Nota: 7
Lo Mejor: Un final ingenioso y lleno de sarcasmo.
Lo Peor: El desarrollo lento del primer acto.
Desde que empezara la XXII Semana de Cine Fantástico y de Terror el sábado, los asistentes esperábamos ansiosos una película de calidad después de habernos torturado con bodrietes varios. Aunque la encargada de inaugurar el festival, Livide, no estuvo del todo mal, con algunos elementos siniestros muy rescatables dentro de tanto tópico sobre casas encantadas y un prólogo farragoso, todavía no hemos degustado una sola película digna de un elogio casi general. Afortunadamente y como siempre, el público salva la situación con coñitas y birras. Pasados los primeros días, parece que por fin estamos llegando al clímax del evento y el lunes mismo disfrutamos de la ganadora en Sitges, Red State, la que dicen ser muestra del renacer del director de Dogma o Clerks, Kevin Smith.
Lo cierto es que Red State resulta un dignísimo regreso para un cineasta cuyas últimas obras han sido decadentes, como Vaya Par de Polis o ¿Hacemos una porno?. Es innegable que el film arroja serias dudas acerca de su selección en un festival de estas características. Como ya sucedió en Sitges, son muchos los que vacilarán a la hora de clasificar la cinta dentro del género de terror o fantasía, aunque esta catalogación podría venir justificada, como ya nombramos en referencia a esta polémica, por los miedos actuales, como el terrorismo, pandemias y demás conflictos contemporáneos. Aún así, independientemente de servir o no como argumento válido, se agradece una proyección algo más ambiciosa que las producciones low-cost de terror con una reflexión estúpida que habíamos visionado hasta ahora, pero que forman parte de la tradición de este tipo de citas cinéfilas, donde no toda la programación tiene valor.
La trama de Red State se centra en un trío de adolescentes (Michael Angarano, Nicholas Braun y Ronnie Conell) con las hormonas revolucionadas que, cegados por unas ansias de sexo descomunales, terminan siendo víctimas de una secta familiar extremadamente católica, liderada por Abin Cooper (Michael Parks), una especie de padre predicador perturbado y homófobo con un manejo del discurso lo suficientemente hábil como para haber impregnado de sus convicciones a su esposa (Melissa Leo) y demás allegados. Un personaje diabólico inspirado en la figura real de Fred Phelps, el líder de un grupo religioso extremista que se hacía llamar la Iglesia Bautista de Westboro.
Los primeros minutos del metraje de Smith pecan de servirse un poco lentos y de presentar un film que, a primera vista, parece hecho para jóvenes acnosos. Sin embargo, a medida que avanza, la acción empieza a tornarse mucho más intensa y adulta inyectando unas dosis de violencia que va engrandeciéndose por momentos hasta llegar a un clímax encabezado por un fantástico John Goodman, que esta vez, es el agente encargado de desmantelar la "cédula terrorista". Un tipo que se enfrenta al eterno debate entre lo moralmente correcto y las órdenes de una autoridad.
La película se compone, llegados a ese punto, de escenas bien rodadas con toques sanguinolentos que nos presenta un terror real y escalofriante. Una cumbre tortuosa que tras alcanzarse, nos remite a un ingenioso epílogo reinado por una sarcasmo y una crítica social acerca del fanatismo religioso que conforman un desenlace efectivo y con gracia.
La película se compone, llegados a ese punto, de escenas bien rodadas con toques sanguinolentos que nos presenta un terror real y escalofriante. Una cumbre tortuosa que tras alcanzarse, nos remite a un ingenioso epílogo reinado por una sarcasmo y una crítica social acerca del fanatismo religioso que conforman un desenlace efectivo y con gracia.
No sólo Goodman está estupendo en su rol, sino que Michael Parks, quien se agenció el Premio a Mejor Actor en Sitges, realiza un trabajo interpretativo excelente encarnando al fanático católico. Asimismo, la ganadora del Oscar Melissa Leo, aunque con menos relevancia en la trama, defiende su papel como la descerebrada mujer del demente. Hasta tenemos un cameo del genial Kevin Pollak (Casino).
Como decía, Red State, sin llegar a ser una obra maestra ni nada de otro mundo, funciona. Posiblemente, para muchos no entre en los cánones de lo propio de alguno de los géneros en los que se centra la Semana de Cine Fantástico y de Terror donostiarra, pero siempre es grato encontrarse con cintas tan dignas como ésta en una programación en la que hasta ahora no ha brillado ningún título, porque parece ser que en esta XXII edición han reservado lo bueno para el final. Muestra de ello es que el martes se proyectaron Lobos de Arga (Juan Martínez Moreno) y la esperadísima Attack The Block (Joe Cornish), de las cuales en breve tendréis nuestras impresiones. Preparaos porque el cine del infierno sólo nos había dado a olisquear el azufre en sus primeros días, ahora habrá que probar el verdadero mal.
Sigue nuestra cobertura del festival.
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1 COMENTARIOS:
Felicidades. Me ha gustado la crítica y posiblemente la vea online.
En cuanto a lo de los festivales, creo que es el mejor momento para un festival de corte apocalíptico con temas como: las catastrofes naturales y tecnológicas, la crisis, el fundamentalismo, etc.
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