Nota: 9
Lo mejor: una fotografía espectacular y, sobre todo y ante todo, Javier Gutiérrez.
Lo peor: echarás de menos los subtítulos.
Esta misma noche La Isla Mínima,
con toda probabilidad, se alzará con el Goya a la Mejor Película
española del 2014, aunque no vayamos a chuparnos las pollas todavía,
caballeros, porque la Magical Girl de Carlos Vermut
podría arrebatarle un galardón que esta edición seguro que recae en las
manos merecidas, sean las de uno u otro director y es que, este año ha
sido especialmente fructífero para el cine español, que empieza a saber a
gloria y no a Guerra Civil, pandereta y Marios Casas sin camisetas. A
estas dos joyitas, podemos sumar también las otras nominadas: la entrañable Loreak, la digna El Niño o la divertida producción argentina-española Relatos Salvajes,
todas ellas merecedoras de alabanzas y aplausos, unas en mayor medida
que otras, pero loables en cualquier caso. Y no olvidemos, por supuesto,
la película que ha añadido el toque macabro a esta temporada, Musarañas (crítica aquí), cuyos directores Esteban Roel y Juanfer Andrés
optan al Goya a la Mejor Dirección Novel y lo cierto es que parecen ser
el caballo ganador, aunque dejémonos de predicciones y vayamos a lo
presente.
La realidad pura y dura es que La Isla Mínima es ya una puta OBRA MAESTRA de nuestro CINE, un thriller al uso ambientado en los albores de los años 80 en la España rural y cateta de la época con el que Alberto Rodríguez nos deja hablando solos ante la pantalla y reafirma así su posición como uno de los grandes directores de nuestra industria actual, un estatus que ya había asomado tras la exitosa Grupo 7, pero que todavía estaba por madurar.
Ya
no cabe duda alguna, el realizador nos ha ganado definitivamente con su
sexto largometraje, en el que continúa exprimiendo esa tendencia hacia
el género de acción y suspense a través de una historia centrada en un
par de polis madrileños, Juan (Javier Gutiérrez) y Pedro (Raúl Arévalo),
con unos principios bien distintos acerca de su profesión y de la vida,
que viajan a una remota aldea del sur aen las marismas del
Guadalquivir con el fin de investigar el caso de dos jóvenes
desaparecidas, lo cual les conducirá a relacionarse con los particulares
personajillos que habitan el lugar, que son los mismos que puedes
encontrar en el pueblucho de mala muerte de tus padres: la vieja loca de
los gatos, el grandullón corto de mente, la choni sueltita, el malote
de la moto, los primos incestuosos y demás arquetipos.
Estamos pues ante un relato policíaco clásico con un par de detectives de ciudad que se introducen en una ratonera para desentramar un crimen, pero es que ya no sólo la narración está construida de manera acojonante con la presencia constante de un ritmo y una tensión que te dejan las pelotas como canicas -y además con cierta carga social-, sino que como colofón, La Isla Mínima puede presumir de una fotografía espectacular que sumerge al espectador en esos campos anaranjados y ese paisaje amarillento agrícola en los que se desenvuelve la trama, aportando unos planos -ojo a los aéreos- que son una puta maravilla, así de claro.
El film de Alberto Rodríguez, quien también es el encargado de su guionazo, es un auténtico caramelito estético que debemos a Álex Catalán, quien ya colaboró con el realizador sevillano en Grupo 7 y del que ya me he hecho fan. Su currelo en combinación al de Julio de la Rosa (también miembro del equipo del mentado largometraje del 2012), que pone la música, configuran una cinta absolutamente magistral para los sentidos (lo del acento "andalú" con frases ininteligibles lo obviaremos) que muchos se han empeñado en comparar con la televisiva True Detective, y no únicamente por la manufactura.
Y es que, los dos personajes principales son como el maldito yin y el yang. Por un lado tenemos a Juan, un veterano agente, solitario, bebedor, rudo y con unos métodos poco ortodoxos que tiende a pasarse la ética profesional por el forro de los cojones. Por el otro, está Pedro, un hombre de familia algo menos experimentado que su compañero que respeta la moralidad y es algo más democrático. El caso servirá a ambos protagonistas para desmenuzarse mutuamente y llegar a conocer los miedos, los secretos y el sombrío pasado de su respectivo colega de placa.
Ni True Detective ni hostias en vinagre, Juan y Pedro no son Hart y Rust ni falta que les hace y es que más allá de una historia y unos caracteres ideados con bastantes diferencias respecto a los de la serie de Nic Pizzolato, ni Raúl Arévalo -así sin pensar, dime una película española en la que no salga-, ni Javier Gutiérrez tienen nada que envidiar a Harrelson y McConaughey y es que este par de actores están gloriosos en sus respectivos roles, con especial énfasis en el de Águila Roja, que nos ha dejado una semana sin poder mear ni gota y que de no ser el ganador esta noche del cabezón al Mejor Actor, me quedará claro que este país se va definitivamente a la mierda.
Lo descubriremos en unas horitas, pero nosotros desde La Palomita nos hacemos un all in por esta puñetera obra maestra no sólo de nuestro CINE en particular, sino también del género en general y, por qué no, del arte universal. Que la suerte os acompañe hoy, colegas, o lo que se va a quedar mínimo es nuestro respeto a estos premios.
Estamos pues ante un relato policíaco clásico con un par de detectives de ciudad que se introducen en una ratonera para desentramar un crimen, pero es que ya no sólo la narración está construida de manera acojonante con la presencia constante de un ritmo y una tensión que te dejan las pelotas como canicas -y además con cierta carga social-, sino que como colofón, La Isla Mínima puede presumir de una fotografía espectacular que sumerge al espectador en esos campos anaranjados y ese paisaje amarillento agrícola en los que se desenvuelve la trama, aportando unos planos -ojo a los aéreos- que son una puta maravilla, así de claro.
El film de Alberto Rodríguez, quien también es el encargado de su guionazo, es un auténtico caramelito estético que debemos a Álex Catalán, quien ya colaboró con el realizador sevillano en Grupo 7 y del que ya me he hecho fan. Su currelo en combinación al de Julio de la Rosa (también miembro del equipo del mentado largometraje del 2012), que pone la música, configuran una cinta absolutamente magistral para los sentidos (lo del acento "andalú" con frases ininteligibles lo obviaremos) que muchos se han empeñado en comparar con la televisiva True Detective, y no únicamente por la manufactura.
Y es que, los dos personajes principales son como el maldito yin y el yang. Por un lado tenemos a Juan, un veterano agente, solitario, bebedor, rudo y con unos métodos poco ortodoxos que tiende a pasarse la ética profesional por el forro de los cojones. Por el otro, está Pedro, un hombre de familia algo menos experimentado que su compañero que respeta la moralidad y es algo más democrático. El caso servirá a ambos protagonistas para desmenuzarse mutuamente y llegar a conocer los miedos, los secretos y el sombrío pasado de su respectivo colega de placa.
Ni True Detective ni hostias en vinagre, Juan y Pedro no son Hart y Rust ni falta que les hace y es que más allá de una historia y unos caracteres ideados con bastantes diferencias respecto a los de la serie de Nic Pizzolato, ni Raúl Arévalo -así sin pensar, dime una película española en la que no salga-, ni Javier Gutiérrez tienen nada que envidiar a Harrelson y McConaughey y es que este par de actores están gloriosos en sus respectivos roles, con especial énfasis en el de Águila Roja, que nos ha dejado una semana sin poder mear ni gota y que de no ser el ganador esta noche del cabezón al Mejor Actor, me quedará claro que este país se va definitivamente a la mierda.
Lo descubriremos en unas horitas, pero nosotros desde La Palomita nos hacemos un all in por esta puñetera obra maestra no sólo de nuestro CINE en particular, sino también del género en general y, por qué no, del arte universal. Que la suerte os acompañe hoy, colegas, o lo que se va a quedar mínimo es nuestro respeto a estos premios.
4 COMENTARIOS:
Un 9? De verdad? Espero que no les haya pintado el nacionalismo. Tendré que verla solo para comprobarlo.
No es para un 9...
Tampoco lo es si solo lo comparamos con películas españolas..
Ahora eso si, reconozco q no esta mal y q tiene buena fotografía..
Obra maestra, gracias Patri
Un saludo
¡Gracias a ti, Julen! ¡Un besazo!
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