Nota: 5
El temprano final de 24: Live Another Day, tras doce episodios igual de trepidantes que los de antaño, ha servido para dejar en evidencia lo huérfanos que estamos de héroes de acción en la pequeña pantalla. Dentro de lo que podríamos considerar un tono dramático lo suficientemente potente como para introducir sus propuestas en las ligas mayores, el productor Howard Gordon parece el único empeñado en llenar dicho hueco. Creador no sólo de 24 sino también de Homeland, al mismo tiempo que se agotaba la premisa de la serie de Carrie Mathison (que aún así regresará un cuarto año), Gordon ha decidido diversificarse más que nunca. Hace tan sólo dos meses nos traía la exótica Tyrant, hasta cierto punto recomendable, mientras que ahora naufraga con Legends, un anodino intento por repetir el éxito de la ficción de Jack Bauer.
El análisis de su episodio piloto, tras el salto.
El análisis de su episodio piloto, tras el salto.
Lo primero que se nota en
la nueva propuesta de Howard Gordon son los problemas que ha atravesado su
producción, con fallos de continuidad encarnados en el peinado mutante del
protagonista. No en vano este capítulo piloto lleva ya un año grabado, con el
canal TNT más que consciente del pinchazo que tienen entre manos, en forma de 10 episodios ya rodados y unos tibios 2,6 millones de espectadores en su estreno.
De forma similar aunque aún
mas perezosa de la vista en Desafio Total, el agente secreto y padre de familia
Martin Hodom comienza a preguntarse quién es realmente, aunque sin que
semejante dilema le impida desactivar una célula terrorista por el camino. Y es
que no es sólo que el drama personal de Martin se conforme a base de miradas en el
espejo y a la acuciante presencia de un vagabundo acosador, en la línea de El
Mensajero del Miedo, sino que el creador no ha querido prescindir del talante
procedimental de la propuesta y ha prestado más atención de la debida a la
ultima misión del operativo en lugar de a su propia cruzada.
Contra todo pronóstico, tampoco podemos decir que la encarnación
de Bean sea digna para el recuerdo. Su aparición con el piloto automático
puesto nos recuerda más a los roles alimenticios que suele aceptar en
telefilmes de más diverso pelaje (y donde suele morir pronto) que a un
personaje con corazón o personalidad propia. El actor que encarnó al agente
006 en Goldeneye tampoco se ve respaldado por el elenco secundario, que resulta de lo más
discreto, donde apenas destaca Ali Larter, capaz de dar vida a una striper y a una súper agente de una escena a otra sin despeinarse.
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