Ciclo Star Wars: 'Episodio III: La venganza de los Sith'

Un digno final para una nueva saga a olvidar


Por fin llegamos a la última pieza del puzzle que le faltaba al director George Lucas para terminar la obra por la que siempre será recordado y que se alargó -según muchos, innecesariamente- desde que un 25 de mayo de 1977 fuera estrenada la magnífica Episodio IV: Una Nueva Esperanza. Con Episodio III: La Venganza de los Sith cerramos un círculo que supuso un broche final después de que Lucas concibiera dos abortos, Episodio I: La Amenaza Fantasma y Episodio II: El Ataque de los Clones. Un cierre en el que los fans descubrieron los detalles que llevaron al prometedor caballero jedi Anakin Skywalker a su caída en desgracia y sobre cómo resultó seducido por el Lado Oscuro de la Fuerza, aunque en la vieja saga ya nos daban ciertas pistas. Gracias también a los nuevos episodios, pudimos poner rostro a un joven Anakin, un personaje infantil y nulo de carisma que estropeó la leyenda. Visto el decepcionante resultado, hubiera sido mejor dejar todo para la imaginación de los seguidores. A su favor hay que decir que si bien, la última de la colección hereda defectos de sus predecesoras, resulta una película con un tono infinitamente más próximo a El Imperio Contraataca, llegando a ser un espectáculo que eleva las batallas con sable de luz hasta un nivel nunca antes visto. Por eso, La Venganza de los Sith es la mejor de largo de la nueva trilogía, nuestro análisis tras el salto.


A diferencia de la anteriores entregas de la nueva trilogía, La Venganza de los Sith acaparó mejores críticas, a pesar de que una vez más se tachara a Hayden Christensen de ser un actor que no supo llevar el peso de un personaje tan relevante en la historia del celuloide. Al margen de la mejora del guión (tampoco era dificil superarse desde la absoluta mediocridad), se siguieron criticando deficiencias del mismo, como algunos de los diálogos, la mayoría relacionados con Padmé y Anakin, calificados de ridículos. El famoso crítico de cine Roger Ebert añadió: "Anakin tiene una cita con Padmé; en la película anterior, se casaron en secreto, y ahora ella le revela que está embarazada. La reacción de éste es la de un niño en una comedía adolescente, tratando de parecer contento, mientras se pregunta cómo eso afectará las cosas que él suele hacer. Sólo decir que George Lucas no puede escribir una escena de amor es una atenuación; las tarjetas de felicitación inclusive presentan más pasión". Sea como fuere, 

Lucas empezó a trabajar en el Episodio III incluso antes de que se estrenara El Ataque de los Clones. En el proceso, les mencionó a los guionistas auxiliares que el filme abriría con un montaje de siete batallas acontecidas en las Guerras de los Clones. Sin embargo, Lucas en uno de sus muchos cambios de guión decidió finalmente abrir el telón con el secuestro del Canciller Palpatine y el asesinato de Dooku a manos del joven Skywalker. No sería el único cambio que el director realizaría al libreto original, ya que tras concluir el rodaje en 2003, el cineasta hizo todavía más modificaciones de forma masiva al personaje de Anakin, reescribiendo el segmento de su conversión al lado oscuro.


Uno de los puntos más débiles que encontramos en el Episodio III es el desequilbrio de calidad al que asistimos a lo largo de sus más de dos horas de duración. Si bien la película contiene escenas memorables, también es cierto que comienza con un prólogo para el olvido. Como ya comentábamos, los primeros minutos nos sitúan en plena Guerra Clon y con los jedis Anakin y Obi Wan en rescate del canciller Palpatine, quien se encuentra bajo el dominio del General Grievous, un personaje que aparece cual conejo de una chistera y que sin duda representa uno de esos puntos a olvidar. Una vez más, nos encontramos con la imagen distorsionada del caballero jedi como un ser que todo lo puede, ya sea dando brincos o con maniobras evasivas de chiste (recordemos que Anakin era considerado el mejor piloto de la galaxia, leyenda que nunca se justifica...) contra droides más inútiles que Lucía Lapiedra como asesora del amor. Al llegar al Canciller, se reedita la batalla contra el Conde Dooku después de que el octogenario Christopher Lee haga su aparición en escena con un doble mortal innecesario y con un resultado final bien distinto, siendo el joven Anakin quien acaba con la vida del jubilado Dooku.

A partir de este punto, comienza el desarrollo de una trama basada, por un lado, en las sospechas del Consejo Jedi sobre las verdaderas intenciones del Canciller y, por otro, en las dudas que llevarán a la desgracia al joven Anakin Skywalker. Ante las visiones del padre de Luck de perder a una embarazada Padmé durante el parto, su incansable lucha por evitar la desdicha, le conduce, paradójicamente, a su perdición. Y es que como ya decía Yoda, el miedo a la pérdida era el camino hacia el lado oscuro y por ello hay que saber interpretar las visiones del futuro. Sin duda, uno de los puntos a favor es ese juego como si del Sueño de Casandra se tratase, la capacidad de ver el futuro y la imposibilidad de poder remediarlo, siendo incluso el causante de aquéllo que se intenta evitar. Vamos, la clásica tragedia griega. Todo ello junto con el camelo que se trae Palpatine con su protegido Anakin (un gran Ian Mcdiarmid que protagoniza una de las mejores escenas en el teatro con la historia del viejo Darth Plagueis donde por fin pudimos dar sentido a la existencia de los Midiclorianos), quien ante el acoso del Consejo Jedi decide lanzar un órdago revelando su verdadera identidad com Darth Sidious. En este punto asistimos al pistoletazo de salida a lo que llamaremos una orgía de batallas láser liderada en esta ocasión por Sidious y el poderoso Windu (un correcto Samuel L.Jackson) y con un resultado que nos regala uno de los mejores momentos de la saga y que supone el sometimiento de Anakin y su bautismo como Darth Vader.


Así, comienza una carrera a contrarreloj, donde nos encontramos con unos de los momentos más vibrantes de la franquicia, que va desde La Orden 66, que da sentido al misterio que había detrás del ejército clon creado por los misteriosos habitantes de Kamino con connotaciones trágicas que provocan que cualquier fan sienta la consumación Jedi, hasta la toma del consejo y el golpe de estado en nombre de la paz, que como la propia Padmé (una Natalie Portman que mejora en sus momentos dramáticos) menciona: "así es como acaba la democracia, con un estruendoso aplauso". Llegados a este punto, cualquier conocedor de la saga ya se sabe los detalles venideros; no obstante, uno no puede sino deleitarse con batallas tan espectaculares como la del veterano Yoda y el desfigurado Emperador, o por supuesto la esperada confrontación entre aprendiz y maestro (que años después se repetiría en la Estrella de la Muerte), que terminará con el joven Anakin desfigurado hasta convertirse en el robotizado villano que todos albergaremos en el recuerdo. Un broche final adornado con el nacimiento de los futuros salvadores, Luck y Leia, los cuales son separados bajo secreto de sumario, siendo Luck quien acabará con sus tíos en la desértica Tatooine, bajo la tutela silenciosa de Obi Wan Kenobi.

En conclusión y como ya hemos comentado, nos encontramos con un filme espectacular que si bien no está a la altura de las dos primeras películas de toda la saga, al menos podemos afirmar que se encuentra pareja al Episodio VI: El retorno del Jedi. Conocidas las limitaciones de Lucas como guionista y visto el descalabro de los Episodios I y II, el realizador supo disimular en cierta medida sus defectos y acrecentar sus virtudes con la película más decente de la nueva saga. Y aquí termina El Ciclo Star Wars, sobre una franquicia que como ya comentamos en su día es religión de millones de fans, pero a su vez de numerosos detractores. De esta manera quizás hallamos conseguido, con cierta neutralidad, haber dilucidado el por qué de tantas alabanzas, la marea fan y las críticas, que siempre han acusado a la saga de tener un tono infantiloide. Sea como fuere, Star Wars es un referente no sólo ya en la historia del cine, sino en la cultura en general, la cual pervive y pervivirá de innumerables formas, ya que resulta un pozo de dinero que parece no tener fin.

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4 COMENTARIOS:

Bosco dijo...

Julen, échale un ojo a estas reviews (totalmente destroyers) sobre las 3 precuelas. Yo coincido 100% con lo que dice:
http://redlettermedia.com/plinkett/star-wars/
Pd: El que habla está haciendo un personaje y las reviews tienen como una intrahistoria muy jarta, pero aún así son entretenidas de ver y son muy muy muy detalladas.

AnG-L dijo...

Yo diría que esta película logra convertir a Darth Vader, un villano que se supone que era el puñetero amo, en uno de los peores malos de todos los tiempos.

Yo siempre pensé que Anakin se cargaba el solito a la mayoría de jedis, en cambio lo que se carga son todos los niños, y encima por la espalda.

Trilogía totalmente olvidable.

Julen Alonso dijo...

Perdona Bosco que tardase en contestarte, pero ya me las leí y si son también todo un acierto y que coño unas risas como en general la 2da saga.

Pues Ang l tienes toda la razón y no me había acordado de ello que siempre insinúan que es Anakin quién va exterminado los jedis uno a uno...

un saludo

Anónimo dijo...

La Guerra de las Galaxias es una película extraordinaria, y este tercer episodio fue buenisimo. A pesar de que hay quienes comentan que tuvo un decrecimiento, yo opino que es muy buena.

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