Crítica de TV: 'Los 100' (Temporada 2)

Un placer ya no tan culpable


Nota: 6,5

Desde que Battlestar Galactica nos dejó, muchos de nosotros nos hemos quedado desamparados incapaces de encontrar una serie de ciencia ficción que pueda rozar mínimamente la cota de calidad que marcaban Adama, Starbucks y nuestros amados Cylons. No han sido pocos los intentos de recoger ese testigo; sin embargo, el éxito ha sido muy discutido. Probablemente, el amago más sonado fue Terranova, un proyecto de la mano de Spielberg con un presupuesto elevadísimo que nunca supimos exactamente dónde fue a parar. Revolution, en cambio, nos presentaba una premisa interesante que muy a nuestro pesar se vino abajo desde el piloto con una aproximación al género más cercana a la infumable The Postman de Kevin Costner que a la magnífica The Road de Viggo Mortesen. Los 100, con todas sus virtudes, nunca podrá llegar al mismo nivel que Battlestar Galactica, pero gracias a su segundo año podemos afirmar que se ha consolidado como una serie de referencia dentro del género en la televisión actual.

Con dos años de existencia si algo podemos aplaudir de la serie es su valentía dado que ha sabido evolucionar constantemente sin ningún complejo y ser capaz de ofrecer algo nuevo al expectador. Tengo que admitir y estoy seguro que no soy el único, que de primeras me mostré muy excéptico con la serie dado que al estar protagonizada por adolescentes y siendo CW la cadena responsable podríamos encontrarnos de nuevo un exceso de hormonas en el ambiente que acabasen tumbando una buena premisa. Y si la primera temporada si que nuestras sospechas no eran infundadas, el segundo año ha sabido corregirlo en aras de focalizar la importancia en el relato de ciencia ficción que tenemos ante manos. Y es que como decíamos, si algo tiene el relato de Los 100 es su gallardía a la hora de saberse adaptar para ofrecer temporadas completamente diferentes pero con un nexo en común, la supervivencia.


El arca ya es pasado, y a pesar de ser todo un emblema dentro de la serie, los creadores no dudaron en sacrificarla para que los personajes pudieran seguir creciendo ya en la Tierra. No obstante, los auténticos protagonistas durante esta última remesa de episodios han sido los habitantes de la montaña. Qué duda cabe que desde el comienzo todos nos olimos la tostada de que no era oro todo lo que relucía, y es que dicha tensión ha sido llevaba de forma genial gradualmente durante todo el relato a medida que el instinto de supervivencia de Clarke iba abriéndose paso a través de las mentiras del Presidente Wallace. Estos supervivientes del Holocausto se ganan a pulso toda nuestra atención gracias en parte a la gran labor del veterano actor Raymond J Barry, que ha sabido crear los matices necesarios dentro de esta microsociedad que ha permitido no etiquetar a los personajes de forma burda y tradicional, a lo que se suma la estupenda ambientación setentera del búnker.

No obstante, si algo me sigue chirriando dentro Los 100 continúan siendo los nativos del bosque. A diferencia de lo bien caracterizados que están los hombres de la montaña, estos salvajes indígenas sólo se distinguen por los clásicos atuendos que también lucen los salvajes al norte del Muro en Juego de Tronos, con la diferencia de que acaban resultando poco verosímiles. Su comandante está muy lejos del interés que puede crear el Rey al Norte del Muro. Hay un problema de casting, por mucho que se esfuerce la bella actriz Alycia Debnam-Carey, un conflicto del que la serie sigue adoleciendo dado su target teenager al que va enfocado, especialmente en su primera temporada.


Al menos, no podemos quejarnos, dado que si el año pasado tuvimos casi la tentación de saltar del barco ante un exceso de ambiente revista Súper Pop, este año han mantenido los niveles de calidad MTV bajo mínimos y han dejado que el relato ocupe mayor protagonismo. Clarke se ha mostrado como la gran protagonista de la serie, erigiéndose como lider indiscutible de los antiguos habitantes del arca. Si The Walking Dead es actualmente la serie donde la supervivencia es la protagonista, Los 100 ha continuado esa línea desde el primer año, con decisiones imposibles que sólo Clarke, Jack Bauer y unos pocos son capaces de tomar. El precio del liderazgo y el coste de la supervivencia han marcado una temporada donde la actriz Eliza Taylor ha ganado en carisma. 

Desde luego, los hombres de la montaña han sido lo mejor de esta segunda temporada. El sadismo ha impregnado mucho los capítulos, dando a la serie un toque más retorcido del que los primeros compases demostraron. Como hemos dicho anteriormente, la serie de la The CW sigue pecando de ser demasiado dependiente de personajes excesivamente jóvenes con todo lo que ello acarrea, a lo que se añade el poco carisma de algunos roles -la madre de Clarke se ha ganado a pulso ser el carcater más insoportable del año-, lo que provoca picos y descensos de interés durante el visionado. Sin embargo, Los 100 ha conseguido ser una serie que ya no funciona como guilty pleasure, mostrando capacidad de invención y erigiéndose como la serie actual de ciencia ficción de referencia. Muestra de ello es su final, que vuelve a marcar un nuevo borrón y cuenta nueva y que, desde luego, ya ha logrado recuperar nuestra atención.

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