El nuevo estilo de Don Draper.
Continuamos con nuestra ración de seguimientos veraniegos con la serie más premiada de los últimos 3 años, Mad Men. Una delicatessen que siempre llega entre Breaking Bad y Dexter para seguir justificando el encendido de la televisón.
Si un sentimiento define el final de la tercera temporada ese es el de cambio. El país entero vive una época de transición con el asesinato de Kennedy todavía reciente y la mujer comenzando a destacar en un mundo lleno de hombres, cigarrillos y sombreros de ala hancha.
Para Don Draper el cambio no es ajeno ya que tendrá que aprender a vivir soltero a la vez que intenta levantar una nueva agencia desde cero con sus redescubiertos socios Cooper, Sterling y el estirado Mr. Pryce. Tampoco podían faltar el siempre fiel Campbell, el manipulable Harry y ese valor seguro que es Peggy, sin olvidarnos de la eficiente y deslumbrante Joan. Sterling, Cooper, Pryce & Draper abre sus puertas por primera vez para seguir desgranando la cultura estadounidense de los años 60 mediante pequeñas lecciones de estilo semanales de 45 minutos. Bienvenidos de nuevo a una época en la que no sólo los calvos usaban sombrero y en la que fumar no provocaba cáncer. Bienvenidos de nuevo a Madison Avenue.
4x01 - Public Relations - 21 de marzo - Nota: 8,5.
¿Qué mejor forma de saber quién es ese misterioso publicista que nos lleva fascinando a lo largo de 3 años que preguntándoselo directamente? Así comienza la cuarta temporada de Mad Men, con Don concediendo una entrevista a un periodista curioso por las circunstancias que llevaron al publicista más famoso de Manhattan a dimitir de la agencia que le dió el éxito. Pero como todos sabemos una de las características que mejor define a nuestro protagonista es la discreción, y Draper se muestra como un muro impenetrable ante los interrogantes del chupatintas. Al fin y al cabo él sólo se encarga de hacer anuncios.
Una vez en la oficina vemos que la nueva empresa no es tan espectacular como esperábamos. En su nueva aventura los publicistas no han logrado traerse demasiadas cuentas de su antigua agencia y luchan por conseguir clientes nuevos. Siguiendo la tendencia de utilizar los productos como metáforas de la evolución de la sociedad el primer "caso" de la cuarta temporada se centra en el polémico bikini. El cliente pide una campaña respetuosa con los valores familiares pero Don ve un conflicto entre la naturaleza del producto y esa visión.
Mientras tanto la sangre nueva -Peggy y Peete- discurren una alocada idea para promocionar una marca de jamones. Contratan a dos actrices para que se peleen por la última muestra del producto en un supermercado y lograr así el suficiente revuelo mediático para elevar las ventas.
Pero un problema no tarda en sacar a Draper de sus pensamientos. La entrevista que abría el episodio ya ha sido publicada y debido al hermetismo del protagonista su retrato periodístico queda frío e incómodo. Si ya andaban escasos de clientes con este suceso pierden los derechos sobre la Cesta punta, que además el pobre Harry acababa de negociar con la cadena ABC. No son buenas noticias para Don.
Donde no parece haber ningún problema es en el nuevo hogar de Betty junto a Charlie Francis. La cena de Acción de Gracias se desarrolla con normalidad junto a la familia del político hasta que la pequeña Sally, aún dolida por el divorcio de sus padres, comienza a comportarse de forma grosera. La madre de Charlie se descubre entonces con el principal obstáculo que tendrá que derribar Betty en su nueva vida de mujer divorciada
Tras un día más de trabajo Don llega a casa. Pero esta vez no le espera una encantadora esposa con la cena lista mientras los niños se aguantan el sueño para saludar a su padre. Lo que encuentra Don al llegar es un apartamento vacío que sólo el calor de una prostituta puede llenar. Pero una llamada rompe la falsa tranquilidad. Y como siempre se trata de un problema que sólo Don puede solucionar.
A Peggy y Peete la idea se les ha ido de las manos y las actrices se han denunciado mutuamente por agresión. Como siempre el dinero es la solución, pero nuestro protagonista ya se está empezando a cansar de ser el único eficiente rodeado de incompetentes. Menos mal que Roger le ha arreglado una cita con una amiga de su joven esposa. La cena resulta idílica hasta que los planes nocturnos del gentleman se ven cortados de raíz a la puerta de la casa de la chica. La joven ha venido a la serie para quedarse, y sabe que la única forma de lograrlo es no dándole jamás a Don todo lo que desee.
Pero lo que realmente quiere el publicisita es recuperar a su esposa. Por eso sabe que la mejor estrategia para recuperarla es no creando conflicto cuando acude a recoger a los niños. A la hora de devolverlos la cosa cambia y Don piensa que un poco de presión no le vendrá mal a la adúltera pareja. Con cara de pocos amigos exige una solución rápida al hecho de que Charlie y Betty aún se alojen en la casa que pagó él mientras no duda en asegurarle al político que todo se trata de una "situación temporal".
De nuevo en la agencia la campaña del bikini ya está lista. El cartel muestra un escueto rótulo negro sobre el pecho de una mujer en una mezcla de atrevimientoentevista en la que el publicista despliega todo su carisma esta vez para vender el producto que mejor conoce: él mismo.
No teníamos ninguna duda de que Mad Men iba a retornar por la puerta grande rozando el listón de calidad y contundencia que ella misma se ha puesto a lo largo de 3 años excelentes. El 4x01 es el perfecto "episodio tipo" de la serie con el aliciente añadido de comprobar como han evolucionado las circunstancias para nuestros protagonistas. No sólo Don está más cerca que nunca de la imagen de playboy que se puso de moda en la época sino que Peggy mantiene una relación formal y Joan ha vuelto a ser la super-secretaría que todos añorábamos. 4 años han pasado como si nada y nosotros tenemos más ganas que nunca de seguir la vida de los hombres y mujeres que pusieron su granito de arena para confeccionar la sociedad tal y como la conocemos hoy en día.
4x02 -Christmas Comes But Once a Year- 1 agosto- Nota: 9
Las navidades llegan para recordarnos que la vida sigue en el Manhattan de 1963. Pero para Don Drapper no representan la felicidad y calor que caracterizan dichas fiestas. Este año no. El publicista no termina de acostumbrarse a su vida de soltero y se refugia más que nunca en el trabajo.
Y es que las nuevas técnicas comienzan a llegar a la oficina. La aparición de una empresa que facilita estadísticas y datos personales de los consumidores trastoca un poco la percepción de Don del negocio. Las cosas para él siempre han consistido en hacer anuncios atractivos, pero como vimos en el anterior capítulo las necesidades del negocio se expanden al mismo ritmo que la sociedad y el mejor creativo de Madison Avenue no puede quedarse a la zaga.
Pero cuando le tocan su vida privada en forma de test Drapper no duda en salir escopetado de la sala de reuniones. Y eso que la ponente es una espectacular rubia que parece mostrar interés en nuestro protagonista. Este atisbo de modernidad contrasta con el retorno del dinosaurio Freddy. El antiguo compañero regresa tras superar su alcoholismo y comienza a trabajar junto a Peggy.
Mientras tanto vemos que el principal recurso de Don para superar su reciente divorcio es el whisky. Con la facilidad de poder beber sin prejuicio en el trabajo no hay día que no llegue a casa con una menopea del 15. Una de esas noches aparece un ángel disfrazado de enfermera para acompañarle hasta el dormitorio. Se trata de su joven nueva vecina. Una discreta muchacha de inmensos ojos que no desvían su atención ni un segundo del recién divorciado.
En la oficina Peggy termina por recriminar a Freddy sus anticuados métodos publicitarios provocando una discusión bastante incómoda con el hombre aún convaleciente de su adicción. Pero el ambiente en la empresa es bien diferente, por lo menos en apariencia. Joan se encuentra preparando la fiesta de navidad y debido al duro comienzo que está teniendo la andadura de los ex. Sterling-Cooper este año va a ser más recatada que nunca. O por lo menos esa era la idea hasta que Lee Garner Jr. presidente de Lucky Strike y que representa el 71% de su cartera de clientes decide anunciar su aparición.
Roger, responsable de la cuenta, se toma el anuncio como la pero prueba posible y ordena a Joan montar la mayor fiesta posible. El resultado da bastante el pego y asistimos a una conga bastante divertida donde Garner se lo pasa como un enano. Pero a Roger se le ve demasiado el plumero y el empresario no duda en abusar de él obligándole a disfrazarse de Santa Claus y sacarse fotos con sus empleados en el regazo.
A todo esto Don aprovecha las risas para escabullirse cuando la responsable de la reunión que abría el episodio le acorrala en el despacho. Pero lejos de cumplir los sueños de soltero del publicista la joven le expresa su admiración por su trabajo y la decepción sufrida al ver que él despreciaba el de ella. Tras dos calentones en el episodio Don ya no aguanta más y seduce a su servicial secretaria tras la fiesta.
Su ex Betty tiene otras preocupaciones. Como era de esperar su nueva vida se muestra como el punto más débil de esta cuarta temporada y el conflicto se reduce a una gamberrada del primer noviete de la pequeña Drapper. Pero Don añora esas pequeñas anécdotas familiares y el abrazo de una sumisa oficinista no es suficiente para aplacar su tristeza. A la mañana siguiente la hace llamar a su despacho y se limita a ofrecerle su aguinaldo a la vez que sepulta con su mirada todo recuerdo de la noche anterior.
Mad Men nos ofrece una nueva pieza de coleccionista con forma de episodio clásico y poco innovador, pero que es un ejemplo de la buena forma física que presenta el planteamiento de una serie capaz de ser en su cuarta temporada tan interesante y amena como al principio. En AMC tienen la fórmula del éxito y esperemos que tarden en soltarla.
4x03 -The Good News - 8 agosto - Nota: 9,5
Este no es un episodio normal de Mad Men. En él conocemos mucho más a sus personajes en contra de las pequeñas dosis a las que nos tienen acostumbrados. La falta de clientes en la agencia aunque preocupante se muestra como un buen recurso para dejar a nuestros protagonistas más tiempo libre. Y lo cierto es que se agradece sobretodo tras la -sublime- muestra de que la fórmula habitual sigue funcionando que fue el anterior capítulo.
Joan sigue con el piloto automático en su matrimonio. El plan es tener hijos cuando su querido doctor vuelva de Vietnam (si es que al final hay guerra claro). Pero Joan ya tiene unos años -y una completa vida- detrás como para andar perdiendo el tiempo. Por eso y porque en Sterling, Cooper, Drapper y Pryce ya tiene un nombre decide ir al despacho del stirado Mr. Pryce a pedirle unos días libres.
Pero el inglés no tiene intención de dárselos. El pelirrojo se ve algo intimidado por la posición de poder que ha adquirido esta dama de hierro. No quiere ser otro más que sucumba a sus nada sutiles encantos se cierra en banda con la joven hasta el punto de resultar molesto. Las cosas en su hogar londinense tampoco es que estén saliendo a pedir de boca.
Mientras tanto Don aprovecha las vacaciones para hacerle una visita a Anna, la viuda del Don real, antes de ir a Acapulco. Una vez allí la cálida relación entre estos dos personajes queda patente desde el primer minuto. Para Dick esa casa supone el único refugio en el mundo donde aún puede ser él mismo y sentirse querido. Una vez allí conoce a Stephanie, la sobrina sin pelos en la lengua de su eterna amiga.
Salen a cenar los 3 juntos en lo que podría parecer la idílica postal familiar. Pero los planes de Don van por otro lado. Que no se nos olvide que nos encontramos ante el macho por excelencia, con lo que no nos sorprende que intente acercarse a la joven. Lo llevavamos temiendo toda la noche, pero en el fondo esperábamos que su relación con Anna.
La joven sin embargo le corta el rollo al publicista revelándole una terrible noticia: Anna tiene cáncer y no se lo han dicho, ya que le queda poco tiempo y quieren que sea lo más feliz posible. Don no encaja bien esa estrategia y cree que Anna merece saber la verdad. Stephanie le pide que no revele nada y su madre -hermana de Anna- es mucho más tajante. Para ella Don es sólo el que paga y no tiene derecho a influir en esa familia. Don necesita una noche entera de reflexión para decidir cuál será su actitud en adelante.
Al final decide poner el piloto automático y comportarse lo mejor posible. Le arregla una gotera del salón y se dispone a marcharse antes de revelar el terrible secreto y arruinar con su esporádica visita a esa familia. En el fondo él llegó con una actitud egoista. Su intención era relajarse tras su divorcio como el que acude a casa de sus padres cuando hay problemas. Pero la realidad es mucho más dura.
Don ya no está de humor para broncearse en Acapulco y vuelve directamente a la oficina. Mr. Pryce tampoco está con su familia ya que por un divertido error de su secretaria le llegaron a la señora Pryce unas flores de disculpa destinadas a Joan. Los dos hombres tienen algo en común por primera vez desde que hace un año conocimos al inglés y no tardan en comenzar a ahogar sus penas juntos.
La primera parada es en el cine del barrio, petaca y alboroto incluido. Pero lo realmente descacharrante es la completa salida de tono del gentleman en el restaurante utilizando su cena como una especie de pene falso. Hilarante. La noche termina con la amiguita de Don y otra compañera satisfaciendo a los dos hombres solitarios. Ha sido un año nuevo para olvidar. Pero al día siguiente todos se sientan en la sala de reuniones olvidando sus problemas. Hay que sacar a la empresa adelante.
Una entrega que sólo podríamos calificar de excelente dado el altísimo nivel demostrado por todos los actores -en especial Joan y Don- y el perfecto equilibrio entre el drama y la comedia. El capítulo se ha centrado en pocos personajes y la estrategia ha servido para dar un inusual exceso de información sobre la situación personal de los pilares de la agencia de publicidad en la que a todos nos gustaría trabajar.
4x04 -The Rejected - 15 agosto - nota: 8
Vuelve a haber trabajo en la oficina y lo primero que nos encontramos al entrar en Sterling, Cooper, Draper and Pryce (¿Aún no se habían inventado las iniciales?) es a nuestros mad men trabajando. Es decir, haciéndole la pelota al presidente de Lucky Strike. Pero ya sabemos que no todos los problemas en esa oficina tienen que ver con los clientes y la relación de Don con su secretaria se está volviendo más tensa a medida que pasan los días y crece el mutismo del jefe al respecto del escarceo amoroso.
Por su parte Peggy comienza a hacer nuevos amigos en el edificio. En el ascensor conoce a una joven aparentemente enrollada que la invita a una fiesta con sus amigos. El escape le vendrá muy bien a la publicista que se siente agobiada por la presión ejercida por su novio. Al fin y al cabo él es un muchacho y ella es una importante publicista con un pasado bastante escondido. Y es que llevamos demasiados capítulos sin saber nada del hijo que tuvo con Peter y que se desvive por ocultar.
Por su parte Campbell tiene que hacer frente a una dura decisión. La marca Ponds es uno de los fichajes mas importantes de la firma y su cuenta de Clearasil genera un conflicto de intereses. Pero deshacerse del cliente no va a ser pan comido en esta ocasión ya que se trata del propio suegro de Peter, al que se pasó semanas convenciedo de que él era el hombre indicado para llevar su campaña.
Ante la presión del siempre estricto Pryce (no olvidamos el momento de borrachera en el restaurante) el joven publicista queda con su suegro para comunicarle la noticia. Pero el empresario se reserva su propia sorpresa ya que supone que la cita es para comunicarle oficialmente que su hija está embarazada. Un secreto que Trudy guardaba para sorprender a su marido en su aniversario. Ante semejante alegría Peter deja para otro momento el incómodo anuncio y se rinde esa nueva sensación que le embarga. Ya no es ningún chaval y tendrá que actuar en consecuencia.
Mientras tanto en la oficina Don sigue analizando el trabajo de la psicóloga. En esta ocasión encierran en una sala de estudio a las secretarias para sonsacarles información sobre sus gustos y preferencias cosméticas con la excusa de una charla informal. Pronto el tono comienza a ser demasiado distendido y varias de las mujeres comienzan a llorar por sus diferentes desengaños amorosos. Pero lo que realmente crispa a nuestro publicista favorito es que una de esas jóvenes es su propia secretaria, que huye en lágrimas a encerrarse en el despacho de su jefe ante la incredulidad de toda la oficina.
Por su parte Peter se reune con su ex compañero Kenny para ponerse al día. El rubio no tarda en leerle la cartilla al comentarle lo molesto que está por su comportamiento en el pasado. Pero Peter aprende rápido y la lección de que una disculpa a tiempo siempre es una acierto la tiene más que sabida. Con ese nuevo talante se presenta a cenar con su suegro, y sin darle tiempo a reaccionar le propone la completa cesión de las cuentas de todos los productos de su compañía farmacéutica para contrastar a la crema de Ponds aumentando los ingresos para la compañía. El empresario, ahora abuelo, no puede negarse a la petición de su yerno. Al fin y al cabo si accede se ahorra una casa mayor para la pareja.
Pero mientras uno triunfa en lo familiar y lo laboral Penny está demasiado absorta en disfrutar de sus últimos días de soltería. La joven se deja caer por una fiesta donde no faltan las drogas, el alcohol o los encuentros fortuitos en armarios. Lo cierto es que bajo su aparente seguridad Penny está hecha un mar de líos.
Por segunda vez la psicóloga decide enfrentarse a Don para que empiece a reconocer su trabajo pero el publicista tiene activado el modo tiburón y si algo no le gusta nadie -por muy rubia y espectacular que sea- va a cambiar su punto de vista. El creativo se niega a reconocer los avances en el campo de los estudios de mercado y esperemos que esa ceguera no le pase factura en el futuro.
Pero más allá de la agencia en este episodio se han querido centrar en los dos grandes secundarios: el trepa y la joven en ascenso. Dos roles fundamentales para representar la época en la que se ambienta la serie y que van ganando temporada a temporada gracias al impecable trabajo de sus dos intérpretes. Con ese cruce de miradas final nadie puede evitar pensar si en un futuro estos dos acabarán juntos. Cada día parecen tener más ganas pero sus caminos no podrían ir en direcciones más opuestas.
4x05 - - 22 agosto - nota:
Próximamente.
2 COMENTARIOS:
me acabo de acabar la 3 temporada, y me ha encantado, pro fin se ha visto evolucion q es lo q echaba de menos, y me ha gustado el pricipio de la 4, sobretodo con la pregunta quien es don draper!!!creoq todavia no lo sabemos!
No tenemos ni idea!
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