De tal palo, tal leyenda
Qué mejor plan para ir dando la bienvenida a un fin de semana de sexo (siempre que no seas vasco), drogas y rock'n roll que cerrar el homenaje dedicado al aventurero del CINE por excelencia que iniciamos hace unas semanitas (primera entrega aquí y segunda en este otro enlace), así que deja de tocarte el "Fassby" y echa un ojo a esto antes de que te quedes ciego del todo, amigo.
Y es que La Última Cruzada también es sexo, sexo del que se disfruta de principio a fin, del que no te deja con las ganas, del que permanece en el recuerdo, del pasional, ése de la despedida con sabor agridulce, porque sabes que es el adiós definitivo a un amante que, aunque no es el último (ley de Hollywood), nunca volverá a ser el mismo. Tendrá otros rostros, otras manos, otra voz y ni de lejos lucirá igual de bien el sombrero que el original, pero no queda otra que aceptarlo. This is the end, colega.
Al menos, el broche que cierra la trilogía es una auténtica gozada con un invitado de lujo: el ex 007 Sean Connery. Indy no podría haber tenido un padre más molón para acompañarle en esta nueva incursión que funciona ya como secuela de la primera entrega. Si En Busca del Arca Perdida situaba la trama en 1936 y en El Templo Maldito viajamos atrás en el tiempo hasta los inicios de los años 30, en La Última Cruzada volvemos a avanzar en la época y nos colocamos en 1938. En esta ocasión, nuestro osado protagonista deberá lanzarse a la búsqueda de su padre, a quien guarda cierto rencor desde la tierna infancia debido a la obsesión de su progenitor por el Santo Grial, lo que dejaba en un segundo plano sus responsabilidades paternas. Donovan (Julian Glover), un millonario que ha realizado importantes donaciones al museo, acude al héroe para contarle que su padre, a quien había contratado para localizar el legendario cáliz, se encuentra desaparecido. Las pistas que irá recopilando para hallar al veterano le conducirán a Italia, a la Alemania nazi o a Jordania.
Qué mejor plan para ir dando la bienvenida a un fin de semana de sexo (siempre que no seas vasco), drogas y rock'n roll que cerrar el homenaje dedicado al aventurero del CINE por excelencia que iniciamos hace unas semanitas (primera entrega aquí y segunda en este otro enlace), así que deja de tocarte el "Fassby" y echa un ojo a esto antes de que te quedes ciego del todo, amigo.
Y es que La Última Cruzada también es sexo, sexo del que se disfruta de principio a fin, del que no te deja con las ganas, del que permanece en el recuerdo, del pasional, ése de la despedida con sabor agridulce, porque sabes que es el adiós definitivo a un amante que, aunque no es el último (ley de Hollywood), nunca volverá a ser el mismo. Tendrá otros rostros, otras manos, otra voz y ni de lejos lucirá igual de bien el sombrero que el original, pero no queda otra que aceptarlo. This is the end, colega.
Al menos, el broche que cierra la trilogía es una auténtica gozada con un invitado de lujo: el ex 007 Sean Connery. Indy no podría haber tenido un padre más molón para acompañarle en esta nueva incursión que funciona ya como secuela de la primera entrega. Si En Busca del Arca Perdida situaba la trama en 1936 y en El Templo Maldito viajamos atrás en el tiempo hasta los inicios de los años 30, en La Última Cruzada volvemos a avanzar en la época y nos colocamos en 1938. En esta ocasión, nuestro osado protagonista deberá lanzarse a la búsqueda de su padre, a quien guarda cierto rencor desde la tierna infancia debido a la obsesión de su progenitor por el Santo Grial, lo que dejaba en un segundo plano sus responsabilidades paternas. Donovan (Julian Glover), un millonario que ha realizado importantes donaciones al museo, acude al héroe para contarle que su padre, a quien había contratado para localizar el legendario cáliz, se encuentra desaparecido. Las pistas que irá recopilando para hallar al veterano le conducirán a Italia, a la Alemania nazi o a Jordania.
Steven Spielberg le cuenta a Harrison Ford el chiste del teto... Una vez más |
Este conflicto padre-hijo no es nuevo para tito Stevie, cuya tendencia a reflejar esta problemática en cada una de sus películas nos conocemos de sobra (ahí tenemos E.T. o Hook), y es que también es sabido por todos que el director mantuvo con su progenitor una relación igualmente complicada. Traumas del pasado que, en este caso concreto, le impulsaron a proponer la idea de introducir al padre del arqueólogo, aunque inicialmente esta noción ya fue sugerida de forma ligera por Lucas. La propuesta, además, convenció a Ford, quien aseguró que no volvería si el script no le resultaba lo suficientemente bueno (ojalá hubiera pensado lo mismo en El Reino de la Calavera de Cristal).
Sean Connery les define el tamaño de sus testículos a Spielberg y Ford |
Así, Jeffrey
Boam, filtró a Henry Jones en la trama del libreto que reelaboró a
partir del confeccionado por Chris Columbus y Menno Meyjes, un guión
que, por cierto, estuvo a punto de basarse en la leyenda china del Rey
Mono, que inspiró a Akira Toriyama para crear Dragon Ball y sobre la
que tuvimos esa horro-creación humana en forma de largometraje que daba
vergüenza ajena.
Ford sospecha que Connery oculta algo bajo la mesa. |
En esta edición en particular,
Spielberg explicó que trataba de reconciliarse con una audicencia y una
crítica a la que El Templo Maldito le había parecido una producción de
menor calidad que la vista en la centrada en El Arca de la Alianza, así
que quiso enmendar errores y no sólo rodó la cinta para finiquitar la
trilogía, sino que para el cineasta fue una manera de disculparse. Con
ese objetivo de redención, el equipo trató de recuperar la esencia de la
primera película, En Busca del Arca Perdida, de ahí la inclusión de
nazis en la trama, que, por otro lado, no es tan imaginada como pueda
parecer, porque es un hecho real que los alemanes crearon una
organización concebida bajo el nombre de "Ahnenerbe" en 1935 cuyo único
fin era hallar reliquias arqueológicas que demostraran la superioridad
de la raza aria. Incluso Hitler preparó un lugar específico para
conservar los hallazgos.
Nadie sabe qué hace Willow (Warwick Davis) en el set, pero esta foto es ÉPICA |
Una vez más, guiño para los "warsies" |
2 COMENTARIOS:
Gracias Patricia por recordarnos esta trilogía tan increíble, casi casi mejor que el sexo jajaja.
La foto con Willow después de pensarlo un poco quizás no sea tan descabellada. Quizás el rodaje de ambas coincidió en el tiempo y Lucas se pasó con su estrella (como productor, claro, recordemos que es de Ron Howard) a curiosear por el rodaje de su amigo Steve (también participaba, claro). Lo he mirado... los años son los mismos: 88 y 89, ¿quizás coincidieron los decorados y exteriores? Imdb al canto. ¿Lo puede mirar alguien?
Mi favorita es la primera, pero ojo, no porque esta me guste menos, si no porque siempre me ha encantado al arqueología y desde luego en la primera con el medidor de ángulos y distancias, la libretilla donde anotaba, el cepillo para quitar el polvo... cosas de la arqueología... el Marcus Brodi, que no era tan tonto. Lo hicieron más comercial, está claro... y ¡funcionó!
Gracias de nuevo por comentarnos estas joyas. Por cierto, si alguien hace algún día una cuarta entrega con Harrison Ford (ya veremos qué pasa con los remakes), llámame para que le partamos las piernas.
A ti por leértelos todos, Daga. Luego, si tengo un rato, me miro lo que comentas sobre Willow e Indy. ¡Un abrazo y mil gracias!
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