Crítica de cine: Win Win, ganamos todos

No estaría yo tan segura


Nota: 5’5

Lo mejor: tiene partes cómicas y llega a entretener.
Lo peor: con cintas como ésta, la esencia del cine independiente se pierde deliberadamente.

Desde que empezó a distribuirse el cine considerado “indie” o independiente en Norteamérica, muchos lo han interpretado como una especie de refugio o vía de escape ante el aluvión de propuestas “transformers” que Hollywood fabrica en serie. El peligro de poner etiquetas pasa por dos estados contrarios: desde el no considerar demasiado el fondo de algo hasta atribuirle características falsas o inexistentes. Esto ayuda a desenmascarar así este nuevo género – casi puede considerarse como tal – que básicamente se ve cada vez más limitado a propuestas amables de final feliz. Ya lo avisa el título (Win Win Ganamos todos) de la película que tratamos aquí, todos van a salir bien parados. El problema, según mi humilde opinión, está (una vez más) en la avaricia humana y su afán recaudatorio. Pronto se descubrió que también el cine indie podía ser un filón de cara al público y su bolsillo. Así, con la aparición de cada vez más autoproclamados festivales de cine independiente, se jode el invento y comienzan a manufacturarse más y más cintas de corte similar y final placentero apto para todos los públicos, pero eso sí, con una bonita etiqueta que reza “indie” y ayuda a atraer “otro” tipo de público. 


Suele ser en épocas de crisis que la gente saca lo mejor de sí misma (solidaridad, apoyo, cooperación, etc)…O no. Así de ambivalente es el caso de Mike, el protagonista de Win Win, interpretado por Paul Giamatti (Entre copas, 2004, American Splendor, 2003). Mike es un entrenador de lucha libre en su tiempo de ocio y abogado de oficio que asume la tutoría de Leo (Burt Young, que nos suena de Érase una vez en América, 1984 o Rocky, 1976) un anciano declarado incapacitado por el estado. Tan desesperada es su situación económica que no ve otra solución que embolsarse la asignación mensual del anciano al que se encarga de cuidar. Por supuesto, la cosa se complica con la aparición de su nieto Kyle (Alex Shaffer) quien “por casualidad” no sólo practica el mismo deporte al que Mike se dedica sino que resulta ser bastante bueno en él.  

Aunque Tomas McCarthy no destaque especialmente por el tipo de historias que ofrece, sí lo hace por la construcción de los personajes que las protagonizan. Si en su debut – The Station Agent (2003) – el protagonista era un enano aquejado de raquitismo cuya única obsesión eran los trenes y pasar desapercibido, en The Visitor (2007) era un profesor universitario cuya vida cambia por completo al verse involucrado en el destino de unos jóvenes inmigrantes; y en ésta última, Win Win, es la figura enigmática del adolescente descarriado con talento la que nos mantiene enganchados a la pantalla. Kyle, el chico protagonista, comparte con estos personajes anteriores ese aura de soledad y marginación que les suscita el estar acuciados por desgracias personales. MacCarthy ha demostrado ser capaz de erigir personajes complejos, humanos, enigmáticos y entrañables. Consigue con naturalidad que el espectador conecte con ellos y su intimidad, y eso ya es algo. 


Habrá quienes se pregunten qué fue de la estela proyectada por Cassavetes, Jodorowsky, DiCillo, etc. Resulta obvio que no es posible igualar algo hecho en el pasado…pero alargar un poco el testigo y adaptarlo a los tiempos que corren, eso sí. Como en todos los géneros, no es una sorpresa que también en el cine indie nos encontremos ovejas negras. No necesariamente la cinta debe tener un final amargo para ser elevada al altar cinematográfico de los intelectuales, pero sí debe ser consecuente con la temática que presenta, que a menudo presume de ser controvertida y/o polémica. Es difícil incluir un tema así en un argumento y pretender que el filme termine bien. Más que difícil, es poco realista; con lo cual, nos encontramos ante el subgénero más comercial del cine independiente, en este caso ejemplificado con la película que nos atañe ahora, Win Win y seguida de cerca por ejemplos recientes como The kids are alright y The Company Men entre otras. Win Win es una película entretenida, a ratos hasta divertida, pero falla en la ejecución pecando de ser poco realista y arruinando una base sólida con un tono demasiado optimista.

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2 COMENTARIOS:

Pablo de los Rios dijo...

Llevo insinuando esto sobre la decadencia del cine indie siempre que puedo pero esto es casi un estudio en toda regla. Que bueno.

Paulo Kortazar B. dijo...

Análisis a extender al ámbito Musical y en menor medida al Literario. Aunque prácticamente no existe la etiqueta ‘Indie’ en este último.

Lo que si observo, debido los tiempos que corren, es cierta ligereza de propuesta temática o de contenido. Parece que en ‘Win Win’ se produce así, aunque he de confesar que no la he visto aún. Me refiero a tocar temas que simulen una reflexión, una toma de contacto con problemas sociales. Pero siempre desde el optimismo, a costa de sacrificar una mirada sincera – por muy violenta y cruda que sea. Lo que a la larga se traduce en cierta insuficiencia. En resumidas cuentas: intentar conciliar la necesidad artística de confrontar al espectador con un problema real, con la necesidad ‘mercantil’ (para entendernos) de hacer que el espectador se sienta confortable y entretenido más que perturbado. Veremos como si también ocurre en este film.

'The Station Agent' me gustó pero más bien debido a la participación de Tyrion Lannister.

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