Especiales de La Palomita: Indiana Jones (II) - 'El Templo Maldito'

Y éste va porque estamos de los Goya hasta la...


No sé tú, pero yo estoy hasta los huevos de los Goya, así que vayamos a lo realmente importante de una puñetera vez: Indiana Jones, ¿por qué? Porque lo digo yo y porque da la casualidad de que hoy el gran maestro John Williams cumple 83 años durante los cuales, además de la mítica banda sonora de la saga del arqueólogo, también nos ha regalado una multitud de melodías que han pasado a la Historia: Star Wars, Superman, Tiburón, La Lista de Schindler, E.T., Jurassic Park y un largo etcétera que lo han convertido ya en una auténtica leyenda viva del CINE cuyas composiciones continúan, a día de hoy, emocionándonos como la primera vez que acariciaron nuestros oídos para perpetuarse eternamente en nuestra memoria. En fin, que me pongo tontorrona y es domingo de ascopena, así que aprovechemos el aniversario del amigo para proseguir con nuestro particular homenaje al cazatesoros más icónico de la gran pantalla -y mi ÍDOLO particular- nacido del matrimonio Spielberg-Lucas (podéis refrescar la primera entrega del reportaje aquí).

Cruza el salto para continuar, que todavía no he acabado contigo, maldito.

Indiana Jones y El Templo Maldito se estrenó tres años después de su predecesora, en 1984, pero ojo, que es una precuela, y es que Lucas, esta vez, pasaba de meter en el tinglado nuevamente a los nazis, así que decidió situar su trama en un tiempo anterior a los acontecimientos vividos en En Busca del Arca Perdida, pero esta vez no contó con la brillante pluma de Lawrence Kasdan, quien rechazó el proyecto porque pensaba que "era horrible, muy mala. No hay nada agradable en ella. Creo que Temple of Doom representa un período caótico en las vidas de los dos [Lucas y Spielberg], y la película es muy fea y mezquina", hay que joderse, qué carácter.

Finalmente fueron Willard Huyck y Gloria Katz, conocedores de la cultura hindú y a través de una historia del propio Lucas, los que se hicieron cargo del libreto de la nueva película y, aunque la pareja pecó de confeccionar un guión con algunos ligeros defectos, lo cierto es que terminaron realizando un trabajo sobresaliente que si en un principio no fue del todo bien encajado por la crítica debido a ese tono marcadamente macabro (fue calificada como PG-13 debido a la famosa escena del "kalimaaa, kalimaaa"), sí ha sido merecidamente reconocido con el paso de los años y es que, esta vez, no era el público el que se equivocaba, ya que resultó ser todo un exitazo en taquilla (¡chupáos esa, Boyeros del mundo!).

Kate Capshaw, Steven Spielberg, George Lucas y Harrison Ford flipándolo con la hierba hindú
Y no es de extrañar, ya que la secuela mantiene la fabulosa línea del Indy que ya conocimos en En Busca del Arca Perdida al entremezclar de nuevo la acción, la comedia y el romanticismo en una perfecta conjunción de elementos que la transforman en un auténtico frenesí de emoción, entretenimiento y locura a través de unos estupendos efectos especiales que le valieron el Oscar, y una vez más, la trepidante y efectiva composición sonora del ya mentado súper John Williams, que por segunda vez y tal y como sucedió con la primera cinta de la franquicia, fue nominado y tampoco ganó (¡qué cabronazos!).

Todo lo dicho directo a la coctelera sin olvidar ese citado semblante oscuro que la diferencia de su madre y que Stevie y Lucas relacionan con sus respectivos bajones de ánimo tras sus fracasos sentimentales de aquel entonces. Además, Lucas quiso seguir la misma estrategia que con El Imperio Contraataca y producir una continuación más oscura que la primera entrega, lo que, seamos sinceros, mola mogollón y hasta acojona un poquito. Corazones arrancados de cuajo que continúan latiendo fuera del cuerpo, niños que son secuestrados para ser explotados, sesos de mono y gusanos para comer o un canijo hindú más cabrón que Joffrey Lannister son algunos de los turbios detallitos que encontramos en El Templo Maldito, en el que Indi aterriza (y nunca mejor dicho) de pura causalidad.

Spielberg arrimando cebolleta y la versión pequeña de Jackie Chan jodiendo el momento de intimidad
Y es que todo comienza cuando nuestro protagonista viaja al Shanghái de los años 30. Allí, el arqueólogo se reúne con un el dueño de un club nocturno para hacer un intercambio de reliquias, pero el chino se la pega y tiende una trampa al cazatesoros para tratar de quedarse con los dos objetos. En el local se lía parda, así que el aventurero tiene que salir corriendo llevándose consigo a la bella, pero quejica cantante Willhemina "Willie" Scott (Kate Capshaw), quien lleva en su escote el antídoto que puede salvar a Indy del veneno que minutos antes han vertido en su copa, y a Tapón (Jonathan Huy Quan), un niño oriental precoz con concimientos de karate y un poco cabroncete que los recoge en un coche. Los tres acaban, tras una serie de catastróficas desdichas, en la India, donde el sacerdote de un pequeño poblado, azotado por la sequía y la hambruna, le cuenta a Indy que el culpable es el nuevo Maharajá del Palacio Pankot, un adorador del mal que envió a sus esbirros para arrebatar a los habitantes una mística roca de río que mantenía fértil su tierra. No sólo eso, sino que, además, los hombres del gobernante están raptando a todos los niños de la aldea. El héroe y sus acompañantes tratarán de ayudar a los angustiados habitantes.

No obstante, nada de esto se hubiera ideado de esa manera si los chinos le hubieran permitido a Lucas rodar en la Muralla China, en donde tenía planeada una especie de Indy meets Jurassic Park, con una secuencia inicial en la que el aventurero atravesaba la muralla en motocicleta y terminaba descubriendo un valle oculto con dinosaurios. Muy heavy el asunto.

Spielberg le explica a Capshaw que el tamaño de la mano dice mucho de un hombre
Tras la negativa de los mandarines, Lucas barajó otras posibilidades como un argumento relacionado con la leyenda del Rey Mono o una historia ambientada en un castillo encantado escocés, pero Spielberg le comentó que meter fantasmas y demás recordaba demasiado a Poltergeist (producida, como ya sabrás, por el propio Stevie), así que descartaron la idea y se decidieron por el templo de la India que hoy en día conocemos.

También se desechó el plan de Stevie, quien quería traer de vuelta a Marion e introducir en la trama al padre de ésta, mientras que Lucas pensaba en una joven y virginal princesa para el puesto de chati del film. Al final Spielberg cambió de opinión y en lugar de aquella morenaza todoterreno que es Karen Allen, se optó por todo lo contrario, una rubia "tonta" y pija a la que encarna Kate Capshaw, que está graciosílla en su rol, pero nada que ver con su antecesora. De hecho, su actuación (inspirada, según ella, en esa joyita que es La Reina de África) recibió duras críticas y hasta algunos aseguraron que fue el papel que torció su carrera profesional. Al menos, a la chica, que se impuso a Sharon Stone en el cásting, no le salió del todo mal la jugada, ya que gracias a este trabajo conoció a maese Stevie y contrajeron matrimonio. Como anécdota añadir que su personaje recibió el nombre de "Willie" en honor a la cocker de Spielberg, tal y como hizo Lucas con Chewbacca.

Dos horas después, Capshaw sigue tratando de entender lo de la mano
No es el único rol que heredó el nombre de un perro, ya que el entrañable Tapón ("mucho divertido") se bautizó igual que el chucho del guionista Huyck. Para este pequeño mamoncete se fichó a Jonathan Huy Quan, que también cumple con la parte que le toca sin desentonar, aunque para lo único que le sirvió es para repetir con el realizador en Los Goonies (en la piel de Data) y eso que tuvo que competir en las pruebas de audición para la del cazatesoros contra 6.000 mocosos, pero a Stevie le convenció la personalidad del chaval de once añitos, que hasta se improvisó la escena de cartas que aparece en el film. Hoy, posiblemente, sea el mismo que te sirve el "alosssh con pollo, chiii, alosshh, chiii" en el Wok del barrio y no te estés dando ni cuenta.

Y cómo olvidar a ese terrorífico hechicero, Mola Ram, a quien da vida Amrish Puri, quien con esa cornamenta de vaca y esa cabecita reducida parecida a Celia Cruz da más mal rollo que un encuentro fortuito con Danny Trejo en un callejón.

Aunque los que de verdad se pusieron de muy mala leche fueron las autoridades de la India, que también denegaron al equipo la posibilidad de rodar en el norte del país, puesto que se sintieron ofendidos por el argumento de la película, que además tacharon de racista, así que a pesar de  que alguna que otra escena pudo filmarse en Sri Lanka (al hotel llevaron un par de serpientes que tuvieron que registrar con los nombres de Sr. y Sra Longfellow -"Sr y Sra Larguirucho"- porque no fueron bien recibidas en el lugar), a Spielberg y Lucas no les quedó otra que rodar el 80% de la cinta en espacios interiores dentro de unos estudios de Inglaterra con la ayuda de maquetas y demás truquillos (la famosa escena de la mina se filmó en una montaña rusa con marionetas), con lo que el presupuesto para poder producir el largometraje tuvo que ampliarse.

Cuando Indy no busca tesoros, trafica con la droga
No fueron los únicos contratiempos, ya que el pobre Harry también tuvo algún que otro un percance y es que mientras montaba un elefante, el actor sufrió una grave hernia discal que le dejó bastante tocado. "Apenas podía mantenerse en pie, a pesar de lo cual estaba allí todos los días para que el rodaje no se detuviera. Sufría grandes dolores, pero intentaba que todo saliera adelante", decía Lucas, quien al final tuvo que pausar la producción para que Ford se recuperase del todo.

Ése no fue el único susto que se llevó Han Solo. Cuando Ford se encontraba en pleno rodaje encadenado, Barbra Streisand se personó en el plató vestida de cuero y armada con un látigo. Comenzó a fustigar al actor mientras le gritaba: "¡Esto es por Hanover Street! ¡La peor película que he visto jamás!". De repente, Carrie Fisher entró corriendo en el set para defender a Ford de la cantante y como colofón final, el director de El Imperio Contraataca, Irvin Kershner, se unió a la fiesta lanzando sonoras críticas a Spielberg por el caos descontrolado de su plató. Los cabronazos estaban gastándoles una "bromita".

Pero para graciosos, los tradicionales guiños con los que nos tiramos el rollo "cañeando" con los colegas y aquí, como sucede en En Busca del Arca Perdida, no falta el que homenaje a Star Wars (¡¡SEEEEH!!), que esta vez se encuentra en el nombre del club que aparece al inicio de la película, "Obi-Wan".

Y aquí el guiño a Star Wars
A estas pequeñas chorraditas que nos regalan los realizadores, también se suman los igualmente habituales cameos, que en esta ocasión son protagonizados por el cazafantasma Dan Aykroyd, el productor Frank Marshall o el propio Spielberg, todos ellos deambulando por el aeropuerto que aparece en la película.

Aunque la curiosidad que más me flipa es la historia del "Wilhelm". Por si resulta que eres un inepto como yo y no tienes ni la menor idea de lo que significa "hacerse un Wilhelm", la expresión tiene su origen en 1951, fecha en la que fueron grabados una serie de gritos para una escena de Tambores Lejanos, del gran Raoul Walsh. Concretamente, ésa en la que un hombre es mordido y arrastrado bajo el agua por un cocodrilo. Dicha grabación, cuyo autor fue el actor Sheb Wooley, se archivó en la galería de efectos de sonido de la Warner.

El grito en cuestión era éste:


Un día cualquiera, el bueno de Ben Burtt, diseñador de sonido de Star Wars y, cómo no, de Indiana Jones, encontró la grabación y la bautizó como "Wilhem" en honor a un personaje que emitía ese mismo grito en el film de 1953, La Carga de los Jinetes Indios (Gordon Douglas). Desde entonces, el sonido se ha convertido en la firma personal de Burtt y lo ha ido incluyendo en un montonazo de películas en las que ha trabajado, manteniendo viva la leyenda.

Y te estarás preguntando en qué películas, pues entre ellas el Episodio IV: Una Nueva Esperanza de la saga galáctica (en aquella escena en la que Luke dispara a un soldado de asalto que cae por un precipicio justo antes de que él y Leia lo crucen con la ayuda de un gancho) o en la posterior El Imperio Contraataca (durante la batalla de Hoth, en el momento en el que la plataforma láser de un soldado rebelde es alcanzada y explota). También los hay en El Retorno del Jedi, Poltergeist, Willow, Batman Returns, Reservoir Dogs, Toy Story e, incluso, en El Señor de los Anillos: Las Dos Torres, pero te dejo que descubras algunos de ellos por ti mismo en esta recopilación:


En Busca del Arca Perdida ya incluía un "Wilhelm" y en el Templo Maldito hay tres personajes que se marcan uno: el músico de la orquesta del club Obi-Wan cuando Indy es lanzado contra la banda; el conductor del coche de Lao-Tse durante la persecución por Shangái y el propio Mola Ram al caer por el puente colgante y ser devorado por los cocodrilos.

En fin, que espero que te haya quedado clarinete lo que es "hacerse un Wilhelm", que no tiene nada que ver con la masturbación, aunque por encima de eso, lo que de verdad espero, joven Padawan, es que hayas disfrutado de esta segunda entrega del homenaje a Indy tanto como una ladilla en los huevos de Chewbacca.

TO BE CONTINUED...

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1 COMENTARIOS:

Richi dijo...

Casualidad o no, este finde me he visto las tres partes, cosa de "todopoderosos" y efectivamente es la mas oscura de las tres, pero como toda la trilogía inicial es un entretenimientos puro y duro. Tantas escenas han pasado a ser clásico del cine, y pocas películas se me habían grabado tanto en la retina. Eso si, quizá la edad ha hecho mucho, pero la ultima cruzada ha pasado a ser la que menos me gustaba, es decir un 9, a ser junto con el templo maldito las que mas. Esta claro que la cuarta ni la considero.

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