Crítica de cine: Buscando a Eric



Nota: 6


Una critica de Iván Alonso, periodista colaborador de El Correo y también de La Palomita Mecánica.

Curiosamente la mejor escena de la nueva película de Ken Loach, "Buscando a Eric", no la ha rodado el director británico sino que pertenece a la rueda de prensa que el jugador del Manchester United, Eric Cantona, pronunció en 1995 ante los periodistas, cuando se disponía a aclarar las circunstancias que rodearon su famosa agresión a un aficionado que lo increpaba. "Cuando las gaviotas siguen al pesquero, es que piensan que van a caer sardinas al mar", soltó el futbolista y actor ocasional ante una abarrotada sala de prensa con su eterna sonrisa autosuficiente. La escena aparece en los títulos de crédito y resume la desilusión que este crítico se llevó ante una película en la que la anunciada presencia autoparódica del delantero se vendía como su mejor baza, pero que nunca acaba de arrojar las sardinas por la borda para la alegría de las múltiples gaviotas que sobrevolabamos ese mar que es la pantalla de cine.



El argumento del filme es sencillo. Un cartero inglés con graves problemas de autoestima, un brote de esquizofrenia y unos hijos adoptivos que cuestionan su autoridad recibe la milagrosa, casi mariana, visita de Eric Cantona, su ídolo, en su cuarto (porro entre medias mediante) para darle consejos, enderezar su existencia, sacar a los adolescente del serio problema de la violencia y, ya que estamos, recuperar a su ex mujer con la que comparte los cuidados de su nieta en común. Nada pues, por ahora, distinto de lo que la dupla Loach-Paul Laverty -director y guionista respectivamente- nos vienen ofreciendo en su seis últimos trabajos en común: retratos desesperados de la Inglaterra menos acomodada tras el tacherismo, amargas descripciones del desencanto de la ´tercera vía´  y denuncia de la violencia soterrada, el nihilismo juvenil y el racismo intravenoso que recorre una sociedad partida con graves problemas de identidad.



Si `El viento que agita la cebada´ (Ken Loach, 2006), su anterior trabajo, se alejaba de estos parámetros para volver a recordar los orígenes del drama noirlandés, `Buscando a Eric´ prometía un relajamiento de la `Loach trade mark´, que ha convertido a este cineasta en el más explotado en los institutos y los ciclos de cine social comprometido, cuando su cine pudo haber sido a un tiempo escuela de modelos humanos y una autoafrimación del particular `estilo británico´, cineastas intensos y estéticos, filemáticamente irónicos, dispuestos a desentrañar las fallas de una sociedad emocionalmente vacía que ve perdido su lugar en la historia tras la II Guerra Mundial. El juego de espejos con la cinta de Woody Allen `Sueños de seductor´(Herbert Ross, 1972), donde era el mismísimo fantasma de Humphrey Bogart quien daba consejos a un descentrado Allen para mejorar su relaciones con las mujeres aplicando el rudo código años 40, anunciaba una gozosa comedia salvaje con un Cantona riéndose de sí mismo y convirtiendo al pequeño cartero Eric en un alter ego del futbolista, dispuesto a subirse el cuello de la camiseta, ponerse el mundo por montera y acabar dominando con mano férrea a su familia y reconquistando a la mujer de su vida.

Presunción errónea. La presencia en pantalla de Cantona es testimonial, y Laverty y Loach se pliegan como mansas ovejas a un frío guión elaborado en uno de sus ataques de conciencia social que, en cada escena de Cantona con el actor Steve Evetes en pantalla, pide a gritos que esos momentos se alarguen, que se trabaje más la parodia, que, en definitiva, por una vez las preocupaciones sean apartadas en pos de un largo homenaje a la despreocupada comedia de situación californiana, alegrementa tonta y feliz, donde los amores imposibles son reconciliados y donde la voluntad, lo inocente y lo verdadero, obtienen su recompensa.



Si a esto añadimos el pobre concepto visual de Loach, con escenas fracasadas, torpemente oscuras, en agobiantes primeros planos insulsos, que no son capaces ni de aprovechar un animado rock and roll cuando se conocen de jóvenes los protagonistas para desplegar un ejercicio de estilo, ni de abandonar en las partes que discurren en la casa del protagonista la deprimente atmósfera de piso de la clase media y la inexplicable decición de no aprovechar a Cantona más que para una, e irrelevante, escena de exteriores, sometiéndolo a reclusión monacal durante la mayor parte de sus intervenciones, la poca ilusión que podía caber con este `Buscando a Eric´ desaparece al ritmo que su estrella invitada y productor ejecutivo se desvanece de la pantalla para dar paso a un confuso, aburrido, mcguffin alrededor de una pistola que uno de los hijos adoptivos del cartero Eric esconde en su piso, y que provoca la catarsis final, reparadora como todas las que se precien, pero que llega cuando el público hace tiempo que se ha divorciado de la propuesta.

“Cuando las gaviotas siguen al pesquero, es que piensan que van a caer sardinas al mar”. En efecto, cuando los drogotas del cine oímos que Cantona se presenta voluntario para reírse de sí mismo en una cinta, esperamos precisamente eso, una vuelta de tuerca a la maravillosa ‘Cómo ser John Malkovich’ (Spike Jonze, 1999), un follón similar a ‘El ladrón de orquideas’ (Spike Jonze, 2002), un avance de la esperada ‘Cómo ser Stanley Kubrick’, una aproximación al menos al telefilme ‘Llámame Peter’ (Stephen Hopkins, 2004), una disección en la línea de ‘The Queen’ (Stephen Frears, 2006) o una fiesta salvaje como ‘El último gran héroe’ (John McTiernan, 1993). No hay nada de eso. Película confusa que no sabe si divertir o instruir, si convertirse en una delicada joya más de videoteca de instituto o en una irreverente farsa sólo apta para llevar a escondidas en la mochila e intercambiarla junto a los porros, las revistas porno y los cromos de fútbol.

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3 COMENTARIOS:

Tximinoman dijo...

que lastima... si eso es asi a mi tambien me engañaron con el trailer

Iván Alonso dijo...

Mucho me temo que sí, camarada. En el trailer, de hecho, están los mejores momentos.

Anónimo dijo...

me encantó!!!

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