Nota:
6’5
Lo
mejor: es una película honesta que consigue sin dificultad su objetivo de entrener.
Lo
peor: que no aspire a más.
Por todos es conocida la reminiscencia que persiste sobre
la ciencia ficción, un género tradicionalmente ninguneado al que no se le ha
otorgado el mismo crédito que a otros. Numerosas variantes han podido influir
en el hecho de que a menudo se haya categorizado como mero entretenimiento sin
pretensiones. Está claro que el ansia desbocada por adaptar tebeos de superhéroes no le ha
hecho ningún favor al género, reducido para algunos a productos fáciles con los que asegurar un cierto
éxito comercial. Lo que no deja de formar parte de un mal mayor: la falta de
ideas que parece asolar la cartelera actual, en comunión con la cultura de
los reboots, remakes y spin-offs. Y como recientemente se ha descubierto también que
las sagas literarias para jóvenes adultos son un filón en taquilla, no
es de extrañar que salgan filmes como rosquillas con no pocas similitudes de
estilo entre sí. ¿Es El Corredor del Laberinto otra distopía de adolescentes guapos/as que luchan
sin despeinarse contra regímenes opresores?
A lo que en otro caso nos referiríamos como influencias, aquí es una constante sensación de déjà vu. Así, el reciclaje de ideas comienza con El Señor de las Moscas (W.Golding), pasando por Cube (V.Natali) y Lost (J.J.Abrams), hasta desembocar en Los Juegos del Hambre. El corredor del laberinto comienza cuando Thomas (Dylan O’Brien) llega en un montacargas a una explanada de hierba. No recuerda nada sobre sí mismo ni mucho menos cómo ha terminado ahí. Un grupo de chicos, también amnésicos, vive ahí y poco a poco se familiariza con la rutina imperante: una vez al mes llega un chico nuevo y se les suministran provisiones. Además, las puertas del laberinto se abren cada día y se cierran por las noches. Pronto comprenderá que para poder escapar y recuperar su vida no sólo deberá atravesar un laberinto poblado de monstruos sino descifrarlo.
El realizador Wes Ball acierta con la dosis justa de información y acción a cada momento demostrando que tiene buen pulso y manteniendo así el suspense. A escala general, el relato está bien construido ya que consigue captar la atención del espectador de manera efectiva. Sin embargo, y aunque el ritmo que adopta la cinta se aclimata a la narración, hay que destacar que falla al principio, siendo demasiado acelerado. La acción llega demasiado pronto, negándole tanto al espectador como al protagonista el tiempo necesario para asimilar la magnitud del misterio que se ha planteado. (¿Cómo han llegado hasta allí? ¿Quién ha creado ese laberinto y con qué fin? ¿Por qué ellos?). Así, podría decirse que, pese a que El corredor del laberinto parte de una premisa interesante, esa acción demasiado temprana hace peligrar su valor. Probablemente para equilibrar esta cuestión es el motivo por el que se introducen ciertos flashbacks totalmente innecesarios.
Respecto al proceso de adaptación de la novela, que en su conjunto es
bastante satisfactorio, es interesante recalcar que al igual que se han
cambiado y suprimido ciertos elementos del libro a la película, también podría
haberse dado el proceso contrario. Es decir, el guión podía haberse retocado un
poco más en pos de una mayor verosimilitud en la gran pantalla. Pues lo que
funciona en un medio no tiene por qué hacerlo en otro distinto. Un ejemplo lo encontramos en el sistema ordenado en el que viven los adolescentes, que parece no
haber hecho aguas en ningún momento hasta la llegada de Thomas. Por si fuera
poco, la presencia de la chica no provoca ni una risa nerviosa más alta que
otra en esa fiesta hormonal que es una persona en plena adolescencia. Para
compensar esto, encontramos que el filme no da lugar a momentos demasiado
melodramáticos ni al humor simplón que en ocasiones fluye por el cine de
adolescentes, lo cual es de agradecer.
El Corredor del Laberinto se basa en el libro homónimo de James Dashner y forma
parte de una saga compuesta por tres novelas más, lo que en principio explica
el final abrupto del que adolece el filme, poniendo así de manifiesto otra de
sus intenciones: despertar el interés por la secuela (que ya está confirmada). No
nos engañemos, el filme se sigue aferrando al manido esquema de siempre: la
trama del protagonista especial, un elegido con el desfile complementario de
arquetipos para sustentar su presencia: el héroe, el abusón, el mentor, el
villano, etc. A pesar de ello, esto se sostiene gracias a las interpretaciones
de la mayoría de los chicos. El único personaje que resulta trivial y más plano
si cabe es el de ella (Kaya Scodelario), habiendo perdido gran parte de
protagonismo en el proceso de adaptación. Es evidente que El Corredor de Laberinto entra dentro de la categoría de distopías
juveniles (con todo lo que eso implica), pero una vez asimilamos el propósito
primario de este tipo de cintas y aceptamos que no va a ser cine de arte y
ensayo, nos demuestra que su naturaleza de
pastiche no tiene por qué enturbiarnos la función.
3 COMENTARIOS:
Dylan O'Brien es de lo mejorcito en teen wolf, haciendo un papel completamente distinto. Me sorprendió verle en la peli tan tan serio. Lo malo de la película es que se queda a medias. Eso me parece bien en una serie, para engancharte a la semana que viene, pero en una película o libro en el que te dejas un buen dinero para quedarte a medias, me parece un engañabobos.
Totalmente de acuerdo con Ang-L. Es de destacar que ni siquiera antes de los títulos de crédito hay un aviso del tipo 'Continuará'. La película queda coja y depende mucho de lo que sepa el espectador sobre los libros antes de entrar en la sala de cine.
Difiero, lamentablemente el cine de espéctaculos cada vez más cortoplacista y de ritmo fácil ha generado este pobre sistema de 'aportes minimalistas'.
En dicho sentido este filme cumple con el espectáculo visual y listo, en mi opinión no siendo ni más ni menos que el libro, aunque con propios códigos visuales pero que transmiten el mismo 'contenido'.
Lla peli cumple en mi opinión, no + no - , sin ser Cine, son 110 minutos llevaderos, en mi personal opinión.
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