Nota: 5
Lo mejor: Fernando Cayo como el Sargento Reyes.
Lo peor: 75 minutos es demasiado tiempo por episodio.
¿Que Telecinco se va a cascar una serie al estilo Twin Peaks o The Killing? ¿Y no sale Resines? ¡Pero que es esto! Muchas fueron las reacciones ante los primeros anuncios de Punta Escarlata, y los meses que iban pasando sin tener noticias de la serie no hacían sino confirmar esos malos presagios. Pero fue emitirse el piloto y quedarnos todos con cierto regusto incómodo. Como cuando algo en contra de lo que tenías cientos de prejuicios te acaba gustando lo suficiente como para recordar su día de emisión. Pues bien, esa es basicamente la sensación general que deja la serie, escasamente brillante pero bastante solvente, y sin duda, otro de esos pequeños pasos en la ficción de nuestro país ante los que tanto nos gusta asistir.
Tras el salto, el análisis de la primera y única temporada de Punta Escarlata.
Vaya, así que Telecinco finalmente lo ha logrado, pensaréis muchos. Pues no, ya que la cosa tiene truco. Punta Escarlata ha sido la gran perdedora de la fusión entre Telecinco y Cuatro, ya que la miniserie fue producida y rodada íntegramente por Globomedia bajo el mando de Cuatro (apreciable en los micrófonos de los periodistas en la serie), pero su estreno se vio congelado varios meses tras la adquisión del canal por Mediaset, que finalmente se lo adjudicó a su niña bonita Telecinco en un horario asesino que le ha deparado un injusto -que no terrible- 12% de media en los audímetros.
¿Y qué nos ofrece Punta Escarlata? Simplemente, una de esas historias de escenario cerrado (una localidad costera) y escasos protagonistas entre los que se esconde un asesino que espera ser descubierto. Tenemos al raterillo del pueblo, al hippie, al empresario, a la camarera, al médico, al jefe de policía y así hasta llenar el cupo de tópicos de recibo. En estas que irrumpen en la localidad dos policías guiados por las visiones de una niña, que asegura saber donde se encuentran los cadáveres de 2 chicas desaparecidas 8 años atrás en la localidad. Un descubrimiento que despierta de nuevo a la bestia que se esconde tras uno de los habitantes de Punta Escarlata.
Obviando el componente fantástico de las visiones, que no funciona, y que siendo benévolos se puede medio explicar por el especial vínculo que estableció la joven con el asesino de pequeña, todos los episodios siguen una estructura parecida, en la que uno de esos personajes es sospechoso con una trama propia con más o menos miga. Y lo cierto es que aún resultando una serie de misterio entretenida, no deja de ser víctima de su propia fórmula, ya que es obvio que los primeros sospechosos no van a ser el asesino.
Aún así, el pasaje en el que sospechan del jefe de policía y terminan descubriendo que en vez de un asesino es un corrupto justifica esta estructura un poco perezosa pero que ha servido para dar continuidad a una historia que fácilmente se podría haber ido por las ramas (¿Alguien dijo The Killing?).
Y con el modo paranoico encendido llegamos a un episodio final que cumple con la promesa de respuestas y resolución de tramas. Ahora es cuando toca preguntarse, ¿Ha merecido la pena el juego de pistas que ha ofrecido la serie para adivinar la identidad del asesino? Pues lo cierto es que no, ya que aunque ha sido un pasatiempo entretenido, la identidad del sujeto final parece casi escogida al azar por los guionistas con el único propósito de sorprender.
Hablamos de Picazo claro, al que de pronto le sale una mirada de psicópata que no puede con ella. Pero la cosa no queda ahí, ya que más allá de sus consabidos cómplices, también tenemos por la zona a un imitador, lo que da un total de 4 asesinos. Imposible adivinarlos todos. El último además, es nada más y nada menos que uno de los benjamines de la serie. Un asesino adolescente al que se le podía cazar por la cantidad de minutos en pantalla que le dedicaban sin escenas con demasiado contenido.
Pero más allá de lo justitos que andan con el argumento, el verdadero valor añadido de Punta Escarlata es un reparto de mucho más nivel al que estamos acostumbrados en televisión. No me refiero precisamente al protagonista Carlos Francino, inexpresivo y con una dicción tipo Loquendo, sino a practicamente todos los demás, desde un Antonio Hortelano que "Quimitiza" al policía con bastante salero hasta un Fernando Cayo inmenso o una Kira Miró que nunca molesta. Por no hablar del reparto juvenil liderado por Nadia de Santiago, capaz de levantar a un personaje que a punto está de cargarse la serie.
También nos encontramos con un producto bastante más cuidado de lo habitual en su apartado técnico. Con unos filtros de cámara que pueden gustar o no, pero que demuestran ese esfuerzo por acercar el cine a la televisión como mandan los tiempos actuales. Lo cierto es que se aprecia la intención de crear una atmósfera propia y no tenerle miedo a las escenas de acción, a las multilíngües, al montaje dinámico o a saltar brevemente a la comedia negra para airear la trama.
Como veis, Punta Escarlata tiene más virtudes que defectos, pero sigue siendo víctima de esa tendencia en nuestro país de realizar tv-movies en vez de episodios y que condiciona los guiones irremediablemente. Aún así, estamos ante otra de esas pequeñas piedras diferenciadoras que intentan evolucionar en nuestra televisión sin necesidad de violar el nombre de una serie mítica para terminar haciendo lo de siempre. Y es el tipo de esfuerzo que merece vuestra atención.
1 COMENTARIOS:
Como ya comente en el piloto, la serie tenias sus puntos bastante interesantes, pero viendo la duracion de caps, sabía que era complicado que dieran un cierre convincente.
Se agrede un cambio de registro de la clásica serie policiaca española. Y aunque es verdad que la fotografía es amarillenta tanto en interiores como exteriores es de agradecer que intenten dar una atmosfera a la serie aunque hay que mejorar.
Lo cierto es que ahora dudo que haya 2 temporada, ya que cuando comenzó rondo el 18 por cierto de share emitiendose despues de supervivientes y ha acabado con tasas del 12, lo veo complicado...
Publicar un comentario
Deja tu comentario, que somos pocos y cobardes...