Analizamos el piloto de 'Revolution'

Una revolución más mediocre que la de TDT

Nota: 4,5

El sello J.J. Abrams se está convirtiendo en un clásico de la televisión y muy a su pesar la etiqueta de “vendehumo” ya es marca de la casa. Desde que terminase la “venerada por muchos, odiada por otros” Lost, Abrams busca desesperadamente volver a dar el pelotazo con otra serie cuya premisa se sostenga básicamente en la intriga y fantasía y cuyos cliffhangers mantengan al espectador totalmente atrapado ardiendo en deseos de degustar el próximo capítulo. El resultado, en general, suele distar mucho de ser satisfactorio como en las recientes Alcatraz y Undercovers, aunque también hay excepciones: Person Of Interest (estreno de la segunda temporada el 27 de septiembre), en la cual la firma de Abrams se limita meramente a una cuestión de marketing, y por supuesto Fringe, su serie más prestigiosa, que a pesar de no ser un éxito en audiencias es sin duda ya una obra de culto.

¿En qué grupo encajará Revolution? La review de su piloto, que se emitirá oficialmente el día 17 de septiembre, tras el salto.

Como decimos, la fórmula de Revolution es puro J.J. en esencia, aunque contiene otros elementos que la acercan también a la inefable Terranova, Falling Skies o incluso a Flashfoward. La serie viene de la mano del creador de Supernatural, Erick Kripke, y este piloto está dirigido por Jon Favreau, un pésimo actor pasado a director cuyas obras más destacadas son las entretenidas -y ya- películas de Iron Man. Revolution nos sitúa en un futuro postapocalíptico en el que la electricidad ha desaparecido dejando a la tecnología obsoleta e inútil y obligando a la humanidad volver a los tiempos de la labranza. Como no podría ser de otra forma, el peso del argumento reposa en la incógnita en torno a lo que provocó semejante apagón mundial y a quienes poseen aún la capacidad para devolver la energía al mundo, tan codiciada por aquellos que sólo buscan satisfacer su ambición personal.

El epílogo del piloto comienza con sus protagonistas en la actualidad, segundos antes de producirse el apagón, para minutos después situarnos ya en un mundo nuevo. En este punto, quizás pasan demasiado por alto la transición desde que ocurre la catástrofe, hasta la fecha actual en la que se desarrolla la serie, quince años después, cuando podría haber sido mucho más interesante ver la caída del orden establecido. No obstante, tampoco es lo que se nos prometía y quizás éste sería un ejercicio más ambicioso que el que nos propone Revolution, aunque tampoco podamos calificar de éxito su trabajo de contextualización en el nuevo mundo. De hecho, quizás es incluso excesivamente cordial en su retrato, como si de La Casa de la Pradera se tratase, en vez de apostar por una ambientación más verosímil y acorde a la desesperación humana que provoca la anarquía, como pudimos ver en la fantástica The Road. ¿Existe la anarquía o un gobierno autoritario?¿Está el pueblo sometido a alguna milicia o es libre de campar a sus anchas?¿Qué ha sobrevivido de lo que conocíamos como la clase dirigente o las fronteras?... Son sólo un ejemplo de preguntas casi necesarias que quedan sin respuesta y que esperemos se vayan resolviendo más pronto que tarde.

En cuanto a los personajes, una vez más y como viene siendo habitual en las series hollywodienses, nos introducen en el seno de la idílica familia americana provocando el primer déjà vu con cualquiera de las televisivas mencionadas al comienzo de la reseña. En general, los personajes están muy poco perfilados incluso para tratarse de un piloto. Y eso que muchos nos moríamos de ganas por ver en acción a Giancarlo Esposito, eterno Gus Fring en Breaking Bad, pero mucho me temo que su nuevo papel está a años luz de aquel con el que alcanzó la gloria. Su vendedor de seguros metido a miliciano intenta ser una extensión de ese aura maligna que le ha catapultado a la fama, y aunque su talento es innegable, el rol no deja de parecer una triste sombra paródica de su anterior personaje enterrado en la mediocridad general del reparto de Revolution, liderado por la desconocida Tracy Spiridakos y el cinematográfico Billy Burke (Crepúsculo, Furia Ciega). Los losties incluso tienen un cameo de Elizabeth Mitchell, que anda un poco perdida tras la cancelación de V.

Otro punto que no debemos olvidar es que la NBC no se encuentra precisamente en su época más dorada y eso se nota en un piloto donde la inversión es mínima. No sólo han comprado los derechos -espero- del cortometraje animado Ruin para rellenar huecos, sino que el resto de decorados, como la granja de Playmobil o el hotel rescatado del Uncharted, carecen de personalidad o incluso de uniformidad impidiendo que la serie desarrolle un sello propio. Tampoco pedimos otra inversión estratosférica de 15 millones de dólares como en el primer episodio de Terra Nova, pero sí un poco más de mimo y artesanía por parte de un Favreau que se ha limitado a colocar la cámara y darle al ON.

En definitiva, Revolution no sólo sigue sin ser esa nueva gran propuesta de un productor al que ya califican como visionario, sino que estamos ante un producto que parece fabricado en serie y en el que la emoción y la sorpresa son los principales ausentes. Sólo unas escenas de acción al más puro estilo de El Libro de Eli y algún eco a Los Juegos del Hambre merecerían el rescate en este episodio de presentación, y mucho tendrían que cambiar las cosas para que la opción postapocalíptica que propone Revolution mereciera nuestro tiempo por encima de The Walking Dead, un exponente del subgénero imperfecto donde los haya, pero el mejor que tenemos actualmente en parrilla.

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