Crítica de TV: 'Juego de Tronos' (temporada 3 completa)

El invierno puede esperar otro año más


Nota: 8

Los 9 meses más largos del año, casi más que un invierno en Westeros, comienzan de nuevo. El pasado domingo finalizaba en HBO con su segundo mejor dato de audiencia -5,4 millones- la tercera temporada de Juego de Tronos, dejando más huérfanos televisivos a lo largo y ancho del mundo que nunca. No en vano estamos hablando de la serie más descargada en p2p por segundo año consecutivo, con unos demográficos que son la envidia de cualquier cadena -el 42% de su público es femenino- y, lo que es más importante, la sensación ya generalizada de que su propuesta es historia de la pequeña pantalla en estado puro, resultado de la conjugación perfecta de una vocación de masas con la calidad imperturbable de una cadena como HBO. En lo que respecta a esta tercera entrega, aún colocándose en su conjunto más pareja de lo que nos gustaría a sus predecesoras (análisis de la 1ª aquí y de la 2ª aquí), no sólo ha confirmado que estamos ante una apuesta segura, sino que ha empezado a explotar esa complicidad que sólo pueden labrar los años para dejar momentos para el recuerdo o, en definitiva, comenzar a mostrar los frutos de la espera. Porque de la misma forma que ningún espectador olvidará nunca dónde estaba el día que asistió a la Boda Roja, todos podrán presumir de haber visto a "La Madre de los Dragones", ahora simplemente "Mysha", levantar un imperio desde las cenizas de su propia tumba. 

Intentar situar a esta entrega por encima o debajo de las anteriores es tan complicado como decidir si Melisandre inspira deseo o un mal rollo tremendo. A todos nos gustaría no tener dudas al respecto reafirmándonos en una curva de calidad creciente al más puro estilo Breaking Bad, pero Juego de Tronos no es un producto explosivo ni sorprendente salvo momentos muy puntuales, sino todo lo contrario: un lago manso de calidad perpetua que funciona como caldo de cultivo para un festín que sabemos que tardará en llegar. Algunos dirán que la polémica decisión de dividir el tercer libro de la saga de George R.R. Martin, Tormenta de Espadas, es la opción más obvia a la hora de buscar culpables en la lentitud con que siguen avanzando las cosas en Westeros aún en el tercer año de andadura de la serie, pero nada más lejos de la realidad. Es precisamente su herencia literaria, con multitud de tramas y arcos argumentales plagados de personajes, lo que obliga a la cadena HBO a tomarse la cosas más que con calma con respeto, con la fidelidad filosófica -que no material- necesaria para emprender una adaptación de semejante ambición.


Sin esa parsimonia, necesaria para mantener unificado el marco temporal de todos los roles, este año quizás no hubiésemos asistido al periplo de Arya de la misma forma que el pasado lo hicimos al de Daenerys, y ya sabemos las recompensas que nos ha regalado "Mhysa" durante esta temporada. La escena de cierre, por ejemplo, lejos de apelar a la fantasía pura y dura como en años anteriores, se ha servido también de un chorreo de efectos digitales para mostrarnos la aceptación de Khaleesi como salvadora de los esclavos y su consolidación como la amenaza más contundente para los pretendientes al trono, o dicho de otra forma, como regalo a todos los que asistieron desde el primer día a su periplo por el desierto cargado de penurias e incluso para aquellos que se atrevieron a calificar esos pasajes como "relleno".

Como ya sucedía el año pasado, el 9 también ha sido un número clave en la tercera temporada aunque por razones bien diferentes. La Boda Roja fue trending topic en Twitter y uno de los acontecimientos televisivos más comentados en la oficina, la universidad o el metro de la misma forma que hace 12 meses todos hablábamos de la increíble batalla de Aguas Negras y la imposibilidad de distinguirla de cualquier estreno cinematográfico. Este año los tiros también han ido por la grandilocuencia pero en el sentido argumental. 

Walder Frey ya se ha convertido en sinónimo para "traicionero" y "poco de fiar" tras asesinar impunemente a Robb Stark junto a su madre, esposa e hijo no nacido y nunca una boda volverá a estar libre de sospechas en los 7 Reinos. Este momento, impactante como él solo, también ha representado el principal cambio de esta temporada con respecto a la novela, ya que según tengo entendido en la serie muere más gente que en libro (y lo dejamos ahí). Una decisión que podría responder a la necesidad de HBO por distanciarse de la saga lo suficiente como para ser capaces de continuar la historia antes de llegar al punto en el que se queden sin novelas que adaptar, ya que el tal Martin no lleva precisamente el ritmo de Stephen King.

Entre los aciertos de la temporada no podemos obviar el fichaje del gran Ciarán Hinds (El Topo, John Carter) como Mance Rayder, capaz de otorgarle al misterioso e imponente líder del otro lado toda la presencia que se le presuponía durante dos entregas de ausencia. En general, otra de las promesas cumplidas este año parten por un mayor protagonismo del mundo salvaje, los norteños reales de Westeros. Los tiras y aflojas de Jon Snow con los amigos de Ygritte (Rose Leslie), su 'momento Límite Vertical' en la pared del muro y la promesa de una enemistad eterna que realiza finalmente el bastardo con la pelirroja han justificado las expectativas, por no hablar del combate de tú a tú de Sam con la criatura blanca y su entrañable odisea por rescatar a uno de los hijos de Craster y de paso a su inocente madre.


Otra de las tramas que ha evolucionado muy positivamente es la que concierne al Matarreyes y Brienne, convertidos en pareja a la fuerza al inicio de temporada por un acto de rebeldía de Catelyn y obligados a sobrevivir con uñas y dientes después a los bandoleros del norte. Un intento de violación, lucha libre con un oso y hasta una manicura extrema después, la insólita pareja ha establecido un poderoso vínculo no sólo entre ellos, sino también con el espectador. Ellos son la representación a menor escala de esa empatía que ha desarrollado la serie con la audiencia, el gran puntal de esta temporada, y que aún falta en personajes como esa marioneta llamada Stannis (Stephen Dillane) o incluso el desgraciado Lord Davos (conocido como "El Caballero de la Cebolla").



Donde menos contundencia ha mostrado JDT este año ha sido en su eje argumental central, las tramas palaciegas en King´s Landing, fundamentalmente por la fuerte irrupción de los Tyrell en la vida social del reino, lo que ha provocado que conspiradores más sibilinos y carismáticos como "Meñique" o Lord Varys disfruten de menos minutos en pantalla de los deseados. Quizás para compensar esa saturación de jugadores en el tablero y, eso seguro, para que el peso central de este flanco no recaiga únicamente en el genial Tyrion (Peter Dinklage, próximamente en X-Men: Days of Future Past), este año su padre ha tenido un mayor protagonismo al confirmar que, en efecto, se trata del actual rey en la sombra del malcriado Joffrey. Ya sea gracias al juego de sillas que les plantea a sus consejeros en el tercer episodio, arreglando enlaces en beneficio del poder o mandando callar a su nieto, el Tywin de Charles Dance se ha impuesto sobre sus compañeros de reparto justificando el visionado de sus escenas con su sola presencia.

Nos dejamos muchas cosas, como la secta de adoradores del Señor de la Luz lideradas por el guerrero inmortal que se cruza con Arya y "El Perro", el descubrimiento de sus poderes por parte de Bran o la operación de fimosis que le realiza el bastardo Ramsay (que no es un hobbit sino Iwan Rehon, de Misfits) al ya no tan insufrible Theon, porque si hay algo tan complicado como realizar la comparación entre temporadas de la que os hablaba al comienzo éso es otorgarle a cada personaje el homenaje a medida que merece. Incluso Cercei, con su talante gélido y actitud de arpía, comienza a despertar cierta simpatía ante su fracaso consciente como madre y su afiladísimo instinto de supervivencia y saber estar. Como decimos, son cientos lo fotogramas que nos vienen a la cabeza cuando hablamos de Juego de Tronos y sólo 10 los episodios por temporada, pero en ellos se encarna la expresión máxima del respeto a la historia, a los guiones, que caracteriza a los clásicos. Gracias a HBO estamos viviendo uno en primera persona, con lo que mientras la travesía siga siendo igual de placentera y satisfactoria el invierno puede esperar otro año.

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9 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

WTF? La secta de adoradores del Señor Oscuro?? De donde es eso???

Eugenio García Megías dijo...

Se referirá al Dios Rojo, anónimo ;)

Pablo de los Rios dijo...

Lo he cambiado por "Señor de la Luz", que creo es más exacto.

Anónimo dijo...

GRAN CRÍTICA

Anónimo dijo...

coincido con la critica,y para nuestra desgracia,me temo que la temporada 4 sera la ultima basada mas o menos fielmente con los libros.si hubiera 5 y sucesivas temporadas,el"trabajo de guion" sera exaustivo ya que,los libros 4 y 5 son bastante flojos y no se pueden basar en ellos demasiado para hacer la serie

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu análisis. Felicidades!

Anónimo dijo...

Me encanta. Siempre quieres mas, estoi deseando que hagan la 4ª temporada. Mi actriz favorita es la Madre de Dragones.

Anónimo dijo...

espero q madre de dragones llege a desenbarco del rei i sea reina de jna vez q se nos a quedado mui interesante!!

Unknown dijo...

Recién comencé a ver esta serie y he quedado muy sorprendida, creo que Juegos de Tronos es una historia novedosa, diferente y con un ritmo excelente en la trama. Espero poder seguir viendo el resto de las temporadas.

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