Crítica de cine: Donde viven los monstruos

Nota: 7

Lo mejor: Una puesta en escena muy cuidada y una banda sonora que se ajusta como anillo al dedo.

Lo peor: Como no sepas lo que vas a ir a ver al cine puedes salir con un cabreo bastante considerable.

Todo aquel que espere una cinta en la línea de Las Crónicas de Narnia, Un puente hacia Terabithia o La brújula dorada va a sentir que con esta película le están tomando el pelo. Y es que esa era la idea cuando La Warner le ofreció Donde viven los monstruos a Spike Jonze, la de realizar un taquillazo familiar con un director de prestigio que asegurara una calidad mínima a la historia (Jonze tiene dos nominaciones al Oscar de mejor guión).

Pero no puedes pretender que el responsable de las excéntricas -y a la vez geniales- Cómo ser John Malkovich y Adaptation: el ladrón de orquídeas, realice una cinta para todos los públicos dejando de lado su particular estilo de contar historias, y es que el cine de Jonze no es apto para aquel tipo de espectadores poco acostumbrados a que les desconcierten (algo similar ha pasado este mismo año con Moon de Duncan Jones) y Where the wild things are puede llegar a hacerse insoportablemente lenta, absurda e incluso incómoda si no vas advertido.

Para hablar de la historia voy a saltarme las dobles lecturas e ir, como diría mi abuela, directo "al ajo": Esta película va sobre un niño mentálmente perturbado que se imagina un mundo poblado por unas criaturas entre tiernas y tétricas para superar sus propios problemas. Tras una discusión familiar, Max escapa de casa y se adentra en un bosque que le abre paso al mundo fantástico donde se desarrolla la mayor parte de la película, en él conoce a unos seres que en un principio parecen poco amistodos, pero que no tardarán en poner su destino en manos del chaval nombrándolo su rey.

Cada criatura representa una faceta de su caracter, siendo Carol (Al que pone voz en la versión original el Soprano James Gandolfini) la violencia, Alexander (Paul Dano) la soledad, Judith la inseguridad o Douglas la víctima, y el argumento se centra en cómo el joven Max asume la responsabilidad de asegurar la felididad y cuidar de esos monstruos de 2 metros capaces de arrancar árboles de un manotazo.

El director explota las posibilidades estéticas del relato y confecciona unas criaturas que transmiten a la vez ternura e intranquilidad, siendo su diseño el aspecto que seguro dará más que hablar sobre esta cinta. La película está casi excluisvamente compuesta por secuencias del niño corriendo feliz por el bosque con los monstruos, escenas rodadas con impecable gusto y una banda sonora entre chillout y "modernilla" que transmite un buen rollo constante. Es ahi donde vemos cláramente al Spike Jonze formado en videoclips de artistas como R.E.M., Fatboy Slim o Yeah Yeah Yeahs.  Pero eso no quiere decir que Jonze escatime en violencia, ya que la película tiene una carga de agresividad que puede que no la haga adecuada para los espectadores más bajitos con sensibilidad a flor de piel (Un urra por los que nos educamos con Dragon Ball y Terminator 2)

El joven actor con nombre de intérprete de cine para adultos Max Records realiza uno de los mejores trabajos que he visto nunca en un niño, y el doblaje de los chavales de Muchachada Nui se ajusta por encima de lo esperado dejándo de lado las coletillas o tonos característicos del programa de La 2. En cambio los adultos Catherine Keneer y Mark Ruffalo, que interpretan a los padres, quedan aplastados en un segundo plano y dejan su aparición en la mera anécdota.

Muchos verán en esta película una historia entrañable sobre la infancia (que no para la infancia), rodada con un gusto excelente, y otros se pasarán los 98 minutos contando los segundos  que faltan para que esta frikada en la que no pasa nada termine de una vez por todas. Yo admito que pertenezco al primer grupo, pero no le otorgo una nota más elevada por eliminar a un porcentaje tan alto de la audiencia con sólo su planteamiento.

Dónde viven los monstruos es, en definitiva, una película para disfrutarla sin mayores pretensiones, que te puede hacer reflexionar o no, que se te puede hacer aburrida o no, pero que está hecha desde el cariño y los buenos sentimientos, aunque dichos sentimientos parezcan los de un marciano con una colección inmensa de gafas de pasta.

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