Seguimiento de la 4ª temporada de Breaking Bad

Ya no hay marcha atrás

Aquí estamos un año más para una de las citas imprescindibles de la web, el seguimiento capítulo a capítulo de Breaking Bad, una serie que a estas alturas no necesita presentación y que tras un parón inusuálmente largo de 13 meses por fin regresa a la parrilla para convertirse en el plato fuerte del verano. Las expectativas son altas una vez superado con creces el efecto sorpresa de las primeras temporadas, y tras rozar la perfección el año pasado ahora tiene por delante el complicado reto de mantener el nivel del que ya es considerado el mejor drama televisivo del momento.

Pero no solo eso, ya que una de las principales virtudes de Breaking Bad es mostrar una evolución lenta pero evidente en todos sus frentes con la transformación de Walter White como eje, y este verano la cosa promete ponerse más oscura que nunca. ¿Seguirá Breaking Bad en la cima de la parrilla? ¡El seguimiento tras el salto!

4x01 - Box Cutter - 17 de julio - Nota: 8

Gus es algo así como el Darth Vader del universo de Breaking Bad. No, peor. Gus Fring es una especie de cruce entre Darth Vader y terminator con gafas y delantal de encargado. Por sí aún no lo teníais claro, este primer episodio de la cuarta temporada se centra de lleno en la reacción del empresario ante el arriesgado movimiento de nuestros protagonistas con el que cerraban la serie el año pasado. Nada de elípsis temporales o la inclusión de nuevas tramas. Este 4x01 sigue directa y exclusivamente los acontecimientos que terminaron con la afición por la ópera de Gale y que ha puesto a nuestro pétreo Mr. Pollos en una complicada posición, pero vayamos por partes.

Todos nos habremos quedado con la misma cara de sorpresa al ver a Gale en la primera escena del capítulo. Pero pronto nos hemos dado cuenta de que estábamos asistiendo a otro de esos mini-flashbacks tan frecuentes en Breaking Bad y que tanta información ofrecen. De hecho, nos hemos enterado de que Gale era algo más que un ayudante ocasional buscado por Gus. Gale se trataba de hecho del productor principal de narcotraficante, que haciendo gala de una tremenda humildad y ganas de aprender se puso al servicio de Walter sin rechistar. Maldita la hora.

Y es que todo el capítulo ha girado en torno a la aparición del encargado en el laboratorio donde aguardan un nervioso Walter y un Jesse en estado de shock tras acumular el enésimo trauma a su lista. Toda la tensión contenida de la espera con Mike ha entrado en estado de alarma cuando Mr. Fring ha entrado en el laboratorio y tranquilo, relajado, como es él, se ha ido desvistiendo y doblando su ropa cuidadosamente. Mientras, no hay un espectador que no estuviera esperando el momento en el que el empresario localizara el cutter que aparecía al comienzo del capitulo y que da titulo al mismo. ¿Que sera capaz de hacer este hombre tan refinado como impredecible? 

Seguro que a mas de uno se le ha pasado por la cabeza el momento otorrino del Sr. Amarillo en Reservoir Dogs, y no es para menos, pero a diferencia del personaje inmortalizado por MIchael Madsen, Mr. Pollos no es un psicópata, simplemente se trata de un hombre de negocios excesivamente meticuloso con, quizás, algún desorden compulsivo-obsesivo que otro, pero no un hombre que disfrute con el dolor ajeno. El asesinato de Victor simplemente ha respondido a la doble ineptitud de este, vigilando a Gale primero, y dejándose ver en la escena del crimen después. A Walter al fin y al cabo y como él mismo dice,  no le quedaba otra opción que defendese. Pero si Fring no es un psicópata, ¿Por qué no le ha dejado el trabajo sucio a Mike? La respuesta es tan simple como complicada de apreciar a primera vista, y es que como el mismísimo Batman diría, el miedo es un factor fundamental a la hora de enfrentarte a tus enemigos, y el sacrificio de Víctor además de para atar un cabo suelto, ha servido como un numero teatral bastante contundente con el que mandar un mensaje claro a Jesse, Walter e incluso Mike.

Por otro lado, los personajes secundarios de la serie han hecho un acto de aparición más bien formal. Poco o nada queda del dicharachero y fanfarrón Hank que conocimos hace 3 años. Ahora se pasa el día comprando piedras por Internet mientras sufre la compasión de la siempre insufrible Marie, aunque espero que en algún momento de la temporada levante cabeza y se acostumbre a su nueva situación. Saul por su parte sigue siendo el contrapunto cómico de la serie, y ahora pasea su creciente paranoia junto a un gorila con una aspiradora en lugar de nariz. 

La que mas se ha lucido ha sido Skyler, que nos cae mucho mejor ahora que se muestra colaborativa con Walter, y que ha demostrado ser una mujer de recursos al investigar la desaparición de su marido. Tampoco quiero pasar por alto el cambio físico de la actriz Anna Gunn, que ha ganado bastante peso de un año para otro haciendo bastante difícil de creer que la nueva trama sea inmediata a la anterior. Gajes de la televisión, que diría Jorge García.   

Al final, Walter y Jesse desayunan en una cafetería al más puro estilo Pulp Fiction mientras planean "su próximo movimiento", pero argumentalmente estamos como al final de la tercera temporada, es decir, trabajando para Mr. Fring pero en constante peligro de muerte. Como siempre, es pronto para avanzar hacia donde ira la trama, pero si que he echado en falta en este 4x01 esa evolución palpable de la que hablaba en el primer párrafo del análisis. Es mas, Box Cutter me ha parecido un episodio de tramite mas que la inauguración de un nuevo año, casi como si debiera formar parte de la tercera temporada.
 

Pero tampoco nos vamos a quejar. En Breaking Bad acostumbran a ser bastante herméticos en sus premieres y con volver a disfrutar de esa planificación visual e interpretaciones de órdago (ambas unificadas en ese paseo final western style) ya podemos darnos con un canto en los dientes. Eso si, a ver si la semana que viene tenemos suerte y sopla algún aire de cambio, como la inauguración de cierto autolavado o las complicaciones derivadas de cuidadosas anotaciones en un cuaderno hortera.

P.D. Quizás os hayáis dado cuenta del gazapo del minuto 35:27 (de episodio con previously), en el que vemos como un chorro de sangre sale disparado del cadáver de Víctor tras impactar contra el suelo, mientras que al instante siguiente sale un nuevo charco de sangre. 

Aquí, un documental de la realización del episodio:

4x02 - Thirty-Eight Snub - 24 de julio - Nota: 7,5

Demasiado Walter y poco Heisenberg. Así podríamos definir a este Thirty-Eight Snub, en el que nuestro protagonista toma la temeraria y temprana decisión de cargarse él solito al villanísimo Gus. Una idea que queda patente desde la primera escena, en la que recuperamos a un Walter incómodo ante lo que es una situación corriente en la vida de un criminal: la compra de un arma. Nuestro protagonista se muestra más torpe que nunca mintiendo sobre sus intenciones. "Para defensa", repite una y otra vez a su interlocutor, pero en realidad lo que intenta es convencerse a sí mismo de que la acción ofensiva que está preparando no es en realidad sino otra forma de defensa llevada al extremo.

Otro que parece que va un paso para delante y dos para atrás es Jesse, que recupera su antigua vida de caprichos y excesos para evitar pensar en lo sucedido con Gale. Volvemos a ver por la función a la parada de freaks que tiene el dealer por colegas y asistimos una vez más al poder de convicción del antiguamente conocido como Captain Cook.  Fiestón al canto.

Por su parte Walter parece que le ha cogido rápido el tranquillo al revolver. Con una renovada determinación, nuestro protagonista ensaya con su peor cara de perro como será el asesinato de su jefe y se prepara para acelerar las cosas realmente. Pero antes nos detenemos un instante a comprobar cómo le van las cosas a Hank, totalmente obsesionados con los minerales, en especial con uno llamado Corindón Azul,  no sabemos exáctamente por qué. ¿Un intento por descubrir ese componente que vuelve azul la meth de Walter? ¿O simple casualidad? Pero la pregunta que reálmente me atormenta es, ¿Por qué Marie también duerme en una cama de hospital?

Nueva escena con Walter, y otra vez demasiado Sr. White. El protagonista se enfada con Skyler por nombrar el autolavado en una conversación telefónica, suponemos que como síntoma de esa tremenda paranoia en la que está sumido y que le lleva a aparcar de momento el plan del blanqueo de dinero. Algo a lo que su recién criminalizada esposa no está dispuesta, ya que se atreve a ir ella misma al local a plantear la oferta ante ante su dueño. Pero como todos recordamos, Walter no se despidió de una forma precisamente amigable, así que su ex-jefe se encuentra bastante reacio a venderle a su mujer el negocio como demuestra en un diálogo que fácilmente podría estar extraído de un film de los Coen.

De vuelta en el laboratorio vemos a Jesse con los auriculares continuando su ritual personal de lavado de cerebro a la vez que conocemos la nueva política de Gus, que responde a no volverse a dejar ver por ahí "por si las moscas". Vaya, Walter tendrá que buscarse otro plan tan magistral como guardar el arma en la taquilla del negocio de su víctima (modo ironía ON). De paso, nos presentan al sustituto de Víctor, que tranquilamente podría ser el mismísimo hijo de Mr. Pollos. 

No hay problema. El mejor plan es ir diréctamente a la casa de la familia Fring disfrazado de Heisenberg, llamar al timbre esperando que abra el mismísimo Gus y liarla a tiros. Más allá de que esta escena nocturna haya estado rodada de forma impecable, donde ha fallado es en basarse en un suspense inexistente. Todos sabíamos que Walter no iba a terminar con la vida de su jefe en ese momento, ya fuera por sus propias razones o por algún obstáculo como la llamada de Mike. 

Entonces el Sr. White se decanta por una estrategia más sutil pero igual de descarada como es la de intentar convencer al asesino para que se pase a su lado traicionando al empresario, y lógicamente sale con una buena hostia del bar. 

¿Dónde esta esa incipiente y fría mente criminal? ¿Por qué da la sensación de que este episodio ha sido de completo relleno? (Esa visita de la ex de Jesse). Esperemos que este 4x02 sea recordado en la valoración final de la cuarta temporada como el calentamiento antes de la lluvia de fuego que promete la trama, que una vez más ha preferido detenerse en explicarnos en exclusiva el estado anímico de nuestros protagonistas: uno totálmente histérico y el otro intentando apagar su conciencia. En definitiva, otro episodio de tránsito con sus dosis de simbolismo y comedia (ese Saul televisivo impagable) que demuestra que Breaking Bad se puede permitir aún bajar el pistón y dejarnos un episodio "símplemente notable", aunque todos sabemos que da para mucho más.

4x03 - Open House - 31 de julio - Nota: 8,5

Llevamos varios episodios sin ver la cara de Gus Fring, pero su amenazadora presencia se siente con más intensidad que nunca. De hecho este 4x03 comienza con Walter llevándose una desagradable sorpresa al llegar al trabajo. Nuestro protagonista siempre ha sospechado que el laboratorio estaba bajo vigilancia, y ya no le queda ninguna duda tras la aparición de una cámara que sigue todos sus movimientos. ¿Consecuencias del intento de asesinato abortado por Mike del capítulo anterior? Posiblemente.

La que está harta de la actitud paranóica y poco productiva de su marido es Skyler, a la que se le ha metido entre ceja y ceja comprar el autolavado donde trabajaba Walt a toda costa para conseguir la cohartada perfecta. De hecho, la señora White se ha convertido de la noche a la mañana en el aliado más valioso de Heisenberg, volcando todos los conocimientos chanchulleros que aprendió en sus días en Empresas Beneky en la complicada tarea del blaquear la millonada que gana Walter. Y desde luego un señor con orugas por cejas no va a ser quien le tumbe el plan.

Confirmando la actitud tramposa que llevamos intuyendo lo que vamos de temporada, Skyler monta junto a Saul una estafa en toda regla para timar al resentido dueño del autolavado, que termina cediendo a las peticiones de la persuasiva rubia. ¿Y Jesse? Si hace unas semanas nos lamentábamos de lo mal que lleva el chaval eso de convertirse en un sicario en toda regla, en Open House vemos como la situación se le ha ido completamente de las manos, ya que la antigua casa de sus padres ha quedado transformada en un desfile de decadencia yonki totalmente descorazonador.

Realmente seguimos asistiendo en escenas como en la que arroja dinero a los drogadictos a ese intento del joven por dejar su mente en blanco y alejar a sus fantasmas, es decir, la misma actitud con la que lleva desde la muerte de su novia. Pero es de agradecer ese esfuerzo de los guionistas por variar y llevar al extremo la tendencia autodestructiva de Jesse convirtiéndolo en el personaje más impredecible de la serie ya que, ¿De qué es capaz un hombre que no tiene nada que perder?

Eso mismo debe estar preguntandose Hank, cuyo principal hobby ha pasado de los minerales a destrozarle la vida a su mujer. Marie no lleva nada bien vivir con Shrek de resaca y en una especie de estallido psicótico controlado comienza a pasearse por casas en venta fingiendo diferentes personalidades y robando pequeños objetos. Hablamos sin duda del arco argumental de releno del episodio, que por lo menos ha servido para que Hank tenga una excusa para hablar con sus compañeros de la policía y reincorporarse más o menos a la caza de Heisenberg, aunque claro, eso él de momento no lo sabe. Pero no nos cabe duda de que tardará poco en descubrilo.

Lo dicho. Hemos asistido al perfecto episodio tipo de Breaking Bad, con la evolución de sus personajes como eje principal y pequeños pero significativos avances en la trama. Además, el humor negro ya casi personificado en Saul y su gorila siempre son de agradecer para hacer más llevaderos otros momentos más pesados como la trama de Marie. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que la cuarta temporada ya marcha viento en popa sin ninguna duda sobre su calidad o los nulos síntomas de agotamiento.

4x04 - Bullet Points - 7 de agosto- Nota: 9               

Comenzamos con otra de las aventuras de Mike, nuestro asesino de la tercera edad preferido. Estas pequeñas piezas que podrían conformar una miniserie por sí mismas siempre destacan sobre el resto debido a la tremenda elegancia y planificación con la que están plasmadas. En esta ocasión vemos como Mike tiene que librarse de un par de matones del cartel mexicano que atacan uno de los camiones de reparto de Los Pollos Hermanos. El recuento sale a 500 balas gastadas por sicario muerto contra 2 por víctima de la mano derecha de Mr. Fring, que, eso sí, se lleva un moderno pendiente de recuerdo. Sublime. 

La escena tras los créditos nos devuelve a Walt y Skyler donde los habíamos dejado, planificando su coartada hasta el milímetro. De hecho, la minuciosidad de la esposa es exasperante y ante el anuncio a la familia de la compra del autolavado se ha preparado todo un guión. Por la cara de Walter deducimos que no somos los únicos aburridos con el discurso de la rubia y cuando te quieres dar cuenta ha pasado ya medio episodio. Bueno, menos mal que la dichosa cena va a dar mucho de sí. 

Nada más llegar nos sorprende la vitalidad de Hank, que sube a los muchachos a su habitación para enseñarles un hilarante vídeo de un caso policial en el que está colaborando como asesor. Se trata nada más y nada menos que de Gale en una especie de videoclip cutre del que el agente de la DEA no deja de reirse. Humor negro made in Breaking Bad a la máxima potencia y una expresión de alucine para Walter que le dura hasta que tiene la cena delante, donde por supuesto olvida el guión. ¿O no?

Tras enterarse de que Hank está investigando la muerte de Gale el  ex-profesor no duda en envalentonarse y registrar los documentos de la investigación, para poco después replantearse la estrategia y ofrecerse indirectamente para colaborar aportando sus conocimientos de química. Hank muerde el anzuelo y enseguida están estudiando la fotocopia del cuaderno maestro de Gale. La preocupación en la cara de nuestro protagonista es evidente, e incluso se tiene que esforzar al máximo para despistar a su cuñado tras una sutil pero crucial insinuación al respecto de las iniciales W.W.

Con la paranoia más justificada que nunca, Walter se encamina a casa de Jesse para asegurarse de que el joven limpió bien su rastro al cometer el asesinato pero desiste (más bien le obligan) viendo la decadencia en la que está sumido el joven, al que ni siquiera le importa que le roben todo su dinero alguno de los yonkis que viven en su salón. Menos mal que Mike tiene tiempo para todo y le devuelve el botín a Jesse no sin antes avisarle de que se está convirtiendo en un riesgo. 

Walter por su lado consulta sus opciones con Saul, y la conclusión a la que llegan es que hay que seguir hacia delante o comprar una nueva identidad para toda su familia. Por su lado Mike hace lo propio acudiendo a Mr. Fring y nos podemos imaginar cual es la decisión que toman. El capítulo finaliza con Jesse en el coche de Mike acudiendo a lo que pinta como un destino inevitable y nada esperanzador, y no es que parezca importarle demasiado. 

 Puede que Hank aún esté algo lejos de acercar sus fauces a Heisenberg, pero es un alivio comprobar como ese frente sigue más abierto que nunca mientras otros como el de Jesse parece que se acercan a su final. No podríamos pedirle más a un cuarto episodio de temporada. Bueno sí, que Skyler no le ponga tanto empeño a su faceta de guionista y nos ahorre algún que otro dolor de cabeza a nosotros y a su marido.

Aquí os dejo un documental sobre la realización del episodio:

4x05 - Shotgun - 14 de agosto- Nota: 9                   

Nos reecontramos con un Walter en plena explosión paranoica. Y no es para menos, ya que todo apunta a que su jefe ha decidido prescindir de Jesse una vez que este se ha convertido en un cabo suelto demasiado ruidoso. En uno de los comienzos más adrenalíticos de toda la serie vemos el plan de emergencia de Walter, que consiste en que Saul se encargue de dalre todo el dinero a Skyler mientras él intenta, una vez más, asesinar a Gus Fring. Walter, ¿No te había quedado claro que eso no es una buena idea?

En esta ocasión, en lugar de ir a su casa, la estrategia pasa por acudir al restaurante y ponerse a pegar tiros delante de clientes y empleados. Pero Fring va un paso por delante y también ha colocado cámaras en el establecimiento, que suponemos, le han dado la oportunidad de escapar antes de que Walter irrumpa en su despacho haciéndole pasar un mal rato a una empleada. O quizás el coche en la puerta sea un reclamo y hace días que no pasa por allí.

Y como la vez anterior, todo termina con una llamada de Mike dejando claras las cosas: "Jesse está hoy conmigo. Tu ve al laboratorio a cocinar". Pero la tensión ha durado hasta el momento en el que hemos vuelto a ver al joven, que ha asistido casi incrédulo a una escena tan tensa como desconcertante. Resulta que el plan de Fring no podía ser más diferente que el que nos han invitado a pensar. Y es que tras la muerte de Victor, el empresario anda necesitado de músculo, de hombres capaces de hacer tareas peligrosas más allá de la cocina.

Esta forma de hacer las cosas que tiene el hostelero/narcotraficante y que ha sorprendido incluso al propio Mike no es si no otro ejemplo del realismo y buen hacer del que hacen gala los guiones de Breaking Bad, que se alejan de la descripción de una banda mafiosa que vimos, por ejemplo, en Los Soprano, que salen juntos a comer macarrones y a celebrar comuniones, y nos muestran a cada empleado del cabecilla como una pieza individual y extremadamente valiosa. Porque no es tan fácil encontrar gente de confianza para asuntos tan turbios.

Por su parte, Hank sigue representando en casa su propia versión de El Coleccionista de Huesos investigando el asesinato de Gale, al que atribuye la invención de la meth azul a pesar del discurso de su cuñado en el episodio de la semana pasada. Para él ya no hay caso así que decide abandonar para decepción de su compañero. Pero todos sabemos que lo que está es haciéndose de rogar.

El que lleva bastante mal el trabajo en solitario es Walter, incapaz de cocinar sin un ayudante hasta el punto de ponerse a gritar desesperado a la cámara. Es entonces cuando entra en el laboratorio el chico nuevo de Fring para ejercer de sustituto de Jesse. Menudo día, menos mal que horas antes se ha reconciliado finalmente con Skyler en una secuencia bastante divertida que comienza con un desesperado mensaje en el contestador del pobre Ted. Eso sí, sobre lo sucedido en el laboratorio es inevitable hacerse una pregunta: ¿No parece este sicario mucho más apropiado para el trabajo que han encomendado a Jesse?

Aunque el chaval no parece desenvolverse mal. En su última recogida la pareja es finalmente asaltada por un sicario mexicano que porta la famosa escopeta del título, y aunque breve, la escena ha sido otro ejemplo de lo bien que le sientan las armas a Breaking Bad evidenciando su espíritu de puro western. Mike por su parte ve con otro ojos al joven tras lo sucedido. O eso nos quieren hacer creer. Y es que resulta que los atacantes trabajan también para Fring, y todo ha sido una opereta para hacerle sentir importante a Jesse. Confiado. Seguro. Exactamente como se muestra en su primer encuentro con Walter tras lo ocurrido.

El capítulo finaliza con otra tranquila cena en casa de Hank y Marie, aunque en esta ocasión Walter se pasa un poco con el vino. Nuestro protagonista necesita olvidarse de que se ha convertido en el último mono en la organización de Fring, y animado por los vapores etílicos y picado por su ego no duda en asegurarle a Hank que, bajo su punto de vista como científico y profesor, las notas de Gale no son más que la copia del trabajo de otro genio que aún esta ahí fuera. Vamos, cagadón al canto, ya que su cuñado sí decide hacerle caso esta vez y sigue investigando hasta dar con la contradicción de que un vegano como Gale tenga folletos de Los Pollos Hermanos en casa.

A lo que hemos asistido es a otra ola antes del tsunami que se avecina en el final de temporada, ya que la situación entre Gus y sus empleados aumenta en tensión a cada entrega a la vez que se hace más complicada de entender. ¿Cuáles son los motivos reales del empresario para montar esa obra de teatro? Además, al avance constante de la trama hay que sumarle en este 4x05 una dirección absolutamente magistral, capaz de alternar ritmos dinámicos con otros más pausados con apenas segundos de diferencia obra de Michelle Maxwell MacLaren, una de las cabezas pensantes tras Breaking Bad en sus facetas de directora y productora. 

4x06 - Cornered - 21 de agosto- Nota: 8,5             

Cornered (arrinconado). Un título inmejorable para describir la situación actual en la que se encuentra el hombre que hace mucho que dejó de ser un simple profesor de secundaria. Arrinconado ante su hijo, al que intenta compensar con desesperación estos meses de caos familiar. Arrinconado por su mujer, dispuesta a relevarle como mente maestra tras "la banda". Arrinconado ante un compañero incapaz de ver más allá de sus narices. Pero sobre todo, arrinconado ante su jefe, cuyos secretos planes solo podrían ser adivinados por una mente tan sumida en la paranoia como la de Walter. ¿Y qué hace un animal fuera de su elemento cuando está arrinconado? Ser impredecible. 

Pero no son esos los únicos problemas que "arrinconan" a nuestro protagonista. Quizás, el peor de todos ellos sea él mismo, que en esa imprevisibilidad comete más cagadas de las nos gustaría como esa confesión velada al despistado -de momento- Hank en la cena. De hecho, tras una escena de apertura que sirve para mantener caliente la presencia del cartel mexicano mientras nos ofrecen otra muestra de acción simple y efectiva, lo que acontece es una merecida charla de Skyler a Walter.

¿Quién es Gale? ¿Se encuentra Walter realmente en peligro? Son dos preguntas a las que Skyler intenta conseguir respuesta sin éxito. Es más, Walter nota su ego picado de nuevo y se atreve con perlitas como "Yo soy el peligro" y "cuando llaman a alguien a la puerta, yo soy el que llama". ¿El resultado? Skyler desaparece como una exhalación, pero ahora no hay tiempo para preocuparse ya que Walter ha quedado con Bodgan para realizar el traslado de negocio.

El armenio ha decidido vender el negocio, pero antes piensa tomarse su pequeña venganza con Walter humillándolo todo lo que sea posible. Puede que al Sr. White que conocía Bodgan se le pudiera mangonear sin complicarse demasiado, pero ahora hablamos de Heisenberg. Quizás nuestro protagonista está un poco verde para plantarle cara a Gus, pero no será un armenio de cejas como murciélagos quien le toque las narices.

Recuperamos al duo de matones de moda, Jesse y Mike, este último adoptando una postura mucho más paternal de lo esperado recomendándole al joven que coma algo y pase de las drogas. ¿Instrucciones precisas de Fring o es que el matón le está cogiendo cariño al chaval? Por su parte Walter Jr. está a un pelo de cumplir su sueño. Solo tiene que ponerle un poco de cara de pena a su padre para que este le compre un coche digno de los chicos de A Todo Gas. Y es que ante la inseguridad general que rodea la vida del químico, tener el poder para darle a su hijo lo que quiera es una de las pocas parcelas de las que puede sentirse realmente importante. Hasta que se entere Skyler, claro (como todos hemos pensando al ver el auto).

Ahora lo que toca es enfrentarse a Jesse y dejar las cosas claras. Para sorpresa de todos, Walt ha descubierto el plan de su jefe. O más bien habría que decir que está a un pelo de hacerlo. A nuestro protagonista no le cuadra que Gus prefiera que Jesse, un drogadicto con problemas con la autoridad, antes que a cualquiera de sus otros matones para realizar trabajos importantes. La conclusión final a la que llega es que todo esto lo está haciendo por él. Para que se sienta solo, aislado, y se acerque más al error que le quite la ventaja en el juego. "Maten a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca aún" repite Walter, pero más bien habría que aplicar el dicho "divide y vencerás".

Una vez en el trabajo no tardan en volver a necesitar a Jesse en otro lado. Y Walter estalla cometiendo uno de los errores más garrafales en su corta historia trabajando para Los Pollos Hermanos. No, no nos referimos a su nivel de castellano o a esas técnicas de negociador de parvulario, sino al hecho de pagar a 3 limpiadoras mexicanas para que dejen el laboratorio como una patena ante la atenta mirada de las cámaras. ¿En qué estás pensando WalteR?

Recuperamos a Skyler solo para descubrir que la esposa se encuentra en plena fuga. O casi. La rubia ha viajado hasta el monumento Four Corners (punto que junta los 4 estados de Colorado, Nuevo México, Arizona y Utah) solo para dejar su futuro en manos de una moneda. La idea es huir hacía donde diga la suerte, pero una persona tan cerebral y puntillosa como la sra. White no va a cometer un acto tan irracional. Por lo menos de momento. Falsa alarma.

Nueva entrega de las aventuras de Jesse y Mike, que no dejan de cumplir encargos al más puro estilo Grand Theft Auto. Ahora toca recuperar la droga que los mexicanos robaron en el prólogo y que han entregado a unos camellos de pacotilla a modo de ofensa. Según Mike todo se trata de esperar, pero el joven conoce perfectamente la mentalidad de los yonquis y es capaz de manipularlos de una forma casi hilarante demostrando que quizás tiene más aptitudes para su nuevo y forzado trabajo de las que parece.

Aún así, Walter ha conseguido introducirle la duda a su compañero en la cabeza, ¿Por qué él?. A la primera oportunidad que se le presenta, Jesse le formula la pregunta a Gus solo para obtener una de esas respuestas tan diplomáticas y manipuladoras marca de Mr. Pollos: "me gusta pensar que veo cosas en la gente". Si, seguro. Lo cierto es que el empresario tiene cosas más importantes de las que ocuparse como la aún fría guerra con los mexicanos o el último acto de rebeldía adolescente de Walter, que les ha costado la residencia y quién sabe si algo más a tres señoras inocentes.

Y ahora toca la bronca de verdad. A la esperada charla sobre el nuevo coche de Walter Jr. que puede tirar por tierra toda la coartada de la familia le siguen unas duras palabras de Skyler. Walter no deja de justificarse diciendo que todo lo hace para proteger a su familia, y ella no duda en echarle en cara que se ve obligada a ejercer de niñera del protector. ¿Le servirá el toque de atención a Walter para pensar mejor sus acciones?.

El actor Aaron Paul (Jesse) ha declarado recientemente que estos 6 primeros episodios funcionan a un ritmo mucho más lento que el resto de la temporada, y lo cierto es que ya tenemos a todos los personajes en unas posiciones lo bastante definidas como para que la trama comience a coger velocidad. Skyler parece asumir a regañadientes que su labor va más allá de la de mero contable mientras que Jesse comienza a cuestionarse si su "ascenso" responde a motivos legítimos. Pero, ¿Se dará cuenta de que le están manipulando antes de que la brecha con Walter sea irreparable?.

4x07 - Problem Dog - 28 de agosto- Nota: 9,5          

Perro problemático. Con un título tan metafórico cruzamos definitivamente el ecuador de la cuarta temporada de la serie en mejor forma del momento. Pero, ¿Quién es ese perro tan perturbador? Mike facilmente podría ser confundido con un doberman implacable, aunque Gus es más bien un lobo con piel de cordero. Pero no. Ninguno de ellos. Un perro problemático es aquel que no obedece las órdenes de su dueño y que necesita ser sacrificado antes de convertirse en un fastidio para su cuidador y para todos los que le rodean. Y ahora solo nos queda preguntarnos, ¿Es Jesse un perro problemático?

Precisamente el capítulo comienza con el joven jugando al aún inédito (toma publicidad descarada) videojuego Rage. Y en otro brillante paralelismo marca de los guionistas de la casa, Jesse comienza a vislumbrar la cara de Gale en el momento de apretar el gatillo. Una visión que es nueva para el espectador y que el coprotagonista parece tener grabada a fuego en la cabeza hasta tal punto que no le distrae de seguir cargándose zombis.

Recuperamos a Skyler que se ha hecho con los mandos del autolavado en un periquete. Ahora, su intención es que Walt devuelva el carísimo coche que le ha comprado a Jr. para mantener la coartada, y tras decirle exactamente lo que tiene que hacer y con quien tiene que hablar, remata la conversación pidiéndole a su marido que no se meta nadie. Gracioso.

Pero lejos que de hacer caso, Walt decide que necesita un pequeño capricho y se pone a emular a Vin Diesel al volante del bólido hasta quedar irremediablemente atascado en una de esas escenas en las que Heisenberg aparece como si de un Mr. Hyde se tratara. No hay problema. Se quema el coche y luego Saul lo arregla todo. Pero la limpieza del desastre no es para lo único que acude el químico al despacho del abogado. Walt quiere un profesional que se encargue de Gus una vez comprobado que para él es una misión imposible. Pero lógicamente, Saul no es un Corleone, y los pocos contactos que puede tener son los que le ha pasado precisamente Mike. Mala idea.

¿A quién recurrir entonces? ¿Qué tal a tu compañero de trabajo y asesino en potencia? El joven no necesita ni que Walt se lo pida para aceptar el trabajo demostrando que por mucho que esté remodelando su casa, solo la simple inercia es lo que le motiva para seguir viviendo. Ahora toca buscar el mejor método. Pero antes recuperemos a Skyler, que no había contado con que tendría que blanquear mucho más dinero del esperado. "Ningún lavadero de coches hace 7 millones de dólares al año", dice la esposa. Que se lo digan a Bodgan, que no sacaba ni para depilarse las cejas.

Falseando su propio tiempo en el laboratorio, Walt logra confeccionar un veneno inodoro e incoloro capaz de acabar con el objetivo varios días después de ser ingerido. Vamos, el asesino silencioso perfecto. Ahora solo queda que Jesse encuentre el momento idóneo para verter el contenido del frasco en la bebida de su jefe y todo se habrá solucionado. Un instante que llega mucho más pronto de lo que él mismo pensaba. 

Gus no tarda en requerir sus servicios como pistolero -con pistola esta vez- para una reunión con el cartel. Pero la decepción se intuye desde que vemos aparecer a los asesinos de los camiones de reparto en lugar de a algún jefazo. Hoy no va a ser el día en el que llegue la paz a Albuquerque. Por su parte, Jesse no es capaz de envenenar al empresario ya que por primera vez en mucho siento, siente que forma parte de algo más grande y que es necesario.

Y es que Mike parece tener con el joven los detalles que a Walt se le escapan, profundamente sumido en un estado paranóico y siempre intentando manipular a su compañero. Lo que consigue con esa actitud es la primera mentira determinante de Jesse, que quizás por verguenza, aunque casi seguro por indecisión, no confiesa que ha tenido la nuca de su objetivo a dos metros de su pistola.

Entonces Jesse estalla. Ocurre durante una de esas reuniones de adictos que no veíamos desde hace varios episodios, y en la que comprobamos como Pinkman se encuentra tan destrozado por el asesinato de Gale que no tiene reparos en confesar su verdadera profesión a un grupo de extraños que minutos antes le han criticado creyendo que solo había matado a un perro. Seguramente, este discurso no tenga consecuencias a nivel incriminatorio para el coprotagonista de la serie, ya que su objetivo ha sido darnos un resumen final del estado psicológico de un tipo que se ha convertido en un sicario en toda regla, y que no sabe si puede vivir con ello.

Pero como si esta alineación de las posturas de los protagonistas no fuera suficiente avance para una serie que algunos catalogan como "lenta", los minutos finales del capítulo están reservados para Hank, al que vemos bastante recuperado y con sus grandes dotes deductivas intactas. El policía tiene claro que Gus es su hombre, y es capaz de arriesgarse más de lo debido para conseguir sus huellas. Con el análisis de laboratorio en la mano se atreve a confesar sus sospechas a sus jefes, que reaccionan atónitos ante la posibilidad de que uno de los hombres más importantes de su comunidad sea el mayor narcotraficante del estado.

Solo la propia naturaleza de calentamiento de este episodio es lo que impide que Breaking Bad alcance el 10 a mitad de la cuarta temporada, aunque ya estaría justificado por este ritmo de infarto que ha cogido la trama sumado a las ya habituales buenas maneras de todos los realizadores que pasan por la serie que ha encandilado a la crítica del mundo entero. En Metacritic, a estas alturas, la temporada lleva un 96 de media general colocándose en la cima del top anual de la televisión mundial. Ahí es nada.

4x08 - Hermanos - 4 de septiembre - Nota: 10       

¿Recordáis el tremendo hype que se creo ante el episodio con flashback de Richard Alpert en Perdidos? Salvando las distancias, los seguidores de Breaking Bad hemos encontrado en este 4x08 una especie de capítulo equivalente en el que hemos conocido parte del pasado de Mr. Fring. Un personaje que era una completa incógnita hasta el día de hoy, y que como ya es norma en Breaking Bad, más allá de su apariencia de villano total esconde a un hombre marcado por sus propios actos.

Hermanos comienza recordándonos la muerte de los temibles primos mexicanos y el efecto que esta tuvo sobre el impedido Héctor. El antaño despiadado gangster que depende ahora del pequeño timbre acoplado a su silla para dar instrucciones a los pocos hombres leales que le quedan. El propio Gus acude al asilo a comunicarle la noticia. "Sangre por sangre", susurra el empresario. Pero como ya sabemos, resulta un aviso insuficiente para parar al cartel, que a día de hoy se está tomando la revancha asesinando a los conductores de los camiones de reparto de Los Pollos Hermanos.

¿Y qué pasa con el cáncer? He perdido la cuenta ya de cuantos episodios llevamos sin tener noticias sobre el estado de salud de Walter. Hasta hoy claro, que con el anuncio de la reciente renovación para una quinta temporada de 16 episodios (o dos de 8) nos confirman que la enfermedad se mantiene en remisión. De todas formas, de morir Walter en algún momento, me parece que hay decenas de otros factores mucho más cercanas que ponen su vida en peligro. Como esa actitud que muestra en la sala de espera del escaner en la que cree estar al cargo de su vida.

Recuperamos a Fring, que es reclamado por el jefe de Hank para una encerrona que nos demuestra los pocos remilgos de los guionistas a la hora de ponerle las pilas al personaje del policía convaleciente. Su cara de escepticismo y máxima educación ante las mentiras de Gus es todo un poema a la par que un recital de interpretación (si el año pasado Aaron Paul se hacía con el Globo, este puede ser el año de Dean Norris). Gustavo tiene una perfecta explicación para su relación con el difunto Gale, así como para la falta de registros sobre su persona en su Chile natal. Todos los policías parecen creerle, lo que obliga a Hank a llevar la operación a un nivel "extra-legal".

Ahora toca intentar quitarle hierro al paso al lado oscuro de Jesse con una visita por parte de Saul a la casa de su ex-novia, a la que aún mantiene pagando sus gastos y los de su hijo. ¿No es un pedazo de pan este yonqui autodestructivo aficionado a la tecnología?

Y entramos de lleno en el plan B de Hank, que consiste en utilizar a su cuñado para colocar un localizador en el coche de Gus. Y si digo que la escena en la que Mike ha aparcado junto a ellos en plena discusión sobre esta chapucera operación de espionaje ha sido una de las más divertidas a la par que tensas de la serie probablemente me quede corto.

Tras pedir permiso a Gus en un encuentro quizás demasiado oportuno y gratuito (o quizás tras recibir una llamada de Mike), Walter confirma las órdenes de seguir el plan de Hank no sin ir después corriendo a la cámara de seguridad del laboratorio a intentar justificar su inocencia como una niña llorona. La siguiente parada es la casa de Jesse, que sigue "entrenando" con el videojuego Rage, que parece haberle dañado las pupilas hasta el punto de comprarse la camiseta más fea que he visto en mi vida.

La visita, más que para elaborar un plan, le sirve a Walter para darse cuenta de que el abismo entre él y su compañero ha crecido demasiado mientras él estaba preocupado por cosas que creía más importantes como el autolavado o su propio ego. Es decir, que han puesto una vez más a los dos protagonistas de la serie uno frente a otro en lo que siempre hemos intuído que será la trama central que desembocará en el final de la serie.

Y llegamos al momento estrella del capítulo. El flashback ochentero de Gustavo en el que descubrimos sus primeros pinitos en esto del narcotráfico. Resulta que en su juventud el empresario ya era un prometedor hombre de negocios que tenía bajo su protección al que también era su mejor amigo, casi un hermano. Juntos, abrieron el primer local de Los Pollos Hermanos en México, uno en faceta de gerente y otro de cocinero (en su doble lectura).  Pero como ya nos han enseñado las andaduras de Walter, introducirse en el mundo de la droga no es tan sencillo como parece, y el precio que tuvo que pagar Fring fue la vida de su amigo ante el atrevimiento de ofrecer su producto a los hombres del capo Don Eladio.

Más allá de las correctas caracterizaciones de Gus y Héctor en el flashback y a pesar de ese castellano robótico del que hacen gala ambos (no en vano se trata de un actor danés y otro norteamericano), lo que nos han ofrecido es una pura pieza de género gangsteril que nos ha recordado inevitablemente a otro vistazo al pasado muy similar visto recientemente en la española Crematorio, y que, como ya sucedía en aquella (de hecho, fue el mejor episodio de toda la serie) ayuda a confeccionar a un personaje fascinante que siempre ha tenido las ideas claras, aunque ahora sus métodos se hayan endurecido.

En definitiva, pura mitología de Breaking Bad y uno de los mejores episodios de su historia, que no ha descuidado tampoco el avance de la trama en ninguno de sus flancos y que hace sentir ya muy lejano ese comienzo de temporada tan paradito. Porque cuando decíamos que esta serie podía dar para mucho más, nos referíamos a esto.

4x09 - Bug - 11 de septiembre- Nota: 10                

¿Esas gafas rotas y esa zapatilla ensangrentada no son de Walter? ¿Habrá vuelto Mike a darle una paliza? De una forma muy juguetona ha comenzado este magistral Bug, que debido a su título y posición en el listado de esta temporada hacía prever otro Fly como el año pasado (aquel episodio sobre la caza de una mosca que Guilligan confesó haber realizado para ahorrar presupuesto). Y más tras el titánico Hermanos de la pasada semana.

Pero nada de nada. Con el final de la serie ya pactado para dentro de 20 episodios, los guionistas saben que no tienen tiempo que perder y nos han ofrecido exactamente el episodio inverso al mencionado Fly. Diferente también al de la semana pasada aunque casi parejo en calidad e intensidad, prueba de la versatilidad de un grupo de escritores liderados por el propio creador Vince Guilligan y que no le tienen miedo absolutamente a nada.

Solo tardamos una escena en confirmar que esas zapatillas pertenecena nuestro ex-profesor de ciencias favorito. Nos lo encontramos a punto de comenzar otro episodio de Nerd Cops junto a un Hank que ya casi puede valerse por si mismo. Aunque aún no es capaz de recoger él mismo el localizador que colocaron la semana pasada en el coche de Gus. Eso sí, para destrozar Eye of The Tiger no le faltan energías.

Una vez más, Walter accede a regañadientes aunque esta vez no tiene la mínima intención de encontrarse cara a cara con su jefe. Ya en casa, Hank es el único sorprendido con la perdida de tiempo que ha supuesto la jugada y lo cierto es que no parece demasiado brillante por parte de Gus dejar un rastro tan sospechosamente limpio. Con su habitual cara de frustración, Walter decide desquitarse tocándole las narices al secuaz que Mike ha asignado para su vigilancia llamando nada más y nada menos que a la policía. ¿Ya te has olvidado de tu última noche de bares con Mike, Walter?.

No sabemos si como una forma de acercarse a Jesse, por disimular ante la cámara o simplemente por hacerse un poco el "malote", Walter le pide un cigarro a su compañero nada más llegar al trabajo. Pero lo que parece una charla corriente en una pausa del trabajo es en realidad un duelo de miradas entre dos hombres que fingen estar del mismo bando cuando hace tiempo que comenzaron a separar sus caminos.

Al que estar solo no le impide avanzar a toda máquina es a Hank, que ya ha descubierto el polígono de distribución de Gus. El policía no duda en llamar a su cuñado para que le haga de chófer en una nueva escapadita pero sin contar con una repentina diarrea menos creíble que la adicción al juego de Mr. White. Esta vez Walter reacciona a tiempo y llega a la conclusión de que siempre será mejor que él este con Hank en el caso de que logre descubrir algo. Y como dos acciones criminalmente bien pensadas son demasiado para Walter recién levantado, nuestro protagonista no duda en realizar la llamada más sopechosa posible a Mike recibiendo a cambio la que, por otro lado, es la habitual respuesta del canoso asesino: click.

La siguiente escena sirve para mostrarnos como Jesse ya forma parte de casi todos los eslabones de la cadena de producción de Fring en lo que no sabemos si es la siguiente fase del misterioso plan de Gus o confianza real en el joven ex-yonki (de nuevo). Otra que está bastante ocupada es Skyler entre el trabajo real del autolavado y el blanqueo de dinero. Con lo que no contaba la rubia era con encontrarse a su antiguo amante Ted en el local, que no tarda en enseñar la tortuga ante una inminente auditoria. Skyler no tarda en darse cuenta de que el verdadero problema lo tiene ella, ya que si investigan a su antiguo jefe, el autolavado que ahora regenta también puede entrar entre los objetivos del gobierno. ¿Pero no tenían ya suficientes problemas?

Nos reencontramos con Mike y Jesse limpiando a fondo el almacén ante la próxima visita de Hank, y el joven no duda en preguntarle al asesino sobre sus planes para el policía. Demostrando más madurez de la esperada, Jesse afronta el problema con la máxima lógica posible apuntando los pros y contras que conllevan cargarse a un agente para terminar rompiendo una laza en favor de Walter. Jesse asegura que Mr. White jamás seguiría cocinando para Gus si matan a su cuñado, pero ante la pregunta de qué haría él se muestra evasivo. ¿A qué juega este tío? O más bien, ¿Para quién juega?

Y llegamos al momentazo del episodio. "The terminator shit", como lo describirá después Jesse de la mejor forma posible. Resulta que el cartel ha decidido enviar un último mensaje en forma de francotirador que a punto está de alojarle una bala a Jesse entre los dientes. Y es que el chaval no podría haber encontrado un mejor momento para quedarse en blanco (o es que realmente le importa una mierda todo). Menos mal que Mike no duda en imitar al Kevin Costner de El Guardaespaldas salvando la tarde, pero es Gus en una camina tan impactante por inesperada como por arriesgada el que consigue que el atacante se vaya.  La cosa se ha puesto más seria que nunca.

Pasada la tormenta, los chicos del laboratorio vuelven a tener trabajo adicional y ante las quejas de Walter no tarda en llegar la reprimenda de Mike por la llamada a la policía. Una escena que sirve para mostrar una vez más el ambiente de hostilidad en el que trabaja Walter en contra del creciente clima de camaradería del que disfruta Jesse.

Momento cómico del episodio. Una rebosante Skyler aborda la oficina de Ted en plena auditoria en una secuencia que ha servido para quitar un problema de un plumazo a la vez que han relajado en ambiente cargado de tensión. Aunque solo sea por unos minutos.

Como si el capítulo no nos hubiera dejado ya varios momentos para el recuerdo, lo que sigue es una cena de Jesse y Gus en casa de este último. La oportunidad perfecta para utilizar el veneno o para estrechar lazos con el empresario. Pero como viene siendo habitual en Jesse, su imprevisibilidad hace que no se decante por ninguna de las dos opciones. El antiguamente conocido como Captain Cook pone las cartas sobre la mesa y se posiciona definitivamente junto a Walter, ante lo que Mr Pollos responde desmontando todo el discurso. No sabemos si como plan A o plan B, pero ante la reacción de Jesse Gus decide ofrecerle un trabajo en México: enseñar la fórmula a los químicos del cartel para saldar así la deuda.

Recuperamos a Walter revisando el localizador que le ha colocado a Jesse mientras palidece al comprobar donde cenó anoche su compañero. 15 segudos es lo que tarda en presentarse en casa del que considera un traidor en toda regla. Pero primero hay que guardar las cortesías y la conversación comienza con un intercambio de noticias frescas. A Walter no le hace mucha gracia el viaje a México de Jesse pero menos las mentiras de su antiguo amigo. Jesse le pide clases extras para preparar su viaje a la vez que miente sobre su encuentro con Gus. Y entonces, con el localizador sobre la mesa y la moral de Jesse por los suelos comienza un momento histórico en Breaking Bad. 

Walter no sabe que Jesse acaba de decantarse finalmente por su lado y no comprende que las mentiras son más por la verguenza que le da reconocer su inseguridad que por una verdadera intención de traicionarle. El joven está desilusionado con el que creía su único amigo y en un pronto le arroja el localizador a la cabeza. Comienza la pelea y comprobamos como la remisión del cáncer ha igualado sorprendentemente la balanza. Pero como es lógico -y tradición- Walter tiene las de perder.  

"¿Puedes caminar? ¿Entonces vete a tomar por culo y no vuelvas". Con esa brillante pieza de diálogo termina el momento más intenso de la temporada. Una escena que el creador de la serie nos prometió hace ya dos años al confesar que la rivalidad entre los dos compañeros sería la trama central de la recta final de la serie. Y ahí estamos, y nos encanta.

4x10 - Salud - 18 de septiembre - Nota: 9,5            

¿Cómo? ¿Y por qué no otro diez? Guarden sus cuchillos aún, caballeros. A estas alturas es un hecho que esta temporada está escribiendo páginas en la historia catódica semana a semana, y sería realmente fácil cascarle a este Salud otro diez (o incluso un 11 como algunos demandáis) dejándose llevar por el subidón que le queda a uno en el cuerpo tras su apoteósico final. Pero a pesar del buen puñado de escenas para el recuerdo que nos ha dejado este capítulo, no puedo evitar sentir que ese gran cierre ha sido demasiado previsible, como si la anticipación pudiera arruinar mínimamente la grandeza del momento. Y la clave de la frase es "mínimamente". No "arruinar", que luego me echáis a los lobos.

En un inesperado nuevo acelerón de la trama, comenzamos con Gus, Mike y Jesse a las puertas de una avioneta dispuestos a cumplir su parte con el cartel. Los nervios del joven son más que evidentes ya que aunque el plan es enseñarles cómo fabricar la meth azul a los químicos mexicanos, todo apunta a que el viaje va a estar cargado de sorpresas.

La que ya se ha acostumbrado a las ausencias de su marido es Skyler, que decide hacerle entrega a Jr. de un coche mucho más apropiado ante la cara de sota del chaval. Pero ahí no acaba la labor de encubrimiento de la historia por parte de la rubia, ya que en la siguiente escena nos encontramos a Ted en el despacho de Saul recibiendo una herencia que se corresponde sospechosamente con la deuda que este tiene con hacienda. Y el tipo no se huele ni media.

Y llegamos ya a uno de los primeros momentazos del episodio y la prueba del merecidísimo Emmy que ganó Aaron Paul el año pasado. Nada más llegar al laboratorio de Don Eladio nos recibe un arrogante químico (Carlo Rota, el marido de Chloe en 24) que no duda en desconfiar de Jesse, pero es entonces cuando este combina las enseñanzas de Walter con su propia mala leche para ponerles a todos a limpiar en un periquete. Sonrisa de Gus y Mike incluída. Impagable.

No tarda en llegar el siguiente puntazo del episodio, esta vez, en un contexto mucho más relajado y familiar. Estrenando su nuevo -y femenino- medio de transporte, Walter Jr. acude preocupado a casa de su padre para encontrárselo literalmente hecho polvo tras la pelea con Jesse. Obviamente, esa no es la historia que le cuenta a su hijo, para el que la coartada del problema con el juego sigue siendo la mejor opción. Eso no impide que entre tanta culpa contenida Walter no encuentre la suficiente cantidad de verdad como para derrumbarse frente a su hijo, al que en un momento de despiste incluso llama "Jesse", evidenciado cuál es el chaval que más tiempo ocupa en sus pensamientos. ¡Y encima en su cumpleaños!

Mientras, en el "CienciaNova" de Don Eladio parece que todo el cartel se ha reunido en torno a Jesse para comprobar si realmente es capaz de fabricar la meth más pura jamás consumida por el hombre. Y en efecto, el chico de oro vuelve a lograrlo, aunque quizás su hubiera sabido que eso conllevaría un régimen de estancia completa en el país de Robert Rodríguez se lo hubiera pensado dos veces.

Recuperamos a los Walters rápido, ya que resulta que Jr se ha quedado en el sofá de su padre para asegurarse de que todo está bien. Y es cuando tiene lugar una de las conversaciones más desgarradoras a las que hemos asistido en Breaking Bad con Walter Jr. orgulloso de su padre "por ser sincero" tras las mentiras de los últimos meses. El diálogo también nos sirve para enterarnos de que el padre de nuestro protagonista sufrió una terrible enfermedad que le arrebató de sus seres queridos antes de tiempo. Concretamente Huntington, la misma enfermedad que sufre el personaje de Olivia Wilde en House. Y que su mayor preocupación es que cuando él falte, el recuerdo que deje para su familia sea tan positivo como la herencia de su propio padre.

Nos reencontramos con la trama de relleno de esta recta final, que ni molesta ni encanta, y que tiene a un reticente Ted como protagonista. Ante los delpilfarros del empresario y su negativa a pagar a hacienda, Skyler decide confesarle a su ex-novio que ella es la que le ha dado los 600.000 dólares para evitar una investigación a fondo. Pero no parece que ni con esas el tipo vaya a hacer lo correcto.

Y por fin regresamos a México, donde tiene lugar una fiesta de ensueño para celebrar la renovada amistad entre Don Eladio (Steven Bauer, de Scarface) y Gus. Nuestro empresario hostelero favorito se encuentra contemplativo ante la piscina esperando la llegada del capo, y aprovecha el momento para ingerir unas sospechosas pastillas que ya nos hacen intuir como terminará la reunión. Y más cuando Mike le asegura a Jesse que "o todos volvemos a casa, o ninguno lo hará".

Don Eladio llega acompañado de su séquito de luchadores de sumo y bastante bien caracterizado teniendo en cuenta los 20 años que han pasado desde la última vez que le vimos en Hermanos. Si el mafioso ya estaba exultante tras la demostración de Jesse, estalla de entusiasmo al ver la botella de Zafiro Azul que Gus ha traido en forma de regalo. Por supuesto, para despejar cualquier duda ofrece el primer trago a Jesse, pero Mr. Fring evita la tragedia utilizando la excusa de que el chaval es un adicto. Y en este punto la trampa es más que evidente.

Todos beben y la fiesta se desarrolla entre puros y chicas en bikini hasta que Don Eladio repara en lo serio que se encuentra su "viejo amigo". El sudamericano le asegura a su socio que aunque le aprecia, se siente en la obligación de recordarle cual es su puesto cada 20 años. Una conversación que no interesa en absoluto al mayor patrocinador del cuerpo de policía de Albuquerque, que secundado por la versión latina del guardaespladas de Saul, acude al baño para confirmar de una vez por todas la verdadera naturaleza mortal del presente.

Con su habitual elegancia intenta expulsar de su estómago toda la cantidad de Zafiro Azul posible para posteriormente salir igual de relajado al caos en el que se ha convertido la fiesta. Las chicas y el servicio salen despavoridos agarrando eso sí todos los objetos de valor que son capaces. Y es entonces, secundado por Mike y Jesse, cuando Gustavo lanza su mensaje a los pocos que han sobrevivido: "váyanse en paz, o vengan a pelear conmigo y mueran". Los pelos como escarpias, oiga.

Pero la cosa no termina ahí, ya que Joaquín sigue vivo y utiliza su último aliento para dejar KO a Mike, momento que Jesse aprovecha para devolverle el favor del anterior episodio y salvarle la vida. Ahora solo queda salir huyendo y regresar lo antes posible a territorio seguro. ¿Cómo os habéis quedado? Supongo que tan satisfechos como en Hermanos con otro momento para el recuerdo del género gangsteril, aderezado además con generosas dosis de acción. Pero a riesgo de sonar quisquilloso me gustaría sacarle punta a este último tramo en México.

Dejando de lado que como ya hemos descrito en la review, el envenenamiento en ningún momento ha sido una sorpresa, resulta tremendamente apropiado que todos a excepción del único secuaz carismático de cartel beban de la botella y caigan fulminados, así como que el último en derrumbarse sea un Don Eladio que tiene tiempo para mirar a su asesino a los ojos (en lugar de, por ejemplo, el "armario" que ha acompañado a Gus al servicio y que por tamaño debería ser el último en sentir los efectos).

Pero como digo, se trata de pegas menores, quisquillosas si queréis, y que siendo el mayor problema de este episodio evidencian la tremenda calidad a la que ha llegado la serie que hace 3 años parecía condenada a la marginación, y que ahora combina guiones magistrales con direcciones totalmente prácticas y lucidas mientras el reparto eleva hasta nuevos estándares la exigencia en televisión. Y solo podemos dar las gracias.

4x11 - Crawl Space - 25 de septiembre - Nota: 10  

Crawl space es una de esas expresiones en inglés muy difíciles de traducir a nuestro idioma. Vendría a significar algo así como "lugar en el que es complicado mantenerse en pie", y creo que todos estaremos de acuerdo en que define a la perfección la situación actual del ex-profesor y gerente de autolavado Walter White. Sobre todo tras los hechos a los que asistimos en este episodio. Pero no adelantemos acontecimientos.

Al que tampoco dejamos en una situación particularmente cómoda en el anterior capítulo fue a Jesse, que tras descubrirse como un guardaespaldas más que competente en la fiesta de Don Eladio, consigue llegar al punto de reunión cargando con los malheridos Mike y Gus. Allí, un equipo médico les está esperando y somos testigos una vez más del nivel de obsesión del que puede llegar a hacer gala el empresario a la hora de planificar cada uno de sus movimientos. Y exactamente por eso se encuentra en la posición en la que está, es decir, por primera vez con ventaja frente a todos sus enemigos. Walter incluido.

Para el químico, el mayor problema está en su curioso cuñado, cuya visita al centro de distribución no se puede demorar más a riesgo de levantar sospechas. Comienza la vigilancia, pero curiosamente, Hank parece más interesado en enterarse del origen de las marcas que adornan la cara de Walt. "Me he cansado de dar explicaciónes", contesta desafiante. Una determinación inusual en nuestro protagonista y que nos demuestra lo quemado y harto que se encuentra acorralado entre tantos frentes.

Volvemos a México con Gus ya recuperado. Ahora lo que toca es salir por la vía tradicional del país, es decir, cruzando la frontera de forma ilegal. Para lo que Mike, aún convaleciente, tendrá que esperar. Durante la caminata, el empresario aprovecha para ser directo con el que ahora es uno de sus empleados de mayor confianza ofreciéndole el puesto de Walter. Y es entonces cuando Jesse ofrece una alternativa tan sencilla que merece la pena ser tenida en cuenta, ¿Por qué simplemente Gus no despide a Walter? Ah claro, que aún queda el tema de Hank...

Por su parte, Skyler sigue sin convencer a Ted para que pague a haciendo aún habiéndole confesado que el dinero procede de ella. Haciendo gala de la personalidad tramposa e infantil del que siempre ha mostrado el hombre de negocios ahora arruinado, lo que intenta es uno de los chantajes más toscos y burdos a los que hemos asistido en Breaking Bad, pero sin tener en cuenta que su víctima tiene en nómina a un abogado que podría darle la vuelta incluso a los juicios de Nuremberg.

Pero antes toca una paradita en el asilo de Héctor, que con su limitada movilidad es capaz de expresar el dolor y la frustración que le genera un Gus que se está aficionando a torturar al antaño temible gangster. En esta ocasión trae a Jesse consigo, dejandole ver al viejo que quizás hubiera sido buena idea ordenarle a Tuco en su día que acabara con él sin pensárselo dos veces.

Recuperamos al bald squad en sus tareas de vigilancia, pero en esta ocasión Hank no está interesado en la granja que abastece a Pollos Hermanos, sino en cierta lavandería industrial que pertenece al mismo grupo empresarial. Resulta que el agente de la DEA ha estado investigando y ha descubierto que tanto Pollos Hermanos, como la lavandería y la empresa que fabricó el avanzado filtro de aire que encargó Gale están asociadas de alguna manera a Gus Fring, y por simple proximidad, ha decidido que la mejor idea es comenzar investigando el sitio correcto. Pero Walter no está preparado para afrontar esa situación y piensa  que estrellar el coche poniendo en peligro sus vidas es la mejor maniobra de distracción. Y lo peor es que cuela.

Afortunadamente, ambos salen con heridas leves del choque y no parece que Hank sospeche nada entre chistes sobre bebida gratis y Mr. Magoo. No así Skyler, en cuya mirada comprobamos que no se pierde una. De hecho, no ha tardado en reclamar la ayuda de Saul y sus "conocidos" (el guardaespaldas Huell y el que se hizo pasar por inspector de sanidad) para persuadir a su ex-novio. En una escena cargada de humor negro y que podría estar sacada del mismísimo cine de los Coen, la pareja de sicarios logra que Ted firme el cheque destinado a hacienda para asistir poco después impotentes a la última estupidez del empresario. Y encima la alfombra ni siquiera parecía buena.

De vuelta en el laboratorio, Walter no tarda en darse cuenta de que alguien ha estado cocinando mientras él se recuperaba de sus heridas (que le han dejado una cara que ni John McLane tras desmantelar Al Qaeda). No tarda en atar cabos y acude a casa de Jesse, al que interrumpe en un inesperado plan familiar. Pero el joven no tiene nada que discutir con su ya antiguo compañero. "Espero que termines enterrado en un bidón del destiero mexicano". Más claro imposible. Pero por si aún Walt no había pillado el mensaje, como salido de la nada aparece el secuaz inexpresivo de Fring armado con un taser.

Lo siguiente que vemos es otra de esas reuniones en el desierto que tanto explotan la iconografía del western en la que ha caído irremediablemente Breaking Bad. Pero en esta ocasión Walter se encuentra postrado a los pies de Gus, que le suelta un contundente ultimatum. El empresario ha hecho caso a Jesse y despide a Walter no sin antes advertirle de que no vuelva a molestar al joven y de que ni se le ocurra interferir en el fatal destino que le espera a Hank, bajo pena de muerte para sus seres queridos.

Aterrorizado pero vivo, Walter acude al despacho de Saul para arreglar el traslado de su familia con nuevas identidades a un lugar seguro. Aún en los momentos más tensos, la presencia del abogado siempre nos sirve para desestresar un poco la trama. En este caso con su reacción ante la irrupción de Walter en el despacho en plena discusión por lo ocurrido con Ted. El precio de la operación asciende a medio millón de dolares. Sin problema, en el escondite debería haber más de 600.000 dólares en efectivo.

Y llegamos a uno de los finales más estremecedores de toda la serie y que tiene en el estallido final de Walter White y en el titánico trabajo de Bryan Cranston sus principales vías para la grandeza. Desesperado, el ahora desempleado químico descubre que el dinero ha ido a parar ni más ni menos que a manos del antiguo amante de su esposa. Es decir, contando con que ya no va a recibir más dinero de Fring, Walter ha de enfrentarse de sopetón a la cruda realidad de que todo por lo que ha pasado durante los últimos meses (4 años para nosotros) ha sido en balde, y que un escasamente rentable autolavado es lo único que ha logrado sacar de su agónico paso por el mundo del crimen. Pero no solo eso, ya que una llamada de Marie nos confirma que Saul ha seguido las indicaciones de Walter poniendo a la policía sobre aviso al respecto de Hank, firmando a su vez la sentencia de toda la familia White, incapaz de afrontar los gastos de un cambio de identidad.

Con una simple risa desquiciada y tétrica nos ha bastado para comprender que Walter ha cruzado la línea que separa la cordura de la razón. Su reacción es el mejor ejemplo posible de la imprevisibilidad de sus actos futuros, y por ende, de la recta final de una serie que semana tras semana cruza todo tipo de límites consolidándose como todo un fenómeno cultural del siglo XXI. Porque esto hace tiempo que es mucho más que simple televisión.

4x12 - End Times - 2 de octubre - Nota: 8,5           

Tras la ya antológica carcajada insana que cerraba el anterior episodio, muchos esperábamos encontrarnos a Walter pistola en mano planeando el asesinato de Gus. Pero como antes que nada Walter White es un hombre de familia, nos lo encontramos despidiéndose de Skyler y Junior, a los que manda a casa de Hank bajo la excusa de la supuesta amenaza del cartel. Al fin y al cabo, solo él debe lidiar con las consecuencias de sus actos, y eso significa "afrontar lo inevitable". Pero, ¿Realmente es buena idea mandar a su familia bajo el techo del único hombre al que Gus tiene por delante de Walt en su lista? Tendrá que serlo, ya que gracias a Ted no existe otra opción.

Y llega el momento de la pistola. ¡Y qué momento! Hay algunas personas que donde mejor se concentran es en su oficina, otros en el servicio. Walter White es un hombre de piscinas. Y allí que nos lo encontramos jugueteando con su revolver. Aunque es más bien el arma la que parece tomarle el pelo, ya que en otra enorme muestra de humor negro vemos como el cañón no deja de apuntar a nuestro protagonista. Mal karma, que dicen.

Por su parte Hank tiene que lidiar con una Marie más histérica de lo habitual, que no entiende por qué Walter no está con ellos y que por supuesto no aprueba la petición que le hace su marido a su compañero Gomez: ir a echar un vistazo por la lavandería. Dicho y hecho. Steve se planta allí con su mejor sonrisa, una historieta que el encargado de turno se traga sin problemas y una cámara de fotos. Y más allá de las previsibles consecuencias de esta visita, yo me quedo con el gustazo de ver como en Breaking Bad pueden recurrir a un personaje secundario que nunca había pasado de las 2 frases seguidas para protagonizar una escena sublime sin que decaiga el interés en ningún momento.

Haciendo gala de su talento innato para la manipulación, Gus aprovecha la incursión para hacerle ver a Jesse los problemas que acarrea mantener a Walter con vida, pero el joven sigue empeñado en renunciar si le pasa algo a su antiguo compañero. Para destensar un poco el ambiente toca escena con Saul. Tras tropocientos mensajes en el móvil y un sobeteo por parte de Huell, el abogado le devuelve todo su dinero a Jesse y le comenta sus planes de huida, porque si está en peligro la familia, ¿Qué es él sino familia?. Impagable, y ¿La última vez que vemos a Saul?

Recuperamos a Jesse de carrera hacia el hospital. Resulta que Brock ha enfermado y Andrea está muy preocupada. Como quien no quiere la cosa, Jesse se percata de que el cigarro con el veneno ha desaparecido, y entra al centro médico convencido de que el niño sufre envenenamiento por ricino. ¿Lo habrá cogido accidentalmente?. El joven no duda en acudir a casa de Walt en aparente buen rollo para terminar apuntándole con el revolver vacilón. Resulta que Jesse está convencido de que Walt es el que ha envenenado al niño, y a menos que los guionistas hayan decidido darle la vuelta por completo a la serie, no imaginamos por un segundo a Walt asesinando a un menor por muy escaso de opciones que ande.

Por otro lado, también es cierto que la excusa del cacheo de Huell cuadra con la desaparición del cigarro, y encima es el propio Walt el que sugiere la posibilidad de que Fring esté dispuesto a utilizar a niños -como ya ha hecho antes- para lograr sus fines (además de veneno). Pero no, Walt no es capaz de eso. Aunque Heisenberg...

La confrontación pasa por su momento más álgido cuando Walter reclama un poco de determinación a un Jesse congelado mientras apunta a su compañero. Pero como era de esperar, todo se salda con un nuevo acuerdo en contra de Fring. Y no piensan perder el tiempo.

Jesse vuelve al hospital para ponerse lo suficientemente pesado con Tyrus -y de paso faltar al trabajo- como para que acuda el empresario en persona a recordarle la importancia de no parar la producción. Y es aquí donde tiene lugar el destello de ignorancia en los ojos del chileno que nos hace dudar de si realmente él ha envenenado a Brock. Cuando Jesse le cuenta que se trata de un envenenamiento, Gustavo accede a detener la producción por una semana, lo que por otro lado también puede ser otra de sus estrategias de maestro del engaño.

En lo que también parece un maestro es en el arte de la videncia, ya que mientras tenía lugar la reunión, Walt ha fabricado en casa un explosivo con el que pretende volar el Volvo de Gus por los aires. Pero el objetivo se detiene de forma totalmente inexplicable a una distancia prudencial (mientras sus guardaespaldas aguardan como si fuera lo más normal del mundo) y decide volver a casa a pie. ¿En serio?, ¿Por paranoia pura y dura?

Aunque ha servido sin duda para crear un momento de tensión inigualable, esta escena también ha resultado demasiado forzada en una serie que se caracteriza por desarrollar de forma natural hasta los momentos más extraños. Y más de lo mismo con el asunto del ricino del que nadie parece ser responsable. En este penúltimo capítulo, las prisas por terminar y llevar todo al límite han pasado factura a un guión que no ha mantenido por un pelo la escala de tensión más intensa que hayamos vivido nunca en la pequeña pantalla (y que se disputan la última temporada de The Shield y la cuarta de Dexter). Aún así, estamos por supuesto ante otro episodio de absoluto lujo y que, gracias a esos pequeños fallos, nos deja casi con ganas de más ante la final del próximo domingo.

4x13 - Face off - 9 de octubre - Nota: 10                 

Wow. ¿Por dónde empezamos? 

Ah, si.

No miento si os digo que del brinco que pegué en mi butaca fue el salto que estuvo esperando mi profesor de educación física durante 12 años en la escuela. Esto es un epic time de manual, y más allá de las licencias científicas y biológicas que se han tomado los guionistas, creo que ningún seguidor pondrá pegas a lo que es un momento artístico totalmente justificado. Porque, más allá del evidente impacto buscado en el espectador, esta secuencia tiene tantas lecturas y sirve para tantas propósitos que podríamos rellenar la review comentando solo estos 7 segundos. 

Por un lado, si Gus Fring tenía que morir, no podía ser de un disparo a la cabeza seguido por el consabido silencio torturador. Incluso ahora la simple explosión de su coche nos queda pequeña tras lo finalmente acontecido. Con el esfuerzo que han puesto este año los guionistas por multiplicar las capas del personaje (y por tanto su interés, y sus posibilidades en futuras tramas), su despedida tenía que combinar el malestar por perder a uno de los puntales de la serie con un planteamiento que justificara ese adiós. Y vaya si lo han conseguido. 

Y no solo es que la escena esté brillantemente rodada y escrita (ambas cosas por Vince Gilligan) combinando la sorpresa del momento con los habituales planos limpios -y ahora más agradecidos que nunca- de Breaking Bad, sino que con dos simples gestos muestra la despedida autoreferencial perfecta. Me explico, Gus Fring siempre se ha caracterizado por un talante estóico (que nos ha permitido bromear con Terminator) y una obsesión por aparentar la mayor pulcritud posible. Con lo que este paseíto silencioso mientras se coloca por última vez la corbata nos descubre que la prioridad de Gilligan es dar todas las pinceladas posibles a sus personajes incluso cuando el contexto le permite prescindir de ello. Vamos, una escena antológica que, ofreciendo algo poco habitual incluso en televisión como es un despliegue de efectos especiales tipo Dark Knight, nos sigue demostrando que la grandeza de Breaking Bad comienza con un guionista ante una página en blanco.

La de Gus no ha sido la única despedida del episodio. No volveremos a escuchar el irritante timbre de Héctor Salamanca, que en un sorprendente aunque muy lógico giro se alía con Walter para dar un último sentido a su vida no sin ante desquitarse con Hank por el asesinato de los gemelos. El trato perfecto, que diríamos. 

¿Y qué me decís de la planta? Solo un lector anónimo de nuestro seguimiento se dio cuenta de las verdaderas intenciones de Walter. O quizás ya solo deberíamos referirnos a él como Heiseneberg, ya que a día de hoy, a nadie le quedan dudas de la terrorífica carcajada que cerraba el 4x11 supuso la muerte del profesor de instituto para dejar paso a un depredador total, más despiadado que aquel que nació hace 20 años en la terraza de una mansión mexicana y que hoy se colocaba la corbata por última vez.

Pero además de estos dos momentazos del episodio, este Face Off también nos ha dejado otras escenas igual de poderosas solo que destinadas a servir de simple lubricante de la trama, como por ejemplo el contraste entre la actitud de los policías durante el interrogatorio de Jesse y la llegada de Saul, que regresa con su habitual verborrea tras amenazar con desaparecer para siempre dejándonos huérfanos de los que siempre han sido los mejores momentos cómicos de la serie, por mucho que su personaje sea un reflejo de aquel que inmortalizó Sean Penn en Atrapado Por Su Pasado.

O el desastroso asalto de Walter al despacho del abogado, donde gracias a nuestro lector Anónimo con más dotes de deducción que Sherlock Holmes (el de Billy Wilder, no el de Ritchie) hemos confirmado la implicación de Saul en el envenenamiento de Brock (dicen que lo la secretaria está destruyendo es un horario escolar). Aunque sin llegar a saber hasta qué punto ha sido consciente del intento de asesinato, ya que parece un plan demasiado cruel incluso para el letrado. De todas formas, lo mismo pensábamos de Walter, que con este tipo de demostraciones de patetismo ante cualquier acción física ha logrado que nos olvidemos de que Heisenberg va por dentro. Y hace rato que está al mando.

Y ahora es cuando nos toca hablar del misterioso futuro de la serie. Al ver el tiroteo Mike Style de Heisenberg (la del asesino ha sido la ausencia del episodio) en el laboratorio muchos hemos visto a la pareja de cocineros a los mandos de la lavandería. Pero sin tener en cuenta dos cosas, que Breaking Bad no es grandilocuente y que Walter tiene hoy menos dinero que ayer teniendo en cuenta el último y seguro que desorbitado honorario de Saul. Con lo que nada mejor que un buen incendio a ritmo de guitarra con paseo mirando al western de colofón.

Seguro que muchos seguidores abrumados preferirían que este episodio sirviera como conclusión para la serie, ya que se antoja muy difícil superar o incluso mantener este nivel empezando, como quien dice, desde cero. Pero entonces recordamos las declaraciones que siempre ha mantenido Guilligan, en las que afirma que la serie terminará con el enfrentamiento entre Walter y Jesse. Con lo que quiero pensar que la historia de Gus no deja de ser esa parada en el camino hacia ese combate intuido en la memorable pelea que cerraba el 4x09. No hay que olvidar que aún Jesse no ha descubierto la presencia de Walter en la muerte de su novia, por no hablar de los recientes acontecimientos con Brock. No, quizás no sepamos por donde van a tirar en el 5x01, pero si podemos intuir cuál será la línea maestra de la última temporada de la Breaking Bad, que seguro no terminará con Walter jactándose de su victoria.

Y me dejo muchas cosas en el tintero, como que Vince Guilligan ha dirigido los 4 episodios más importantes de la serie: el piloto, Full Measures, End Times (que ahora vemos de otra forma, aunque la explicación oficial para el sexto sentido de Gus siga siendo una declaración de Giancarlo Esposito el en making of del capítulo en la que afirma regresar para hablar con Jesse, no por la bomba) y este Face Off. Todos con más violencia de lo habitual y basados cada uno en uno de los pilares de la narrativa (presentación, desarrollo con y sin cliffhanger y conclusión). Además de estar llenos de guiños propios como la camisa verde que luce Walter en este episodio, muy parecida a la del piloto pero de un tono un poco más fuerte, como su caracter, y como nuestra admiración a la dedicación y mimo con el que este Richmondés de 44 años que vino de Expediente-X trata a su criatura.

P.D. Como nota curiosa al seguimiento me gustaría añadir un dato que pasé por alto en su día, y es que el director David Slade (Hard Candy, 30 Días de Oscuridad y Eclipse) es el realizador del 4x03 Open House, suponemos que en una especie de redención por su participación en la saga vampírica.

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