Entre El sexto sentido y Traffic
Nota: 6'5
Lo mejor: Bardem. Punto.
Lo peor: el rollito Cuarto Milenio.
Alejandro Gonzalez Iñarritu parece empeñado en mostrar a la humanidad los lugares que visita cuando se va de vacaciones. Hay gente que te enseña un álbum de fotos, otros que lo suben a Facebook para que lo vea todo el mundo, e Iñarritu hace películas. Películas largas como un día sin pan. Obras corales en las que (aunque como en esta, haya un claro protagonista) cada secundario cuenta. Porque la historia de nuestra vida no se reduce a nuestra existencia y, al interactuar con el entorno, lo afectamos.
Ya asistimos a un estudio parecido en Babel, película que, como esta, se queda a medio gas. El retrato de México, Oriente Medio y Japón, se hace siempre desde esa vista propia del realizador, tratando de alejarse de los tópicos de los países que visita y contando una historia sobre pequeñas coincidencias. En este caso, y aunque esta vez si que hay un evidente protagonista, el cineasta repite formula presentándonos una Barcelona muy alejada de la que sale en los folletos turísticos. El lugar que muestra Iñarritu no es la ciudad cosmopolita y moderna que se mostró en aquel anuncio camuflado de título Vicky, Christina Barcelona. No es bonita. No es turística. Y no hay pintores que pilotan aviones y conocen a todas las prostitutas. Tras el filtro del mexicano se vuelve una ciudad oscura, casi podrida, en donde sobrevivir es una lucha diaria. Una Barcelona alejada del modernismo, más humana y que, como todas, está repleta de recovecos en tinieblas. Y es por esa oscuridad por la que se mueve Uxbal, el protagonista de esta historia, un traficante y entregado padre de familia al que diagnostican cáncer terminal de próstata.
A partir de ahí comienza un drama urbano que intenta abarcar demasiado sin llegar a concluir nada. Demasiados temas para una sola película; desde como enfrentar a la muerte, hasta los problemas de los inmigrantes ilegales en las urbes del siglo XXI, pasando por policías corruptos, problemas mentales, infidelidades, e incluso homosexualidad reprimida. Todo ello bajo la sombra sobrenatural de los poderes de Uxbal (que no voy a revelaros aunque los enseñen en la tercera escena). Una sobrecarga de problemas para dos horas de película que, aunque no se hacen largas, si que te dejan una película sin fuerza a la que no la salva ni el soberbio trabajo de Bardem. No es una mala cinta, está tremendamente bien rodada y escrita, su ambiente es completamente personal, alejándose de lo bonito de la ciudad condal y mostrando las miserias que se ocultan bajo la superficie, pero no podemos hablar de uno de los títulos del año como se esperaba.
Los actores están todos bien al menos dentro de los personajes a los que interpretan. No importa que Maricel Alvarez sobreactúe porque está interpretando a una bipolar, no importa que Eduard Fernandez resulte despreciable, porque interpreta a un personaje al que hay que odiar, ni siquiera el macarrismo madrileño de Ruben Ochandiano importa porque su personaje pide eso). Eso sin contar a Diryatou Daff o Cheng Tai Shen y Luo Jin. Cuyos personajes pueden ser circustanciales (como el de Ruben Ochandiano) pero no por ello rebajan el nivel. De hecho tal vez los peores sean los niños, en especial la pequeña Hanaa Bouchaib, tremendamente cargante (pero a la que no podemos reprochar nada, ya lo decía Hitchcock).
Eso sí, ninguno tiene nada que hacer ante Javier Bardem que, una vez más, demuestra que es el uno de los pocos actores españoles que no parece estar leyendo Don Alvaro o la fuerza del sino cuando interpreta. Uxbal es un personaje tremendamente humano (poderes aparte) con el que no resulta difícil empatizar, a pesar de que estamos hablando de un traficante de personas (que puede tener muy buenas intenciones, pero no deja de ser un criminal). Las escenas con su familia son de lo más cercanas y simpáticas, y los momentos dramáticos resultan lo suficientemente duros. Sin lugar a dudas esta es una de las mejores actuaciones de su carrera.
En resumen, esta es una buena película que sufre el mismo problema que tenía el director en su anterior cinta. Demasiada ambición y ganas de contar demasiadas cosas, haciendo que ninguna termine importando demasiado. No será la mejor película del año, pero se deja ver muy bien (a pesar de durar 150 minutos), y aunque solo sea por disfrutar del trabajo de Bardem, merece la pena.
5 COMENTARIOS:
Um, asi que no es un peliculon pero si vas esperando algo made in iñarritu perfecto. Pues a disfrutar de bardem se ha dicho. Ire mañana a ver q tal.
ufffffffffffffffffffff no voy a leer tu critica todavia tximino pero soy un gran admirador de iñarritu asi q espero q hayas sido consecuente jejejeje,
Un 6???ummmmmmm espero q no tengas razon ya t comentare cuando la vea!
A mí también me gusta Iñarritu. Me mola esa forma de retratar Barcelona que comentas. A mí Bardem desde No es país para viejos me infunde un respeto d ela hostia, así que si su sola actuación merece la pena seguramente me pase yo también por el cine a catar la obra.
Le tengo muchas ganas, y también me encanta el cine de Iñarritu, así que mañana al cine de cabeza.
Ufffffffff la he visto esta noche. Se me hizo larga y pesadísima. El personaje que interpreta Bardem es tristísimo, anda por toda la película como un alma en pena rodeado de catástrofes personales de los más inverosímiles. No me ha gustado nada. Sales de la película angustiada por la sucesión de desgracias que le ocurren al pobre personaje. Ella, la mujer de Bardem, una pésima actriz para mi gusto que ni siquiera vocaliza bien. Un dramón con tintes inverosímiles, parece que este pobre hombre tiene una maldición. NO da una.
Publicar un comentario
Deja tu comentario, que somos pocos y cobardes...