Nota: 8
Lo
mejor: es una película sincera sobre el amor.
Lo
peor: peca de un desarrollo demasiado lento.
Jeff Nichols se perfila como la voz del drama sureño estadounidense.
Director y guionista de sus propias historias, nos enseñó sus cartas por
primera vez en 2007 con Shotgun Stories,
un amargo drama familiar con ajustes de cuentas incluidos. Tras esta intensa
ópera prima en la que ya apuntaba maneras, volvió a salir a la palestra con Take Shelter (crítica aquí), una historia electrizante
en la que coqueteaba con la ciencia ficción más apocalíptica. Ahora con Mud, nos recuerda que ha venido para
quedarse.
“No puedes confiar en el amor, Ellis. Si no tienes cuidado, te destruirá”. Éste es el consejo que le da el padre de Ellis al susodicho mientras se dirigen en coche a cumplir con el negocio familiar. Frase que ilustra de manera bastante acertada la concepción general que tienen la mayoría de los adultos en Mud sobre el amor. En la cinta, el amor equivale a destrucción y decepción. Los adultos vagan como espectros, consumidos y vapuleados por heridas abiertas e historias que no llegaron a buen puerto. Y es en ese contexto donde entran en juego Ellis (Tye Sheridan) y Neckbone (Jacob Lofland), dos niños intentando descifrar un mundo del que todavía no forman parte y cuya ansia de aventuras es lo que les lleva a conocer a Mud (un notable Matthew McConaughey), un enigmático fugitivo atrapado en una isla.
Así, lo que
empieza como una casualidad, pronto deviene en una relación prácticamente
imprescindible. Dos chicos que no dudan en involucrarse, la necesidad de
encumbrar a alguien y de creer en algo verdadero hacen el resto. Para Ellis,
las visitas a la isla se convierten en una vía de escape a su situación
familiar. Por su parte, la franqueza de Mud encaja bien con la espontaneidad de
los chicos. Mientras los demás adultos siguen constituyendo un misterio, Mud se convierte en un libro algo más abierto
para ellos. Los víveres, los mensajes secretos y la posibilidad de hacer que un
barco que se encuentra más cerca de las nubes que de las olas vuelva a navegar,
les termina mezclando en una historia demasiado peligrosa.
Mud es un relato
iniciático y una historia de amor. Es tierna y es dura. El amor se convierte en
el principal motor de casi todos los personajes en este filme. De tal manera
que la motivación de Ellis por ayudar a Mud se ve reforzada cuando se percata
de que éste y su novia (Reese Witherspoon) se quieren de verdad. A través de
los personajes de Ellis y Neckbone, Nichols
concibe la infancia como último resquicio de esperanza, como una isla en la que
refugiarse. El río, a su vez, como el camino a recorrer para salir de ella y
madurar. Y es precisamente el fracaso de un amor y la picadura de una serpiente
los que provocan la llegada de un clímax que quizá se ha hecho esperar
demasiado. Un último adiós sin palabras desde un balcón y un tiroteo largo en
el interior de una casa en el río.
Como ya demostró
en sus dos filmes anteriores, Jeff
Nichols hace uso una vez más de la fuerza visual que es capaz de inyectarle
al paisaje. Un aura mágica y decadente se desprende de los escenarios de la
Norteamérica rural que retrata, en los que flotan las supersticiones y los personajes
incapaces de adaptarse a los tiempos que corren, como señas de identidad más
reconocibles del director de Arkansas. Aunque no prescinde de su actor habitual
(Michael Shannon), esta vez lo utiliza únicamente para un papel secundario, el
del tío de Neckbone. McConaughey, por su parte, brilla y da la talla
interpretando al personaje sobre el que se sustenta buena parte del peso de la
cinta.
3 COMENTARIOS:
¡Estoy deseando verla!
Peliculón, a mi me encantó, las actuaciones, la historia, todo. Lo único que se le puede achacar es el ritmo demasiado lento, pero como la vi sabiendo que era de Nichols esto ni lo note. Vayan a verla al cine, que en Argentina estrenan tantas mierdas y películas como esta no.
Es una pena que en 'La Palomita' tengáis la obligación de señalar los puntos débiles de una película. En este caso, el desenlace se retrasa más de lo que estamos acostumbrados pero es que el conflicto de Mud es un pretexto para hablar del proceso de madurez y cambio. Cosa que el director sabe hacer sin problemas, bien a la hora de hablar del proceso de hacerse adulto mediante los desengaños, bien con el modelo de vida extinto del río (la pesca, el buceo, la magia del ojo de lobo, la capacidad de desaperecer de mud). Peliculón, sí señor.
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