Crítica de TV: 'The Killing' (temporada 3 y final)

Holder y Linden se van pero consiguen dejar su huella


Nota: 7,5

AMC es una cadena que ha cimentado todo su prestigio a partir de, principalmente, dos series todoterreno: Breaking Bad y Mad Men. Desde su éxito, el canal siempre ha tenido que sobrellevar las comparaciones con la todopoderosa HBO, lo que ha terminado reflejándose en la calidad de sus propuestas seriéfilas (como la ignorada Rubicon). Con The Killing la expectación fue máxima desde el primer momento sobre todo tras un piloto sensacional, que se servía gratamente de una gran puesta en escena con una deprimente Seattle como telón de fondo. Desgraciadamente, la serie no terminó de cuajar entre el público, lo que llevó a su cancelación tras dos temporadas. Afortunadamente y gracias a un acuerdo con Netflix, The Killing firmó su renovación por una tercera tanda -y última-, regalándonos una temporada extra que ha supuesto su definitiva redención y una despedida por la puerta grande .

La primera temporada de The Killing, como ya os contamos en su día, supuso una montaña rusa de impresiones dispares. El piloto fue sin duda apabullante y, a partir de ahí, la serie fue decayendo en una caravana de recursos facilones de guión, sórdido relleno y cliffhangers que finalmente se quedaban en mera pirotecnia. El final de la temporada supuso en general el cabreo de más de un seguidor al no desvelar la identidad del asesino de Rosie Larsen, dejando esa incógnita para la siguiente temporada. El segundo año fue bastante mas consistente que el primero, donde vimos como la pareja de detectives Holder y Linden era llevada a su límite. Y es que seguramente las dos primeras temporadas en su conjunto ganan muchos más enteros sin son concebidas realmente como parte de un todo al finalmente cerrar la rocambolesca muerte de Rosie Larsen.

En este tercer y último año, los guionistas de The Killing decidieron hurgar en el pasado de Linden con uno de sus viejos casos que nunca terminaron de cerrarse del todo, al igual que otros asuntos personales de la detective pelirroja. se nos presenta de nuevo una Seattle ensombrecida aunque en este caso más sórdida que nunca, al retratar una metrópolis donde los niños desamparados se ven forzados a vivir una vida lejos del llamado sueño americano. Posiblemente, esta Seattle pedófila esté algo distorsionada con respecto a la realidad, pero vaya si funciona, consiguiendo engatusar al espectador en esta lúgubre atmósfera como si de los niños de la cuarta temporada de The Wire se tratase.

Al igual que en el resto de sus años en aNtena, The Killing ha proseguido con el mismo patrón al presentarnos tres líneas narrativas diferenciadas que finalmente acaban entrelazándose estrechamente. En esa ocasión habría que destacar la interpretada por Peter Sarsgaard como un reo que se enfrenta a sus últimos días y que evoluciona proporcionalmente a medida que horas se van contando por suspiros. Ya no solo vemos a un Sarsgaard espectacular, que lo está, sino que en general todos los minutos dedicados al corredor de la muerte, con sus pintorescos personajes secundarios, suponen toda una agradable sorpresa, llegando incluso quitar protagonismo a la pareja protagonista.


Aunque si este año se ha caracterizado por algo es por retratar a una decadente Seattle como un patio de recreo de la perversión para los desaprensivos. Los guionistas han decido en esta ocasión dejar a un lado el estereotipo de víctima que representaba Rosie Larsen –Laura Palmer siempre seguirá viva en la memoria– para retratar a uno menores desamparados que desgraciadamente se ven obligados a usar su cuerpo para resguardarse día si y día también de la oscura urbe. Bullet – una estupenda Bex Taylor-Klaus – es sin duda uno de los personajes de la temporada, una joven lesbiana dura como la piedra pero solo a flor de piel. Su insólito final no solo supone uno de los grandes momentos que nos ha deparado esta temporada, sino que también ha supuesto la consagración de Holder como personaje al tener que volver a hacer frente a sus demonios para volver a rehacerse después de la caída.

Pero por mucho que The Killing pueda cuidar todas las facetas que rodean a la estética de la serie, finalmente tiene que llevar a cabo un desarrollo del thriller que suponga un aliciente nuevo para un espectador que, probablemente, ya se encuentre saturado de este género. Evidentemente, gran parte del peso de la serie lo lleva el dúo protagonista, Linden - Holder, quienes encontraron la química desde sus primeros minutos en pantalla. El esbozo al que se someten ambos por parte de los guionistas siempre ha sido rudo, directo, sin medias tintas dada la naturaleza de ambos personajes; Linden, la obcecada detective, incapaz de lidiar con una vida personal; y Holder, un pico de oro del que nunca queda claro como acabó al lado de la ley y no al contrario.

No es menos cierto que al final volvieron a abusar del clásico recurso del falso culpable para, en el último episodio, dar de nuevo otro giro de guión bastante sencillo de intuir. Y es que el género resulta más complejo en la pequeña pantalla dado que en una película de noventa minutos siempre pueden pillar desprevenido al espectador. Sin embargo, en una serie es complicado no ver de lejos el camino marcado dada la amalgama de personajes limitada y sobre todo la falta de tiempo para otorgar verosimilitud y capas al relato. Por éso, que al final resultase el capitán Skinner el asesino en serie no supone su auténtico condicionante para valorar los últimos minutos, sino los instantes que preceden a ese revelador momento. Koteas en los últimos minutos consigue esbozar a un convincente psicópata en un diálogo con Liden, que supone una auténtica delicia para el espectador para terminar con un desenlace coherente.


Desgraciadamente, esta tercera andadura de Linden y Holder supone el adiós definitivo con una conclusión de temporada que, si bien no nos muestran las consecuencias del  último acto, nos permite darnos por satisfechos al no ser tampoco un final abierto. En conjunto, The Killing ciertamente no es una serie perfecta, pero lo que nadie puede negar es que resulta una obra digna de visionar gracias principalmente a esta entrega, quizás su mejor temporada. Lamentablemente, las audiencias marcan la demanda y The Killing no ha pasado el filtro. No obstante, siempre nos quedará Seattle.

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1 COMENTARIOS:

Nyarlathotep dijo...

Excelente tercera temporada, sórdida como ninguna otra.

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