El cine
tal y como lo conocemos va a morir
Lo
mejor: es una experiencia que nadie debería perderse.
Lo
peor: la parte animada puede resultar un poco excesiva.
El culto a las celebridades llegaba hasta tal punto en Antiviral – el debut de Brandon
Cronenberg – que la sociedad retratada en esa distopía no dudaba en pagar por
adquirir y padecer las enfermedades de los famosos. En El Congreso (The Congress) uno sólo tiene que consumir una droga para convertirse
en quien desee. En el futuro imaginado por el guionista y realizador Ari Folman en su última obra, los estudios de cine evolucionan
hasta coquetear con el mercado farmacéutico, cambiando no sólo la manera de
producir sino el modo en que los espectadores conciben la experiencia
cinematográfica.
The Congress comienza con un primer plano de Robin Wright mientras se le escapan las lágrimas al escuchar primero a su agente y después a su representante hablar sobre su carrera. Su futuro en el cine se encuentra al borde del precipicio y es esta disyuntiva de la que se aprovecha el estudio para ofrecerle la ‘solución’ a todos sus males: escanear su imagen y mantenerla siempre joven. "Las películas están pasadas de moda, son restos del milenio anterior". Ari Folman representa la sociedad actual de consumo condenada a reinventarse constantemente para satisfacer las necesidades (reales o creadas) de un público ávido de novedades. Es así como el realizador israelí escenifica uno de los temas claves: el peligro que conlleva envejecer cuando uno trabaja en la industria cinematográfica, aplicado tanto a las injustas limitaciones que acarrea el oficio de actriz como a esa urgencia de la industria por actualizarse.
Es evidente como la tecnofobia hace acto de presencia en
el cuarto filme del director israelí. Se muestra la tecnología como una espada
de doble filo que mantendrá a la protagonista resucitada en la eternidad de su
imagen digital, aunque despojada de todo derecho y capacidad de decisión dentro
de su profesión. La explotación de lo virtual con la manipulación que ello implica.
Al hilo de lo que se intuye un punto de vista ciertamente pesimista por parte
del director. The Congress muestra su
amor al celuloide a la vez que expresa su preocupación por un futuro poco
esperanzador en el que el cine se conciba únicamente como objeto de consumo y entretenimiento,
nunca como arte. Uno de los culpables de este futuro distópico que señala
Folman es el sistema de las majors hollywoodienses, representadas en el filme
como poco menos que tiranos.
The
Congress es un híbrido entre imagen real y animación, lo que le permite representar dos
mundos diferenciados (tanto en técnica como en temática), separados entre sí
por un flashforward. Así, a la esfera animada accedemos veinte años después con
Robin asistiendo a un congreso de futurología. Si en Vals con Bashir Ari Folman
utilizó la técnica del rotoscopio para animar las imágenes, en The Congress ha pretendido acercarse al
trabajo de los hermanos Fleischer (Popeye, Betty Boop, etc) en forma de
homenaje que le ha costado dos años de trabajo minucioso. Un homenaje que
resulta un viaje psicodélico y enfermizo al corazón de unos estudios negreros
que trafican a su antojo con la imagen digital de los actores y actrices que
poseen.
La libertad creativa que facilita la animación de The Congress entronca maravillosamente
con la temática dedicada a este segundo tramo del largometraje. La pérdida
voluntaria de la identidad y la búsqueda de la verdad y lo real devienen
pilares argumentales. La idea de una sociedad controlada por una droga
alucinógena se materializa en la parte animada. Ari Folman consigue aunar la
forma y el mensaje en una perfecta sintonía: El hipnotismo que se desprende en
forma de colores saturados, formas ondulantes e infinidad de personajes acierta
en la representación del hedonismo. Cualquiera que traspase ese mundo animado pasa
a ser una caricatura de sus deseos, sucumbiendo a sus fantasías privadas, individuales.
Incluso pudiéndose identificar un nexo de unión entre su anterior largometraje
y éste que nos ocupa: si en Vals con
Bashir se partía de un trauma para descubrir la verdad, en The Congress se parte del
arrepentimiento para conseguir el mismo fin. La fantasía en la que se mueve
Robin Wright es la catarsis que permite su redención.
Por si fuera tarea poco ambiciosa la de adaptar
(libremente) una novela de Stanislaw Lem, a Ari Folman no sólo se le ocurre
extrapolarlo al futuro del cine sino desplegar unas cuantas líneas temáticas
más de lo habitual. El director demuestra ser una caja de sorpresas en lo que a
técnica de animación se refiere, no limitándose únicamente a un solo estilo
(como otros directores en toda su carrera). The
Congress es una obra compleja que consigue transmitir un tono melancólico
tanto en la parte humana como en la animada. Entre otras cosas gracias a una
preciosa banda sonora a cargo de Max Ritcher y las interpretaciones de Robin
Wright, Harvey Keitel o Paul Giamatti, entre otros. Toda una experiencia
sensorial aunque no exenta de ironía: hay unos cuantos cameos de personajes en
la parte animada a disposición del espectador que los identifique. Sobra decir
que es de visión obligada.
3 COMENTARIOS:
Menudo coñazo de película, no se como no te dormiste... Con las expectativas que tenía...
En mi opinión Ari Folman se ha recreado excesivamente en la parte animada, hay una cantidad de minutaje ligeramente excesivo que responde a cuestiones puramente estéticas.como espectador me haya sentido cansado. Incluso empachado de tanto color e hiperbole animada. Y además, creo que en su adaptación Ari Folman no ha sabido transmitir con claridad los giros de guión. Tampoco están muy bien definidas las etapas temporales que se representan en la película.
Con todo, Folman ha creado una película especial. Eso es innegable. Por ello recomendaría esta película. No como entretenimiento, claro, pero sí como experiencia ya que es una película sin ataduras. E incluso con sus fallos, a momentos en los que Folman consigue atrapar al espectador en su viaje alucinado. ¿Excesivo? Sí, pero verla es toda una aventura.
La mejor película que he visto este año conjuntamente con Boyhood :)
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