente titulada El Irlandés con la que sacudió la taquilla de ese país el propio hermano de McDonagh, John Michael. La
trama proporciona muchísimo juego a la hora de introducir comedia de
todo tipo. Bromas sobre la fama de los irlandeses, sobre la de los
escritores, sobre la industria cinematográfica hollywoodiense, sobre los
tópicos del thriller y de las producciones criminales y de acción,
sobre la mafia, sobre la amistad y el compromiso y una prolongada lista
de aspectos que se encuentran en el film son una constante que cimentan
sólidamente el trasfondo de la historia.
Si
además, ésa comedia negra viene abanderada por unos principales tan
carismáticos como eficaces en su labor, sumando un par de mitos de la
interpretación, el visionado del espectáculo es cuanto menos
imprescindible. Quién puede perderse a un oscuro Walken enfrentado a un peligroso matón que luce el rostro del Harrelson más duro, pero también más paleto. Aunque el verdadero rey de la colina es en este caso Rockwell, un todoterreno al que ya disfrutamos en Moon o Confesiones de una Mente Peligrosa que funciona en cualquier campo. En el versátil actor recae el rol con mayor fuerza de la función al encarnar a ese amigo cabroncete, liante y forever alone
que todos tenemos y que no sólo no se conforma con arrastrarte por el mal camino, sino que
insulta a tu novia, tiende a putearte con coñas pesadas y hiere
frecuentemente tu orgullo antes de confesarte que daría su vida por ti.
Vamos, sin duda, tu mejor colega y en este caso concreto el de Farrell, que repite en esta segunda incursión de McDonagh en el largo. El intérprete está simplemente graciosete en la piel del scripter
fracasado que hace las veces de conciencia racional y
formal de la pareja, sin desentonar en este tipo de cintas cómicas como
ya comprobamos en el remake de Noche de Miedo.
Sin embargo, no olvidemos aquello sobre lo que insistíamos en un primer momento, Siete Psicópatas no
es únicamente una comedia, sino que trata de definirse también como un
thriller criminal que intercala secuencias de violencia en un contexto
descerebrado con un alto voltaje de humor negrísimo, y es en esa faceta
en la que la creatividad de la película desciende por el atolladero de
la vulgaridad, ya que como thriller, el film es un ejercicio tontuno que
se ahoga en la sencillez y el escaso ingenio argumental. Aún así, como
proporcionalmente el género cómico está más presente en el desarrollo de
la trama y es en éste donde la cinta encuentra su valor máximo, la
propuesta de McDonagh puede enorgullecerse de imponerse como un gozoso entretenimiento tan disfrutable como su reparto.
Nadie con intención de pasar un buen rato debería ignorar a Siete Psicópatas con
ganas de matar dirigidos por un irlandés lechoso que, además de
portar de manera innata el alcohol en la sangre -o eso afirma-, ha
heredado también un gran talento para la realización de comedias negras
tan disparatadas como ésta, a pesar de no haber encontrado aún el
equilibrio de fondo necesario para que su vena surrealista no empañe de ingenuidad la
subtrama criminal. Un compatriota de Martin McDonagh dijo en cierta ocasión que "la sociedad perdona a veces al criminal, pero no perdona nunca al soñador". Con Siete Psicópatas haremos una excepción.
6 COMENTARIOS:
Los actores están perfectos y si no fuera por un exceso de metraje y por la supina estupidez de la trama "seria", podríamos estar ante una gran película. Una pena, pero, después de lo frío que me dejó su anterior película, reconozco que he hecho las paces con el amigo McDonagh.
Coincido en muchos puntos con la crítica. Yo la defino como una comedia negra con aires de thriller socarrón. Me pareció muy interesante, con un humor ácido y lunático. Lo de Sam Rockwell brillante.
la mejor comedia desde Como matar a tu jefe. Felicidades Patricia por la crítica.
¡Gracias, Hall9000!
Me gusta este director sobre todo por lo políticamente incorrecto que es. Sam Rockwell está de diez.
Divertidísima por Rokwell, como decís, pero también por Walken y la historia del vietcong. Concuerdo con la crítica.
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