Farhadi vuelve a
tensar la cuerda
Nota: 8
Lo mejor: su atmósfera.
Lo peor: el arranque puede
parecer lento al espectador poco paciente.
Una conversación entre un hombre y una mujer en un coche
es lo único que sirve para ponernos en antecedentes; por lo que de ahí en
adelante nos vemos obligados a seguir de la mano de las pistas que siembra Asghar Farhadi. Entendemos que los dos
personajes manejan la complicidad de quien ha compartido bastante en un pasado.
Un pasado que Farhadi ha decidido
que todavía no nos incumbe. Y aún así no tarda prácticamente nada en introducir
la primera y única clave para descifrar el conflicto que corroe a los
personajes de El Pasaso (Le Passé). Cambiamos de
escenario y el hombre y la mujer se encuentran ahora en una habitación de la
casa de ella. Él le pregunta a ella si vive con alguien, a lo que ella responde
que sí, que ya se lo escribió en un email. Él contesta que no ha recibido
ningún email. Fin de la discusión. Asghar
Farhadi sigue en buena forma.
Tras cuatro años separados, Ahmad (Ali Mosaffa) viaja a
Francia desde Irán, su país natal para formalizar los trámites del divorcio con
Marie (Bérénice Bejo), su ex mujer. Lo que aparentemente iba a ser un proceso
rápido desencadena una tormenta en la que se ven envueltos las
hijas de ella, Samir (Tahar Rahim), su actual pareja, y el hijo de éste. Como
ya hizo en Nader y Simin, Farhadi se sirve del divorcio como
excusa para contar una historia mucho más compleja. Casi como un mcguffin, el
divorcio funciona como el elemento que activa los engranajes de la trama. Farhadi incide una y otra vez en los
mismos temas a la hora de vertebrar el esqueleto de sus obras y Le Passé no es una excepción. Las
relaciones familiares, los niños afectados por situaciones creadas por los
adultos, la búsqueda de la verdad o un pasado que no permite pasar página son
constantes en el relato del iraní. Además, en la historia que propone Le Passé, la culpa funciona como uno de
los principales motores. La conclusión que persigue Farhadi es que sólo el descubrimiento de la verdad permitirá que
tomemos consciencia de aquello de lo que somos responsables.
El manejo que hace Farhadi
de la narración con sus silencios y tiempos revela un control absoluto que le
permite ir desvelando la información en los momentos adecuados. Las
conversaciones en las cintas de Farhadi
siempre sugieren más que revelan. La sutileza y complejidad que esconden sus
guiones se ve correspondida y reflejada en las interpretaciones soberbias que
ofrece todo el elenco de Le Passé,
incluidos los niños; pues el iraní también es un excelente director de actores.
Farhadi se reafirma como un maestro
a la hora de retratar la complejidad de las relaciones humanas. No se posiciona
sino que profundiza en las motivaciones de cada personaje para ofrecernos un
retrato lo más sincero y cercano posible a la realidad. Para ello, se muestra
fiel a su estilo que consiste en partir de situaciones corrientes que van
complicándose poco a poco de manera natural hasta desembocar en ambientes
irrespirables a los que el espectador ni siquiera es consciente de haber
llegado.
El iraní a menudo cuenta con los mismos actores, y en
este caso vuelve a recurrir a Ali
Mosaffa para interpretar a Ahmad, quien pronto adopta el papel de
intermediario y encargado de arrojar algo de luz sobre el pasado de los
personajes. Convirtiéndose así en la herramienta del director para ir
desembrollando cada nudo del relato en el momento adecuado. Así, el pretexto
del divorcio para cerrar un capítulo de sus vidas que en principio pertenecía
al pasado pronto permite comprender que tanto Marie como Samir están atrapados en
relaciones anteriores (y que por tanto forman parte de ese pasado al que el
título hace referencia) que no les permiten continuar con su futuro. Farhadi adecúa y juega con la
escenografía para contar su historia. Rueda sin aspavientos centrándose en calles
normales y casas cotidianas aunque desordenadas, igual que las vidas de sus
ocupantes y las tormentas internas que albergan. Incluso el hecho de que Marie
guarde todavía las cosas de Ahmad en el garaje está bastante ligado con el
significado del título.
Es una lástima que las películas que a menudo hacen más
ruido sean las superproducciones, las comedias fáciles, las que gozan de una
campaña publicitaria machacona o las que reúnen en su elenco a siete caras
conocidas. El gran valor de Le Passé
está en características mucho más meritorias y difíciles de conseguir que
cualquiera de las que uno pueda apreciar en un blockbuster o en un rompe
taquillas. Sirve como ejemplo la última escena, que consigue sintetizar el mensaje
de toda una película: una mano se agarra a otra sin soltarla del mismo modo que
el pasado atrapa a los personajes en la película. Farhadi sigue dejando el listón alto.
1 COMENTARIOS:
No decepciona y la escena final, que describes en el artículo, es una pasada. Pero le cuesta arrancar y la verdad me quedo con los trabajos anteriores de Farhadi.
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