Crítica de Cine: Immortals

Una epopeya decepcionante con un bonito envoltorio 

Nota: 5

Lo Mejor: Una estética visual cercana a The Fall.

Lo Peor: Funciona sólo como vehículo de lucimiento de su factura técnica.

Que Tarsem Singh no haya realizado una película peor que Furia de Titanes no le exime de la responsabilidad de haber configurado una obra en la que el elemento poético es el único factor que salva un film cuya única excusa es la forma del verso y no el contenido, una oda repleta de efectos visuales llamativos y slow-motions suficiente para contentar a la vista, pero que deja huérfanos el resto de los sentidos, y ya no digamos a la mente. El director indio, quien nos dejó un poco fríos con la regulera La Celda y que gratamente acarició nuestro sentido visual con The Fall, repite nuevamente su excusa técnica para atraer un presupuesto invertido en su totalidad en la factura artística, olvidando que más allá del 3D y los efectos molones, el espectador posee un cerebro que no pasa por alto la deficiente narrativa de Singh.

Obviaremos el hecho de que la trama se parece tanto al mito griego como la innombrable Dragon Ball: Evolution a la serie japonesa. La leyenda se ambienta en Grecia. El sanguinario rey Hiperión (Mickey Rourke), cabreadísimo con los dioses y con todo lo que se menea debido a la muerte de su mujer y sus hijas, devasta las aldeas en busca del arco de Epiro, un arma legendaria que le servirá para liberar a los titanes, enemigos de los dioses, y ganar la guerra que mantiene contra los hombres. Para facilitar el hallazgo, el rey mantiene prisioneras a unas sacerdotisas con un poder premonitorio, entre las que se encuentra el personaje de Freida Pinto (Slumdog Millionaire) Por otro lado está Teseo (Henry Cavill, el próximo Superman), un chaval de una pequeña aldea escéptico ante la existencia de los dioses y que ha sido entrenado durante toda su vida por un anciano (John Hurt) para una misión que el protagonista ignora. El ejército del villano arrasará la aldea, asesinando a la madre de Teseo y capturándole como esclavo, momento en el que entrará en contacto con la pitonisa y juntos emprenderán un viaje por la consecución del arco de Epiro. Mientras, los dioses observarán impotentes cómo Hiperión se sale con las suyas sin que ellos, por la ley del libre albedrío, puedan hacer nada.

Sexualmente, me siento completamente satisfecha tras haber visionado Immortals. Torsos sudados y engrasados y paquetillos al aire llenan la pantalla logrando que me plantee si me encuentro ante una cinta épica o ante "Jasón y los Verganautas". Lástima que intelectualmente se plantee como una obra sin una línea argumental contundente que se transmite a través de la introducción forzada de acciones e interacciones de los personajes, subrayando chulescamente el apartado técnico, único valor ofertable del conjunto. Una composición visual que se acerca a la manufactura de The Fall, también de Singh, y recuerda en algo a 300 (Zack Snyder), sobre todo teniendo en cuenta que los productores son los mismos. Aunque la lírica de la escena resulta un bonito decorado en el ambiente con momentos sangrientos y violencia, en ocasiones el tono dorado evoca paisajes demasiado "cupidistas" y la aparición de los dioses se parece más a un videoclip de Lady Gaga que a un ejército de seres omnipotentes.

La orgía de interacciones que se suceden deja poco margen de variación en el comportamiento de los personajes, que adoptan una posición estática durante todo el metraje. Cavill mantiene una constante postura de embravuconado héroe con el síndrome William Wallace, con discursito incluído -cambiando "libertad" por "inmortalidad"-. El malvado de Rourke, aunque a veces resulte escalofriante, posee unas motivaciones y una profundidad lo suficientemente endebles como para conformar una antítesis que pide a gritos más carisma. Por su parte, la figura femenina representada por Pinto es la delicada virgen cuya represión debido a la falta de sexo (si moja, pierde su don), le conduce a sufrir un calentón y a trajinarse a Teseo. Un polvete y si te he visto no me acuerdo, porque lo que es amor y romanticismo, se perciben menos que en un prostíbulo.

En definitiva, Immortals es un producto configurado únicamente pare ser visto y no entendido, que a veces roza el horterismo en una composición artística lírica en la que los versos gozan de una forma llamativa, pero flaquean en cuanto a su lectura. Este no es más que un ejemplo de lo que las nuevas tecnologías en Hollywood han propiciado, una peligrosa tendencia hacia lo vistoso y el efectismo que superponen la imagen al contenido y entiende al espectador como un ente superficial al que engañar con el 3D y un porrón de píxeles.

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