Crítica de TV: 'The Knick', el terrorífico drama médico de Soderbergh

Cuando la cirugía y la carnicería se distinguían por una cuestión de actitud


Nota: 8

En 1900, el año en el que se ambienta la nueva propuesta del canal Cinemax, la esperanza de vida en Estados Unidos era de 47 años. Hoy en día llega casi a los 80, el mayor incremento en un siglo que ha sufrido dicha cifra a lo largo de la historia de la humanidad. Por supuesto, semejante hito se lo debemos a cuestiones diversas, como una alimentación más completa, condiciones de habitabilidad más seguras o los derechos sobre seguridad laboral, pero fundamentalmente a la medicina; a hombres como Alexander Fleming, que inventó la penicilina en 1928, y a doctores Frankenstein como el que encarna Clive Owen en esta propuesta, que no tenían miedo en ir más allá de lo que la ciencia medica creía posible en su momento, aunque ello conllevara ensuciarse las manos en sangrientas y experimentales operaciones mucho más de lo que cualquier mente cuerda podría soportar.

The Knick supone el regreso a la televisión del cineasta Steven Soderbergh, una década después de la serie K Street, como productor y director de cada uno de los 10 episodios con los que cuenta esta primera temporada. Aunque, ironicamente, la serie nos llega justo un año después de que el realizador anunciara su retirada del mundo audiovisual. No sabemos si el temprano regreso se debe al éxito del telefilm Behind the Candelabra, que rodó el año pasado para HBO, o a si la perspectiva de esta serie, renovada para una segunda temporada antes de su estreno, ha sido suficiente para devolvernos al cineasta en plena forma. Así de potente es The Knick, tanto en su apariencia cinematográfica como en el compromiso de su director y principal motor del proyecto junto al creador Jack Amiel.



The Knick es sórdida, cruel, poco condescendiente y, en general, difícil de ver para estómagos sensibles. No sólo los momentos en el quirófano hacen que las operaciones de Nip Tuck parezcan una merienda de amish, sino que la adicción del protagonista a la cocaína inyectada nos es retratada con toda la miseria y decadencia que estaba ausente en los relatos de Sherlock Holmes, un coetáneo adicto a la misma sustancia. Entre semejante neblina moral se mueve el rol que encarna con especial robustez Owen, el doctor John W. Thackery, un cirujano del hospital neoyorquino Knickerbocker que, cuando no se encuentra de sangre hasta el bigote, dedica su tiempo libre a olvidarse del mundo en un fumadero de opio o en su siniestro taller, donde inventa ingenios quirúrgicos capaces de hacer las delicias de David Cronenberg o Tim Burton.

A pesar de que la desesperación del personaje principal ante la tasa de mortalidad de sus pacientes es el eje de la propuesta, Soderbergh no ha querido dejar pasar la oportunidad para recalcar que The Knick es una serie de época, ambientada en el lugar al que van a morir los personajes secundarios que enferman en Boardwalk Empire. Así, la corrupción de los inspectores de sanidad en una Nueva York hacinada por inmigrantes, como una torre de Babel derrumbada, sucia y sombría, es uno de los apéndices del hospital que sirve de epicentro a las subtramas. Por sus pasillos pasean paramédicos a comisión con pinta de matones, un director con problemas con sus acreedores, una mecenas con la intención de triunfar en un mundo de hombres y un eminente cirujano negro que admira al genio desquiciado que en realidad es John, aunque este le responda con el racismo mas pragmático.


Una melodía electrónica y perturbadora es casi la única banda sonora con la que cuenta la serie, empeñada en hacer sentir incómodo al espectador  gracias a una atmósfera que no por sórdida resulta menos hipnótica. Y es que, no en vano, The Knick supone la cristalización definitiva del fenómeno televisivo como principal escaparate de la industria, en el que actores consagrados como Owen ya no descienden solos a la caja tonta, sino que lo hacen acompañados de cineastas de primer orden dispuestos a comprometerse más allá de la dirección del episodio piloto y un cargo de productor ejecutivo. A comienzos de año asistimos al primer esbozo de la fórmula con los 8 episodios de True Detective, todos dirigidos por Cary Fukunawa (Jane Eyre, Sin Nombre) en un tremendo ejercicio de estilo, y ahora estamos ante el siguiente nivel, en el que un realizador con fama de inquieto y experimental, además de con un Oscar al Mejor Director y todo el respeto de la industria, hace suya por completo la serialización para regalarnos una obra tan coherente e imprescindible como la mejor de sus películas.

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4 COMENTARIOS:

AnG-L dijo...

Una puntillita, la esperanza de ha aumentado sobre todo porque los jóvenes no tienen guerras a las que ir, no por los médicos.

Anónimo dijo...

Seguramente que haya menos guerras contribuya, pero decir que no ha aumentado por los avances médicos me parece muy necio por tu parte

AnG-L dijo...

No he dicho que no haya aumentado por la medicina, digo que la medicina no es la razón principal. Ya en la edad media si no morían durante alguna guerra o de alguna enfermedad infantil, llegaban fácilmente a los 60 años. Las vacunas fueron el mayor avance, y los antibioticos, que acabo de releer la entrada y es lo que dice... Así que me callo.

Anónimo dijo...

Me gustó mucho The Knick, la menera en que manejan la temática médica es fenomal muy diferente a lo que hemos visto, definitivamente Steven Soderbergh ha hecho un gran trabajo.

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